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La bipolaridad como sistema
Fútbol | liga bbva

La bipolaridad como sistema

El conjunto de Nuno naufraga otra vez lejos de Mestalla y se deja provisionalmente la plaza de Champions en Málaga

Juan Carlos Villena

Lunes, 2 de febrero 2015, 19:01

El Valencia sigue siendo el mejor consumidor de la Liga, puesto que se deja fuera todo lo que gana en casa. Pero esas cuentas del bolsillo roto no sirven de nada cuando hablamos de fútbol y dejamos de lado la metáfora. En el día de la marmota, el 2 de febrero es cuando se celebra ese momento donde la tradición dice si el animalito determinará si el invierno es más largo, el conjunto valencianista quiso brindarle su particular homenaje de volver a sacar a pasear su lado más bipolar. Comparar al conjunto de Nuno en Mestalla y fuera de casa comienza a ser una broma de mal gusto para los seguidores valencianistas, y una dinámica muy complicada de explicar. Los jugadores son los mismos, el técnico también, los balones suponemos que también... pero la realidad dice que el Valencia suma 28 puntos en Mestalla y fuera de casa 13. Un dato que se convierte sencillamente en surrealista cuando se comprueba que el Eibar ya tiene a estas alturas de temporada 15 puntos fuera de casa o el Rayo 16. Para llorar.

Lo más peligroso de esa tendencia 'tribunera', así se han llamado siempre a los jugadores que se vacían corriendo la banda en casa aunque sepan que no van a llegar a un balón para después dejarse llevar cuando sopla el frío lejos del hogar, comienza a poner en peligro la cuarta plaza. La dura derrota de anoche en Málaga deja al Valencia provisionalmente fuera de puestos de Liga de Campeones y el regusto amargo para su afición hace que todo el mundo se tenga que poner mañana por una vez en la vida la camiseta del Real Madrid. Sí, lo que han leído. El Sevilla visita el Bernabéu para disputar la jornada aplazada por el Mundial de Clubes y si al conjunto de Emery se le ocurre dar la campanada, el dolor de cabeza comenzará a ser intenso.

La impresión sobre el césped de La Rosaleda, que lejos quedó aquella Liga de 2002, es que a los jugadores de Nuno se les hizo muy larga la semana... y la concentración más larga desde que comenzó la temporada. Las horas en el hotel, los días sin competición y el descanso, motivos que suelen conjugarse como buenos en un equipo, tuvieron el efecto diametralmente opuesto en el Valencia. La tendencia sigue recordando que cuando el equipo no tiene un recibimiento de Champions en la Avenida de Suecia, y toca bajar al barro en Vigo, A Coruña o Granada sobrevuela ese mito tribunero. Lo peor de todo es comprobar que si el conjunto valencianista simplemente mutara de horroroso a normal lejos de Mestalla estaría optando a una de las tres primeras plazas. Si no desactiva el modo bipolar tan sólo aspirará a la cuarta... si sigue haciendo de Mestalla un fortín inexpugnable. Qué triste.

El Valencia disputó, de largo, la peor primera parte defensiva de la temporada. Cuando Nuno Espírito Santo, con gesto muy serio, enfilaba el túnel de vestuarios mirando de reojo el marcador electrónico parecía estar pensando que lo mejor fue que la diferencia de un gol era evidentemente salvable. Samu y Castillejo cambiaron constantemente de banda, convirtiéndose en una pesadilla para la zaga valencianista. Cuando sobre el césped se dibuja un naufragio defensivo, la lupa siempre se posa en los centrales, aunque en ocasiones es merecido. Mustafi y Otamendi, el argentino pagó su cruce de cables con una amarilla, vivieron en un constante ataque de nervios. Y ese sentimiento se fue transmitiendo a Cancelo, Gayà (inédito en la primera parte), Javi Fuego o Enzo Pérez.

El partido comenzó con un dominio valencianista que se mostró con el paso de los minutos tan insuficiente como ineficaz. Kameni fue un espectador de lujo y no tuvo que romper a sudar puesto que los delanteros rivales no tuvieron ninguna ocasión clara. Con un centro del campo inexistente, el rombo mágico que desarboló al Sevilla de Emery en Mestalla mutó en una figura geométrica desalabada, es imposible crear ninguna sensación de peligro. El golazo de Castillejo, el primero en su cuenta desde que es jugador de Primera, fue la puntilla para un Valencia que volvió a no acudir a la llamada de la selva. En 'Juego de Tronos' se dice que 'está llegando el invierno' para describir la irrupción inminente de las fuerzas del mal. Para el conjunto valencianista es invierno fuera de casa desde septiembre.

En el descanso, Nuno señaló a los alumnos presentes, puesto que el portugués no realizó ningún cambio ni ordenó a sus jugadores de banquillo que comenzaran la segunda parte calentando. Los causantes del desaguisado de la primera parte tenían la misión de darle la vuelta a lo que comenzaba a adivinarse como otro tropezón fuera de casa, pero nada más lejos de la realidad. La primera ocasión tras la reanudación fue para el Málaga, pero Darder se encontró con un buen Alves. Tan sólo un jugadón en solitario de Gayà, que se plantó ante Kameni, pudo equilibrar la balanza. Pero al lateral de Pedreguer le fallaron las fuerzas en el último segundo. Con la entrada de Alcácer por Parejo volvió el 4-3-3 de antaño, pero era demasiado tarde. El delantero de Torrent no tocó más de cinco balones, desesperado en alguna combinación que intentó Rodrigo prefiriendo buscar el desdoble en banda antes que buscar el remate directo. El Valencia se fue desesperando al mismo tiempo que Cancelo enfilaba el túnel de vestuarios al ver la segunda amarilla. Nuno, que había movido su segunda pieza dando entrada a De Paul por un inédito André Gomes unos segundos antes, no se lo podía creer. En el último segundo, un remate con la espalda de Alcácer tras tiro de De Paul lamió el palo derecho de la portería de Kameni. La moneda salió cruz. La marmota valencianista determinó que el invierno parece que va ser largo, demasiado helado. Triste.

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