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Juan Carlos Valldecabres
Domingo, 8 de marzo 2015, 23:24
Se le resiste al Valencia el reto de enlazar cinco victorias consecutivas. Llegaba al Calderón con cuatro en el saco (Espanyol, Getafe, Córdoba y Real Sociedad) pero la quinta se quedó en el camino. Tampoco es que durante la hora y media de juego diera sobradas muestras de tenerla entre sus manos, pero siempre quedaba esa esperanza de que se produjera la sorpresa. El de ayer acabó como uno de esos partidos que uno no sabe si sonreír por el punto que te llevas o torcer un poco el morro por la oportunidad que se ha dejado escapar de meterle miedo a los de arriba.
Porque, a decir verdad, el más beneficiado de este reparto de puntos es con diferencia el Real Madrid y, un tanto más alejado, el Barcelona. Al menos uno se queda con la satisfacción de comprobar que los valencianistas dieron la cara fuera de casa ante uno de los poderosos de la Liga. Indirectamente inyecta también algo de confianza para el día que el Valencia tenga que pasar por el Bernabéu y por el Camp Nou.
Quien sabe si para esos compromisos la Liga se ha apretado un poco más o si, por el contrario, se ha estirado. Hasta que eso se resuelva, lo único que parece claro es que Atlético y Valencia van a seguir dándose codazos por un puesto -el tercero- de la Champions. Porque por codazos no será. Ayer, sin ser un partido violento, unos y otros se dieron algo de leña o, cuanto menos, no se anduvieron con tonterías. Que se lo pregunten a Otamendi, que se las tuvo tiesas primero con Fernando Torres, después con Raúl García y al final hasta con Mandzukic.
Y eso que el argentino llegaba al duelo teóricamente bajo mínimos por culpa de un tobillo que cuando terminó el partido volvió a necesitar de toda la atención para conservarlo intacto.
La participación del argentino de cara al próximo partido se hace todavía más importante si cabe, teniendo en cuenta que a Mustafi le tocará descansar por acumulación de tarjetas (primero ciclo) y la baja también de Javi Fuego por su expulsión. Dos bajas importantes que a cinco días vista ya tienen prácticamente candidatos para suplirlas: Orban ocupará la plaza del alemán y Enzo Pérez volverá a hacer de Fuego, como el día en el que debutó con la camiseta blanquinegra. El argentino continúa dando que hablar, porque se espera tanto de él por aquello de los 25 millones que costó que a veces deja algunas dudas sobre si su verdadera capacidad está o no aprovechada en este sistema.
Desde luego, lo que quedó sobradamente demostrado anoche fue la facilidad de Latre -el árbitro, no el humorista- en desenfundar. Los jugadores a veces ayudan bastante poco pero 13 amarillas se puede considerar un tanto excesivo. Eso sí, si tenemos en cuenta que el reglamento castiga el salto utilizando los codos, quienes deberían hacérselo mirar serían los futbolistas. No hubo salto en el que no se detectara esta irregularidad, tanto por unos como por otros. El único que se libró del asunto fue Gabi, que se marchó de manera inmaculado pese a que hizo faltas de todos los colores.
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