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Feghouli se lamenta tras fallar una ocasión ante el Rayo.
Fútbol | valencia cf

Un rayo de sol alcanza a Parejo

Alves falla y el capitán mantiene cuarto al Valencia pero ya sólo por el golaveraje

Toni Calero

Jueves, 30 de abril 2015, 17:04

Pudo perder, ganar y finalmente rascó un empate suficiente para seguir dependiendo de sí mismo en su lucha por entrar en la Champions. Contra el Valencia jugó el Rayo y algo más: la inquietud por verse abajo del Sevilla aunque fueran unas cuantas horas, la aparente tranquilidad de los vallecanos, ya con la permanencia asegurada. Y el tute que acompaña a todos los equipos de la Liga en esta semana con tres partidos y escaso margen de maniobra.

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Resolvió Parejo, con un disparo sublime, para conseguir un punto cuyo apelativo de vital se queda corto. Apareció el capitán donde no lo hicieron los goleadores, algunos con la pólvora mojada y otros con el reincidente problema de soltar la pierna cuando no toca. El error de Alves en la primera mitad condenó al Valencia a un encuentro plagado de minas, en el que no fue fácil subsistir y que vio cómo el árbitro se convertía en protagonista -el duelo acabó con cuatro expulsados- mientras los blanquinegros se lanzaban a por la portería del Rayo y Alves sufría más sustos de lo previsto.

Para empezar, no era sencillo. El estadio del Rayo se encajona entre fincas, en pleno corazón de un barrio obrero a las afueras de Madrid, identificado con el franjirrojo de un equipo que es mucho más que eso para los vallecanos. 'A las armas', se inicia uno de los cánticos favoritos de la grada. Y sí, el Rayo es uno de esos rivales tradicionalmente guerreros, incómodos, pero asentando en Primera por obra y gracia de un técnico cuyo patrón de juego se alejó de la dureza y la agresividad para hacer entender que también mimando el cuero se puede ganar la guerra de guerrillas habitual en la zona baja de la tabla.

Antes de empezar, un buen manguerazo al césped. Y acto seguido, un Valencia con tres novedades en el once (Negredo, Enzo Pérez y Piatti), cuyo planteamiento fue el de dificultar la salida de balón del Rayo. Y el plan funcionó en los primeros compases. Había armado Nuno un equipo más ofensivo de lo normal -principalmente por la entrada de Enzo y la salida de Javi Fuego- para castigar el preciosismo del fútbol del rival. Si Jémez pretendía tomar el mando del encuentro siendo dueño del esférico, Nuno quería robárselo. Y salió en tromba. El preludio a la desgraciada acción de Diego Alves se escribió en el área de los vallecanos. El Valencia volcaba el fútbol a la izquierda, donde aguardaba un veloz Rodrigo, para empezar a generar situaciones de gol. Continuas.

Se sentía grande el Valencia. Y el Rayo, con la permanencia en el bolsillo y una fragilidad defensiva que asusta -es el equipo más goleado de Primera- soportaba cada embestida de Rodrigo, Negredo, Gomes y Parejo para volver a empezar. Siempre por medio de Trashorras, sin abusar de los balonazos a Manucho, aunque la jugada se fuera convirtiendo en la predilecta de los vallecanos conforme avanzaba el encuentro. El Valencia perdió el fuego de los primeros instantes y el Rayo siguió a lo suyo. Acercándose, más que intimidando. Gustándose, más que superando al rival.

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En el ecuador del primer acto y después de haberse quejado en diversas ocasiones por la falta de visibilidad, Alves cometió su primer gran error de la temporada. Se había frenado Embarba en busca de algún socio y el único recurso disponible fue el disparo. Salió duro el balón, pero muy centrado. Nada. Fue un mísil para Alves, que acarició el balón como cualquier otro, pero éste llevaba una buena dosis de veneno. El Rayo se había adelantado casi sin merecerlo y al Valencia le tocaba remontar en medio de un juego repleto de nerviosismo y tensión, con el fantasma del Sevilla sobrevolando a jugadores y banquillo.

A los puntos, lo más lógico hubiera sido un empate. Especialmente por los muchos fallos de los delanteros blanquinegros de cara a portería. Negredo falló varias en boca de gol, casi siempre servidas desde el flanco de Rodrigo. En la otra banda flotaba un Piatti ausente, más liviano de lo que acostumbra y al que quizás le llegó pronto la titularidad tras la lesión muscular. Tampoco dio la talla Enzo Pérez, esta vez haciendo de '6', una posición que no es la suya. Al argentino le faltó aire para ejercer de mediocentro único con Parejo y Gomes más adelantados e ideas para conectar con sus compañeros en el ataque. Las rotaciones no habían funcionado bien y, en el descanso, Nuno dio entrada a Feghouli y dejó en el banquillo a Piatti.

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Ritmo, goles y rojas

Salía con sangre en los ojos el Valencia en la segunda mitad, pero el primer sobresalto se lo llevó Alves. Manucho no acertó y el Rayo se quedó sin un segundo tanto que habría resultado casi definitivo. Fue entonces cuando Parejo asumió los galones y quiso llegar más al área de Toño. Así mandó un balón al palo y el mensaje para los blanquinegros: tocaba remar a contracorriente para no meterse en un buen jardín. Poco después, Vicandi Garrido obvió el fuera de juego de Negredo -consideró que no intervenía en la acción-, dio continuidad a André Gomes y Morcillo acabó expulsado y, la falta de Parejo, dentro de la red.

Otro encuentro empezaba. Con Morcillo fuera y la grada encendida, el árbitro echó a Jémez, luego castigó con roja la chiquillada de Rodrigo y señaló la puerta de salida a Ochotorena. El Valencia se volcó. Y la tuvo Alcácer. Y Feghouli. Pero el signo del partido no varió pese a que el Rayo también gozó de las suyas. Con todo igualado, Nuno bendice ahora el golaveraje con el que aún puede decirle al Sevilla que espere su momento. En un suspiro espera el Eibar en Mestalla. Y la visita al Bernabéu. Ya no valen los errores. Tampoco antes de jugar en Vallecas. Contador a cero: cuatro de cuatro.

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