El Valencia da por cerrado el acuerdo entre Bankia y Lim y el banco lo niega

En pleno frenesí, el presidente de la Fundación del Valencia, Aurelio Martínez, anunció ante la tribuna de Mestalla que el acuerdo entre Bankia y Peter Lim para la venta del club estaba cerrado «a falta de unos flecos». Una contradicción en sí misma porque lo que no está sellado presenta unas rendijas por las que se coló Bankia, el principal acreedor, al segundo: «No es cierto». La claridad con la que el propio Martínez y después el presidente del Valencia, Amadeo Salvo, presentaron el acuerdo estuvo cargado de dioptrías en la versión que trasladó desde el Paseo de la Castellana vía teléfono móvil.

El matiz, que corrió como la pólvora por las redes sociales, provocó que el presidente de la Fundación, en el turno de ruegos y preguntas, condimentara con dosis de precaución el optimismo que hervía en el ambiente: «Es normal que el departamento de comunicación del banco diga que no está cerrado pero yo creo que entre el lunes y el miércoles se cerrará el acuerdo». Las redes sociales surtieron efecto.

Lo que sí que es cierto, y eso Salvo ayer lo dejó más que claro, es que sólo hay una alternativa a la ruptura de acuerdo entre Bankia y Peter Lim: el concurso de acreedores. Salvo aseguró que el consejo, con la ley en la mano, adoptará la medida que crea que es la mejor para el Valencia y los valencianistas: «Se le puede llamar concurso, preconcurso o 5 bis (el artículo que sustenta la decisión)». Un preconcurso blindaría a Salvo en la presidencia del club al menos unos meses.

La inmensa mayoría de los que se fueron ayer de la tribuna de Mestalla lo hicieron con el convencimiento de que el acuerdo entre Bankia y Lim estaba a milímetros. Hoy se darán cuenta de que esa proximidad se mide en grados diferentes en Madrid y en Valencia. El concurso de acreedores, si se ejecuta, no vendrá de la mano de Lim. «Él no puede poner en peligro su prestigio internacional», señaló Salvo. El de Singapur antes se irá. El propio presidente del club, llegado el momento, ejecutará una decisión que debería ser la última para el Valencia y el valencianismo. «Nos quedaríamos para defender el club. Negociaríamos con el acreedor, al que ya le hemos pagado 83 millones en intereses, pero nunca dejaremos que nos ejecuten, embarguen o nos lleven a la quiebra», señaló Salvo, que apuntó que la decisión, en el caso de que no hubiera acuerdo, sería inmediata.

A pesar de que la proximidad se miden según teorías enfrentadas, el presidente del Valencia abrió también su rendija a que el acuerdo entre Lim y Bankia sea un hecho. No es un secreto decir que en el banco está cómodos en la negociación con la gente de Peter Lim: «Hablamos el mismo idioma», han reconocido desde la entidad financiera.

Salvo y Martínez se dieron ayer un baño de masas ante 6.000 aficionados que casi llenaron la tribuna de Mestalla con dosis de la cafeína necesaria, entiéndase por vídeos de éxitos de antaño y canciones del club, para celebrar en éxtasis jubiloso el anuncio de Martínez del proclamado acuerdo.

Abraza la teoría de Rus

El presidente de la Fundación, con una chaqueta tan difícil de entender como las propias ofertas, era novicio en este tipo de acontecimientos, donde no fue subido a hombros porque entre la tribuna y la grada había cincuenta metros. Aurelio Martínez quedará para la historia como otro ídolo del valencianismo. Se le permitió todo, incluso que en la recta final le echara un capote a Bankia y abrazara la teoría del presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, de que es difícil de explicar que un banco nacionalizado perdone una quita de muchos millones de euros a un inversor de Singapur que compra un club de fútbol mientras va dando patadas a las puertas para desahuciar a los que no pagan su hipoteca.

Ayer era día de perdonarlo todo porque el valencianismo acudió a Mestalla a escuchar eso de que el acuerdo está cerca. Martínez se convirtió en el mejor representante de Peter Lim, cifró la oferta en 450 millones de euros y en un segundo la subió por encima de los 500 millones de euros, porque esa era la información que a él le había llegado. A partir de ahí, sellar el pacto a falta de unos flecos fue como un relámpago que incendió la tribuna de Mestalla, que comenzó a venerar a Peter Lim como el nuevo Mesías que llega para salvar al valencianismo de la travesía del desierto de los éxitos deportivos.

«Estamos en un momento histórico y hay que vivirlo con intensidad. Está en juego nuestro club y estamos convencidos de lo que hemos hecho», abrió Martínez su intervención. Defendió el voto a mano alzada «porque así me lo pidieron aquellos que no querían en principio y quiero mostrar mi agradecimiento a todos los patronos por su honestidad a pesar de las injustas críticas que han recibido», señaló Martínez, que apuntó que comparecía ante la afición porque así se había comprometido en su día.

El presidente de la Fundación lamentó la labor de aquellos agoreros que dijeron que nunca vendría nadie a comprar el club y defendió la labor de PwC en la elaboración del informe que determinó la venta de las acciones del club a Peter Lim: «Ha elegido la que creía que era la mejor». Martínez defendió en todo momento la concurrencia y la transparencia que ha habido en el proceso de venta del Valencia.

Amadeo Salvo, que anunció una nueva asamblea informativa en Mestalla en el caso de que no haya acuerdo entre el Valencia y Peter Lim, afirmó que ante el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, siempre defendió que buscaría lo mejor para el Valencia y a Bankia le dio la enhorabuena por el resultado del proceso: «Nunca hubieran pensado que ganarían tanto dinero con la venta de un club de fútbol».