PACO LLORET
Sábado, 16 de abril 2022, 01:02
En los ocho años que transcurrieron entre 1941 y 1949, el Valencia conquistó tres títulos de Liga, disputó cinco finales de Copa, de las que ganó la primera y la última del ciclo. El club de Mestalla se erige por derecho propio en uno de ... los más grandes y respetados del fútbol español. Su primera gran época, el nacimiento y la consagración de un club que domina el escenario futbolístico gracias a un equipo dirigente en el que destacan Luis Casanova como presidente, Luis Colina asume el papel de cerebro organizativo en los despachos y Eduardo Cubells en funciones de responsable de la planificación deportiva.
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Nace el Valencia 'Bronco y Copero', surge la delantera eléctrica y se forma un equipo repleto de nombres míticos. Todos ellos, sin apenas excepción, forman parte importante de esta apasionante historia. El bautismo tiene lugar con la conquista de la Copa de la temporada 40-41, el primer título. Los valencianistas baten en la final al RCD Espanyol, campeón vigente del torneo. El club periquito ya se había estrenado en el palmarés al ganar la final de Copa de 1929 ante el Real Madrid en Mestalla, con un terreno de juego impracticable por culpa de la lluvia. El Valencia disputaba su segunda final, siete años después de haber perdido la primera en Montjuic ante el club de Chamartín.
El Valencia apuntaba alto, había acabado tercero en la Liga mientras que en la Copa había debutado superando al Athletic de Bilbao en una emocionante ronda, después de perder por 2-1 en San Mamés, se impuso por 3-1 en Mestalla gracias a dos goles valencianos, de Asensi y Amadeo, que deshicieron la igualada a uno que, momentáneamente, daba el pase a los vascos. Justo unas semanas después, vino la memorable exhibición ante el Sevilla, al que se endosó un apabullante 8-1, con cuatro goles de Mundo y otros tantos de Gorostiza. Dos vascos de leyenda. En las semifinales aguardaba el Celta, un rival superado con autoridad: 1-2 en Balaídos y 4-0 en Mestalla.
La final se celebró en el viejo Chamartín el 29 de junio de 1941. Ambos contendientes se habían impuesto en sus respectivos duelos ligueros como locales: 3-0 en Mestalla para el Valencia y 2-1 para el Espanyol en Sarrià. El camino de los catalanes hasta acceder a la final no había sido tan brillante como el del futuro campeón. En semifinales, el conjunto españolista se había deshecho de la Real Sociedad y en cuartos del LevanteFC-Gimnástico, aunque se hizo necesaria la disputa de un partido de desempate tras sendas igualadas sin goles, que se celebró en el terreno neutral del campo de Torrero en Zaragoza. En la previa a la gran final, el Valencia partía como claro favorito para la mayoría de aficionados y medios de comunicación.
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En la alineación de los de Mestalla había cinco valencianos: el portero Pío Bau; los centrocampistas Sierra y Bertolí, junto a los interiores Amadeo y Asensi. La legión vasca la integraba el defensa Juan Ramón, los extremos Epi, por la derecha, y Gorostiza por la izquierda, además del delantero centro, Mundo. Los gallegos aportaban una pareja de representantes: el defensa Álvaro y el centrocampista Lelé. En el banquillo se sentaba otro paisano de ambos: Ramón Encinas.
El Valencia controló la final con autoridad y se impuso de forma clara. Su primer gol lo marcó Mundo a los nueve minutos. Antes de la media hora llegó el segundo, con la firma del mismo autor, el máximo goleador valencianista de todos los tiempos. La guinda la puso Vicente Asensi a los veinte minutos de la reanudación. El Espanyol sólo pudo marcar de penalti cuando faltaba un cuarto de hora para la conclusión. Juan Ramón, capitán del equipo, tuvo el privilegio de recoger el trofeo. Aquella final fue la única en la que coincidieron en el once titular los cinco integrantes de la delantera eléctrica: Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. Tres años después, cuando el equipo valencianista volvió a un final para abrir el ciclo maldito de las tres consecutivas disputadas y saldadas con derrota en Montjuic, ya no volvieron a coincidir, como tampoco en las sucesivas.
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La conquista de la Copa alcanzó una enorme trascendencia porque sirvió como despegue para un equipo que, al año siguiente, se proclamó campeón de Liga. Aquella camada de futbolistas mezclaba oficio y veteranía con juventud y empuje. Algunos de sus integrantes, caso de Mundo, Epi, Asensi y Álvaro siguieron como titulares indiscutibles y llegaron a jugar, ocho años después, la final de 1949 ante el Athletic de Bilbao, resuelta con gol de Epi, que ese día actuó por última vez como valencianista antes de incorporarse a la Real Sociedad. Una salida poco elegante, atenuada por su protagonismo en la conquista del título.
La expedición del Valencia regresó desde Madrid con la Copa por ferrocarril y fue agasajado por una multitud enfervorecida que aguardaba en los andenes de la estación del Norte. En plena posguerra, una época de estrecheces y miseria, los éxitos deportivos de aquel inolvidable equipo aliviaron el ánimo y aportaron alegría en un sociedad desgarrada por la una contienda que había finalizado dos años antes.
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