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Héctor Esteban
Jueves, 20 de agosto 2015, 21:52
Algunos futbolistas tienen un dormir ligero. De sueño en sueño. Una de las frases más manidas en las ceremonias de presentación de jugadores. Lo difícil es decir la verdad. Apuntar que uno se va porque hay un equipo que le paga más. Es lícito irse de un trabajo si en otro lugar le aseguran una ficha mayor. El resto de excusas al final se convierten en una ristra de argumentos menos consistentes.
Otamendi, con el director deportivo del Manchester City, Txiqui Begiristain, como testigo, estampó ayer su firma sobre un contrato de cinco temporadas con el nuevo rico de la Premier. Un papel que no asegura que el argentino vaya a estar un lustro en el equipo de Pellegrini. En Valencia, pese a tener un contrato más longevo, decidió que con una temporada bastaba. Incluso se saltó la dignidad profesional de cumplir con el equipo que hasta ayer le pagaba. Otamendi se borró de la previa ante el Mónaco, el encuentro más importante de la temporada. Sin ningún tipo de expediente sancionador por parte del Valencia, cogió un avión privado a Manchester mientras sus ya excompañeros se jugaban el futuro. Ayer, Otamendi dibujó nada más rubricar su acuerdo con el City cuál había sido su única preocupación durante los últimos días: «Esto es lo más importante. Estar en un club que se ve tan maravilloso desde el exterior es un sueño».
Horas después difundió un escrito en clave valencianista. En él se acordó de Peter Lim, de Layhoon y de Nuno, pero obvió a Amadeo Salvo y también a Rufete. «Doy las gracias a Lim y Layhoon por confiar en mí y darme la oportunidad de haber vestido la camiseta del Valencia y entender que mi salida es sólo por el deseo de crecer en lo personal y en lo profesional, sin querer en ninguna intención malograr o perjudicar al club. Siempre me moví en forma prudente y profesional. Mucho se habló y se escribió, pero yo siempre tuve las cosas claras y fui sincero con todos. Lamentablemente los tiempos yo no pude manejarlos, pero nunca quise perjudicar al Valencia».
Argumentando que buscaba su progreso y el de su familia, tuvo palabras para Nuno y su equipo, «por confiar en mí, enseñarme en este año y darme la 'chance' de poder mostrarme y disfrutar del deporte más bonito del mundo. También por entender que éste era mi momento de progresar y de la importancia que significaba en mi carrera».
Se acordó de sus compañeros «por una temporada maravillosa y llena de alegrías tanto dentro como fuera del campo» y de la «gente que trabaja en el Valencia que muchas de las veces no sale a la luz el trabajo y las ganas que le ponen día a día para que el club siga creciendo: utileros, doctores, fisios, personal de limpieza y mantenimiento».
Por último, agradece «a todo el valencianismo» porque «desde el primer día sentí el apoyo y el cariño de todos los valencianos». «Hoy me toca partir -añade-, espero haber estado a la altura de esta camiseta, traté siempre de dejar la piel y el alma por estos colores, siempre estaré eternamente agradecido».
La venta dejará en las arcas del Valencia 45 millones, a tan sólo cinco de los famosos 50 de la cláusula de rescisión. El Valencia busca sustituto, pero sin la urgencia que representaba la previa de Champions. Ahora ya no se puede inscribir a ningún jugador, por lo que todo se tomará con más calma hasta llegar al 31 de agosto. La opción de Ezequiel Garay, representado por Mendes, es la que se antoja más factible.
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