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Feghouli protesta tras la entrada de Lace a Javi Fuego.
El lujo de prescindir de Feghouli
Fútbol | valencia cf

El lujo de prescindir de Feghouli

El argelino desatascó al Valencia, que ha perdido la eficacia de cara a puerta

Héctor Esteban

Lunes, 16 de febrero 2015, 09:24

El Valencia estuvo a un tris de fastidiar la liturgia de la paella que se santifica los domingos en esta tierra. El Getafe regaló la victoria con un penalti absurdo que aprovechó Negredo para alivio de Nuno. Tres puntos que no deben de ser el árbol que no deje ver el bosque. El aspirante a Champions se vio en ocasiones maniatado por el equipo probeta de la Liga. La cátedra de Quique le ha inyectado a los madrileños el orden y la táctica. Una disciplina que estuvo a punto de obtener resultado ante un equipo que se ha dejado por el camino el comodín de la eficacia -10 remates fuera- ante la falta de juego.

El Valencia, por segundo partido consecutivo, volvió a tener la posesión. Y para Nuno no hay mayor drama que ese. El equipo se agobia. Ni parte ni reparte. Sin nadie que se eche el equipo a la espalda. Incapaz de construir. A Enzo Pérez el cartel de los 25 millones colgado al cuello le incomoda como una soga. Javi Fuego sobresalió cuando el argentino, con la amenaza de la tarjeta roja en sus tacos, se fue a la ducha. Los dos jugadores se solapan, chocan y atascan el centro del campo para hacer vulnerable a un Parejo que ayer no estuvo fino en el corte y confección. La falta de precisión de sus pases generan un defcon 1 de urgente resolución por parte de la retaguardia.

El Valencia vuela con alas. Lo dijo Nuno tras caer en Málaga. Añoraba tanto a Piatti y a Feghouli que no se entiende como ayer dejó otra vez al argelino en el banquillo. La primera parte fue soporífera. Con un equipo escorado a la izquierda, a ver si sonaba la flauta. Piatti y Gayà triangularon un déjà vu para intentar batir a Jona como si todos los días amaneciera por Cornellà.

El Valencia entró por allí una y otra vez para morir en la orilla. Nuno sacrificó la banda derecha para tranquilidad y sosiego del Getafe. La autopista abierta era demasiado para Barragán, más preocupado de cubrir su espalda que de mandar un balón a Negredo. Al de Vallecas le faltan caballos para coger velocidad punta. Su fuerte hoy en día está en los centros al área, por lo que no se entiende que el entrenador convirtiera en un agujero negro la banda de tribuna. Allí, si se hubiera puesto a pastar un rebaño de ovejas en la primera parte no hubiera pasado nada. Lo único destacable fue un penalti que se tragó González González de Alexis a Negredo -el brazo al cuello fue escandaloso- y la pifia de Naldo que resolvió Jona como pudo. La caída de Barragán en el área fue propia de Cristiano Ronaldo.

Los éxitos y los fracasos del Valencia se maduran en el centro del campo. Quique, hecho un pincel en la banda con sus tres cuartos, ordenó a Lacen, Rodríguez y Sammir que fueran moscas cojoneras para fundir los plomos del trivote valencianista. Y lo logró con el recurso fácil de darles el balón. No hay peor pesadilla para el Valencia que la posesión. Deportivo, Levante y Málaga son un manual a seguir por los rivales pequeños.

Nuno volvió a plantear un cambio de sistema, con sólo una banda, y con un Rodrigo de Paul al que la oportunidad se le hizo bola. El argentino fue víctima del dibujo de Nuno. Ni encontró su sitio ni se lo hicieron ver. Es complicado jugar de segundo punta en un centro del campo hacinado en el caos y con una banda ciega.

La segunda parte devolvió el orden. La misma fórmula de éxito que ante el Almería. Abrir el campo hasta el límite como forma de angustiar al Getafe. Si hace unas semanas fue Cancelo el que dio aire, ayer la lógica sirvió la entrada de Feghouli. Unos minutos antes, Negredo la tuvo de cabeza para que Jona demostrara que en su día estuvo llamado a marcar una época. Paradón.

¿Qué hacía Feghouli en el banquillo? Son los lujos incomprensibles que se permite este Valencia. Si el argelino y Piatti eran la solución hace quince días, pues a jugar. Ayer se demostró que el interior ha vuelto enchufado de la Copa de África. Nada que ver con la indolencia del anterior torneo. Jugó, corrió y creó el peligro necesario para que Escudero, que había sustituido a Roberto Lago, tuviera un domingo de furia. El Getafe empezó a sufrir. El centro del campo miró a las bandas. A las dos. Quique movió ficha para ordenar al equipo ante el nuevo dibujo del rival. Salió Freddy por Sammir, pero fue imposible aguantar los machos de Feghouli.

El africano cogió el testigo de Piatti y Gayà para empezar a tunelar el muro rival. Al Valencia se le abrió el cielo en el momento en que Juan Rodríguez abortó todo el trabajo realizado con una patada gratuita a Negredo. La suerte también cuenta. Penalti, gol y los tres puntos se quedaron en Mestalla.

El partido viró. Con Rodrigo en el campo por un espeso Enzo Pérez. El delantero pudo sentenciar con un balón franco que mandó al gol norte. Pero el chico, por el que se han pagado 30 millones, es otro de los que ha demostrado que no está para salir del once.

Las nubes dieron paso al sol, como el que achicharró a Mestalla durante toda la mañana. Para el Getafe un empate era un potosí. Pero el gol en contra le hizo buscar con urgencias a Alves, inédito durante todo el partido. Mientras las prisas carcomían al Getafe, en la banda, una imagen tan sintomática como preocupante para un equipo de Champions. El cuarto árbitro con el cartelón del cambio para que Lucas Orban entrara en el tiempo añadido. Las angustias ante un Getafe confeccionado con descartes y jugadores de saldo. El mundo al revés. Ni por esas se pudo vivir tranquilo. La doble oportunidad de Álvaro y Sarabia derivó en un Mestalla pidiendo la hora. La estadística dejará una victoria y tres puntos para los amantes del resultadismo. Pero el objetivo Champions exige un plus más para el Valencia de Lim.

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