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Juan Carlos Valldecabres
Lunes, 29 de junio 2015, 22:28
Dicen que lo que empieza mal sólo puede acabar peor. Y precisamente el fichaje de Rodrigo Caio, si algo tuvo, fue mala semilla desde el primer momento. Justo desde el momento en el que el Sao Paulo diera oficialidad al traspaso hace 18 días, a espaldas de Rufete y Salvo, y gracias a la mediación del omnipresente Jorge Mendes y el visto bueno de Nuno. A cinco días para que se inicie el trabajo de pretemporada y a las puertas de entrar en la Champions, el Valencia todavía anda sin los refuerzos necesarios y sumergido en conflictos que no pueden dejar prácticamente indiferente a nadie. El último es el que ha protagonizado este brasileño de 21 años, que aterrizó en Manises este viernes y que 72 horas después ya estaba buscando vuelo para regresar a Sao Paulo. Allí debe seguir jugando con su equipo hasta 2018, fecha en el que acaba su contrato o hasta que un club, a pesar de lo que aquí ha ocurrido, se atreva a ficharlo.
Su rodilla, la que fue intervenida hace siete años, es el argumento que ha echado atrás finalmente el fichaje. No la lesión de ligamento cruzado anterior que sufrió en abril de 2014 en la otra rodilla. De eso no hay ningún problema porque tras ser intervenido del cruzado y estar siete meses de baja volvió a participar con el Sao Paulo. Se trata del problema que tuvo en la rótula y que implica directamente al cartílago, un órgano extremadamente sensible y cuyo deterioro puede indudablemente acortar la exigente vida de un futbolista de élite.
Por esta razón, Rodrigo Caio no superó ninguno de los tres exámenes médicos a los que se vio sometido. Ni el que le hizo el jefe de los servicios médicos del club (Juan Albors), ni el del prestigioso traumatólogo valenciano Enrique Gastaldi, ni tampoco el del doctor Cugat en Barcelona, que durante la mañana de ayer estuvo realizándole un profundo estudio. Tampoco es que a Rodrigo Caio se le pudieran realizar muchos exámenes a una articulación como la rodilla. La resonancia y una placa es lo máximo a lo que se puede llegar. Luego está lógicamente la valoración subjetiva del especialista. Y ahí hubo coincidencia, a pesar de las declaraciones que horas después hacía el presidente del Sao Paulo tratando de defender la salud física del que vuelve a ser (nunca se fue) su futbolista. El Sao Paulo necesitaba dinero, quería venderlo -Mendes tentó también al Atlético- y ahora va a tener ciertamente complicado colocarlo en otro club.
Una decisión tan trascendente como la que tomó el Valencia tiene indudablemente repercusiones importantes. No es lo mismo decir que se frustra un fichaje por una diferencia económica en los medios de pago (eran 12,5 millones de euros más otros 4 por objetivos) que por una cuestión física. Había que tener cuidado en cómo se decía porque Rodrigo Caio -o el Sao Paulo- podía incluso presentar una demanda al sentirse dañado. De ahí que el comunicado que emitió el Valencia no pudo ser más aséptico.
A las ocho y cuarto de la noche y pese a que hacía bastantes horas que se sabía ya el dictamen de Cugat (había viajado a Barcelona también un médico valencianista), el club emitió su versión oficial. «El Valencia Club de Fútbol ha decidido no proceder a la contratación del futbolista Rodrigo Caio. La decisión ha sido tomada después de considerar diferentes problemas en la operación, que desaconsejan su incorporación».
El Valencia estuvo toda la tarde debatiendo sobre esta cuestión (aquí entraba también la lucha de intereses) y buscando la mejor fórmula para resolver el conflicto. La presencia de Layhoon en las oficinas desde luego evita ahora entrar en especulaciones sobre la reacción que tendría Lim al ver desde la distancia cómo se tumbaba precisamente el fichaje de su socio y amigo Mendes. Al fin y al cabo, si Rodrigo Caio firmaba por el Valencia era simplemente porque el dueño así lo quería.
Otra cosa bien distinta es lo que pensarían tanto Rufete como Salvo, que tras esta esperpéntica partida han quedado en una posición de cierto alivio. Es evidente que Rufete no quería a Rodrigo Caio. Él apostó siempre por Imbula pero hay un dueño que es el que manda aunque esto suponga dar un poder a Nuno que en apariencia no tenía. A costa del mánager general deportivo claro. La herida sangraba desde Cancelo y con Rodrigo Caio aún se hizo más profunda.
El futbolista se las prometía muy felices e incluso avanzaba una conversación con el entrenador: «Hablé con él y le dije que yo empecé jugando como defensa y con el paso del tiempo adelanté mi posición hasta el centro del campo. También le comenté que esperaba tener opciones en ambos puestos porque me siento muy cómodo, pero eso ya es decisión suya».
«El nuevo fichaje blanquinegro, a expensas de superar la revisión médica, ya posa feliz con la bufanda valencianista», decía el Valencia en su web el viernes. Ni hubo bufanda ni finalmente fichaje.
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