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El menú de Peter Lim en Valencia

El menú de Peter Lim en Valencia

El magnate ha llegado a Valencia en compañía de su familia y sus más allegados

J. C. VILLENA/L. MARTÍ

Domingo, 26 de octubre 2014, 12:32

La estancia de Peter Lim ayer en Valencia fue frenética. Ni un momento de respiro. Visita al estadio y al hotel de los jugadores, comida en un restaurante de lujo, llegada al estadio y baño de multitudes en Mestalla antes de ver ganar a su equipo desde el palco.

Pero Peter Lim no vino solo a Valencia. Lo hizo en compañía de su familia y la de sus colaboradores. Todos quisieron disfrutar de la fiesta de bienvenida. Los más jóvenes degustaron una paella en Casa Navarro mientras que el restaurante Askua, a espaldas del hotel de concentración del Valencia, hubo un almuerzo para 39 personas. En menú: tartar de atún, pulpo y carne. El consejero del club Manuel Peris, una de las personas de máxima confianza de Salvo, ejerció de anfitrión de los empleados de Meriton.

La furgoneta, preparada

Todo había comenenzado muy pronto, a primera hora de la mañana. El motivo de que la rueda de prensa de Lay Hoon, Amadeo Salvo y Aurelio Martínez tuviera como horario límite las diez menos veinte tenía un motivo claro, la recepción en la terminal de vuelos privados del aeropuerto. Un sonriente Lim pisó suelo valenciano con camisa corta y la americana en la mano, un calor muy diferente al de aquella noche en Madrid. El empresario se permitió romper por un instante el protocolo para dirigirse al vehículo donde estaba su esposa para saludarla con un sencillo beso. En ese instante comenzó un día intenso para él.

El club convocó la rueda de prensa a las nueve de la mañana en Mestalla. Era para dar la buena nueva. En la puerta 0, por donde entran las autoridades a Mestalla, estaba estacionada con una furgoneta de alta gama de color negro con los cristales tintados. Era el vehículo que tenía que trasladar a la comitiva de bienvenida al nuevo propietario. Por eso la rueda de prensa fue breve pero intensa. Una vez terminó el acto de rigor para dar las explicaciones necesarias, se puso rumbo a la terminal de Manises donde el avión privado de Peter Lim aterrizó poco antes de las diez de la mañana. En ese momento comenzó el tour de Lim por la ciudad de su equipo de fútbol.

Primera parada

La primera parada de la comitiva fueron las obras del nuevo estadio, allí llegaron cuando el reloj marcaba las 10.17. Allí les esperaba Christian Schneider, responsable de las obras, para explicarle todo lo concerniente al estado de las mismas y las características de la que tiene que ser nueva casa del Valencia en el centenario. Al empresario se le vio bromear con Amadeo Salvo en varias fases de una visita que se prolongó durante más de una hora. Al nuevo propietario se le detallaron los pasos que restan para acabar las obras así como las características principales del nuevo campo, como sus amplias zonas de palcos. «Más grandes que en Mestalla», le comentaron poco antes de asomarse a una de las barandillas de los anillos superiores para que divisara lo que será la cota cero que de a las calles colindantes.

Las dos orillas de Benicalap

En el barrio de Benicalap, uno de los núcleos de clase obrera de la ciudad, la presencia de Lim en la zona no pasó desapercibida. Pocos días una personalidad se pasea por una de las zonas con menos recursos medios de la capital. La visita de Lim hizo despertar el corazón de muchos de los que abrieron un negocio al calor de 'el dorado' del nuevo estadio, cuyas obras llevan ya cinco años paralizadas.

Más de uno se aventuró a gastarse todos sus ahorros en un negocio que ya han bajado la persiana. «La verdad es que vemos con ilusión la compra del Valencia. Necesitamos una salida a nuestros negocios, que muchos de los que estamos aquí abrimos con el estadio del Valencia como tirón. Cuando se pararon las obras fue como una losa sobre nuestro futuro. Hay un compromiso para que el campo esté terminado antes del centenario. Si empiezan las obras ya casi que nos contentamos. Habrá actividad, aunque sean los operarios de la obra», señaló ayer José, el propietario de uno de los bares -cada vez menos- que rodean esta tartaleta de hormigón símbolo en la ciudad de la crisis galopante.

En la otra acera, en la de enfrente, los lujosos edificios de la avenida Cortes Valencianas. Esa pastilla urbanística que desarrolló Aedifica, la empresa de José Granell, que aspiro a lo que hoy tiene Peter Lim con Newcoval. Los pudientes y los que no lo son. O es lo mismo, las dos orillas del estadio, ven al magnate de Singapur como la solución a sus problemas a medio plazo.

Visita a los jugadores

Al salir del nuevo estadio, junto a Lay Hoon, Kim Koh, Louis Douwens o Amadeo Salvo, el empresario asiático sonrió ante las preguntas de los periodistas. Lim es hombre de pocas palabras, discreto, como demostró unas horas después en su llegada a Mestalla. Una decena de aficionados le despidieron de su salida de la zona de obras del nuevo estadio. Su próxima parada fue para conocer al equipo.

Poco antes de las doce del mediodía Peter Lim llegó al hotel Valencia Palace. Allí le esperaba Nuno Espírito Santo para recibirle. Su amigo Nuno, en referencia a las veces que el técnico se ha referido al empresario como Peter. Según pudo confirmar este periódico las sensaciones de Lim con la plantilla fueron tan positivas que varió de nuevo el protocolo hasta la comida. El empresario quiso conocer todos los aspectos deportivos, sin alterar el orden de un día de partido, además de coincidir con Parejo y Rodrigo a los que le recordó el viaje de ambos a Singapur. Hasta que la plantilla no bajó a comer el nuevo dueño no abandonó el hotel.

Visita al estadio

Los miembros de seguridad de Mestalla estaban le estaban esperando desde las doce y media, aunque esa parada se retrasó una hora por el encuentro con la plantilla. Peter Lim pisó por primera vez el césped de Mestalla como nuevo dueño del club, además de conocer todas las instancias de un campo donde ya se estaba instalando el tifo que le daría la bienvenida antes del partido. Tras recorrer el estadio llegó la hora de la comida y del descanso antes del gran recibimiento por parte de los aficionados.

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