A Nino Bravo no le gustaba el fútbol, le gustaba el Valencia. El cantante de Aielo de Malferit celebraba sus triunfos y festejaba sus goles ... con la misma pasión que ponía a la hora de interpretar sus canciones. Lo asevera quién fue su cuñado, Manu Martínez, con más de 50 años como socio del club de Mestalla y cuyo número de pase es inferior al millar. Ambos compartieron muchas tardes en el campo desde finales de los sesenta. Al principio se ubicaban en tribuna, entre los banquillos y el palco, pero posteriormente, debido a la enorme popularidad del artista y ante la avalancha de admiradores que le impedían ver los partidos con cierta tranquilidad, se trasladaron a la zona de anfiteatro, buscando el anonimato en la última fila, cerca de las cabinas de radio, donde su presencia pasaba inadvertida.
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Nino Bravo falleció la mañana del lunes 16 de abril de 1973 en accidente de tráfico en la población conquense de Villarrubio. Un día antes, el Valencia venció en casa a la Real Sociedad por 1-0. El cantante no asistió al encuentro, esa tarde volvía desde su pueblo después de compartir una paella en familia. El único gol fue obra de Quino en la primera mitad. Además del resultado, la gran noticia fue la reaparición de Forment después de siete meses de baja a raíz de la grave lesión sufrida en Granada como consecuencia de una entrada alevosa de Aguirre Suárez. El partido no pasó de discreto, el dominio del Valencia fue abrumador pero al equipo entrenado por Alfredo di Stéfano le faltó inspiración para transformar en goles su superioridad sobre el césped.
Aquella victoria se incluía en un ciclo de cuatro triunfos consecutivos en Mestalla por 1-0 que se abrió dos semanas antes ante el Espanyol, que se presentaba como líder y aspirante al título a falta de 8 jornadas para el final del campeonato. Un gol de Claramunt en las postrimerías sentenció la contienda. A continuación se produjo otro ante el Celta, también con tanto de Quino en el primer tiempo. El póker se cerró frente al Sporting de Gijón, partido nocturno adelantado al sábado, en el que Fuertes fue el goleador. El tanto llegó superado el ecuador de la segunda mitad. Este partido cerró el ejercicio liguero de los valencianistas como locales. Poco después, se consumó la inesperada eliminación en la Copa ante el CD Castellón con prórroga incluida en Mestalla. Un desenlace que rompía la imponente racha de las tres finales disputadas entre 1970 y 1972.
Nino Bravo recibió del Valencia la insignia de oro y brillantes después de una inolvidable actuación que tuvo lugar, con motivo de las Fallas, la noche del 14 de marzo, dos meses antes de sufrir el trágico accidente que le costó la vida. El presidente del club era Julio de Miguel, cuyo mandato de 12 años estaba a punto de concluir. Aquel concierto fue el último que protagonizó en Valencia y tuvo como escenario el Parador 73. Los presentes recuerdan todavía con emoción, 50 años después, cómo puso el broche a una actuación que califican de memorable. En un ambiente enardecido, Nino Bravo, una vez finalizado todo el repertorio previsto, se puso a cantar a capella el himno regional del maestro Serrano. La anécdota del momento la puso uno de los músicos que le escribió la letra completa en un papel porque no se la sabía. Con su potente voz dejó boquiabiertos y emocionados a los presentes.
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Cuatro días después del concierto, el domingo 18 de marzo, los valencianistas se imponían en Mestalla por 2-0 al Real Betis, con goles de Valdez y Sol, triunfo que cerraba una crisis de resultados porque se acumulaban 4 jornadas seguidas sin vencer como locales con un balance de dos empates y otras tantas derrotas. Nino Bravo era por entonces una de las principales figuras de la canción. Su acusada personalidad, el dominio del escenario y su poderosa voz le situaron en la cúspide del panorama musical. Uno de los trampolines que catapultó su popularidad fue el programa televisivo 'Pasaporte a Dublín', del que debía salir el representante español para el festival de Eurovisión que celebraba en la capital irlandesa.
Cada noche de sábado, desde septiembre a diciembre de 1970, millones de espectadores seguían el espacio que tuvo una extraordinaria aceptación. Casi a la par, emergía el Valencia como inesperado candidato al título liguero y se convertía en la atracción del campeonato. Nino Bravo protagonizó un episodio, rodado en Londres, pero finalmente no logró ser elegido. El desencanto quedó compensado el 18 de abril de 1971 cuando su amado equipo se proclamó campeón.
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