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J. C. VALLDECABRES
Jueves, 14 de agosto 2014, 22:31
«El que venga, vendrá para hacer un equipo campeón y potente, para acabar el estadio, y que las operaciones inmobiliarias no sean de su interés. Eso es vender bien el club». Amadeo Salvo hizo su particular profecía el 10 de diciembre de 2013. Habló con habilidad en su discurso inicial en la Junta de Accionistas, porque no desveló en ese momento el avanzado estado de gestación en el que ya se encontraba el proceso de venta del Valencia. Los accionistas pasaron aquella noche de la incredulidad a la indignación. Por entonces aún se enarbolaba la bandera en favor de conservar la pureza del valencianismo.
Hasta llegar al capítulo actual, el club ha transitado por un embarazo y complicado parto, con diferencia el más difícil de la historia del fútbol. Ocho interminables meses han transcurrido desde aquella mañana de diciembre en la que, horas antes de comparecer ante los accionistas, Salvo llevaba a Peter Lim en una especial minigira. El magnate de Singapur desfiló aquel día por el despacho de Alberto Fabra en la Generalitat y también por la sede de Bankia en Valencia -la primera y la única vez que ha pisado el banco-.
«Me pareció tan bueno como pueden haber otros, los cuales desconozco», comentó Fabra en ese lenguaje político en ocasiones tan mesurado. El presidente del club quería contar con el respaldo político para su candidato y, además, tratar de entrar con buen pie en la moqueta de la entidad financiera.
El nombre de Peter Lim, no obstante, tardaría unos pocos días más en aparecer en la escena valenciana. Fue lógicamente su gran valedor, Salvo, el que lo puso en la primera línea de fuego. No era su intención inicial pero el presidente del Valencia se vio forzado por las filtraciones y no tuvo otro remedio que provocar una inesperada rueda de prensa a punto de que en Mestalla el equipo se las viera con el Real Madrid. El 22 de ese diciembre Salvo apostó fortísimo por el premio gordo y la repercusión de la noticia fue tal que un partido de esa magnitud pasó, por ejemplo, a un plano secundario en las páginas de este periódico. Lim se convertía en el gran candidato y el presidente del Valencia pasó a desempeñar su papel de enfervorizado valedor, incluso en situaciones y límites insospechados.
Durante estos meses se han producido situaciones de lo más diversas y que escapan al ámbito futbolístico. Se ha jugado fuerte tanto pública como privadamente. Desde asambleas populares en Mestalla promovidas por el consejo (una, la primera, sin el respaldo de la Fundación) a manifestaciones espontáneas, pasando por un proceso de venta de las acciones que ha tenido prácticamente de todo: dos empresas auditoras implicadas (la ambiciosa y zarandeada KPMG y PwC); una presionada comisión gestora; una segunda due diligence (ya hubo una en junio de 2013); un patronato cargado de incertidumbre y temores; reclamaciones 'imprevistas' (Newcoval, Porchinos...); avisos de concurso de acreedores y un ramillete de firmas interesadas en la compra.
Nadie podía imaginar, al principio de los tiempos, que se iba a llegar al examen final con hasta siete propuestas. Bankia y su Cerberus se durmieron en los laureles y Amadeo Salvo puso en lo más alto del podium a Meriton. La estrategia les falló a los favoritos y en el sprint final perdieron hasta la 'medalla de plata'. Zolotaya Zvezda intentó hasta el último momento hacer saltar la banca presentando casi a la desesperada una propuesta irrechazable. El Patronato se mantuvo firme y aquella mañana del 17 de mayo se decantó por mayoría absoluta por el magnate de Singapur.
Seis novias despechadas tuvieron que lamer sus heridas. Cerberus, la gran favorita del banco, se había convertido en la más rechazada por las bases del valencianismo. Nada más se supo de esta propuesta. A los rusos les dio todavía por combatir un día sí y otro también, nada que ver con el adiós por la puerta de atrás de The UP54 Ltd y de Global Emergin Markets. Wanda dejó el sello de su prestigio y nadie comprendió por qué se le dio el mismo rango de importancia a un Mario Alvarado que presumió de tener en cartera 700 millones de euros listos para invertir. A Lim todavía le iba a quedar un camino lleno de obstáculos que, para no perder la costumbre, tuvo como colofón una extraña jornada como la que se vivió ayer.
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