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Vuelta a las andadas y batacazo
Fútbol | valencia cf

Vuelta a las andadas y batacazo

El Valencia se adelanta en el marcador pero desconecta en la segunda mitad

Juan Carlos Valldecabres

Domingo, 4 de octubre 2015, 16:25

Vaya dos semanas le esperan al Valencia y particularmente a Nuno. Con el parón de Liga, el portugués y sus jugadores van a tener tiempo suficiente para reflexionar y preguntarse a sí mismos qué es lo que está pasando. Lo de Lyon estuvo dignísimo pero lo de ayer en San Mamés es una vuelta a las andadas. A una realidad hiriente y salpicada de incógnitas preocupantes. Este equipo no tira. No es que no tire a gol, que tampoco tira (cuatro goles en siete partidos es una cifra irrisoria), es que además ofrece una sensación en ocasiones demasiado ramplona. San Mamés fue una plaza demasiado exigente y grande para este equipo, capaz de dejarse remontar y ofrecer una segunda mitad paupérrima y carente de lógica. No se puede echar por la borda así como así los puntos, por mucha gasolina que les faltara. Cinco días después de haber dado una imagen consistente en Lyon, el Valencia recuperó del armario su traje de la Liga y salió escaldado y con todo merecimiento.

No fue un partido tan desastroso como el de Cornellà, por ejemplo, pero tampoco hay que pensar que las fuerzas estuvieras lo suficientemente igualadas para pensar en un puntito como mal menor. Este Valencia arrastra problemas que empiezan a crear más confusiones de las deseadas. Si haces pocos goles, el fútbol brilla por su ausencia y, encima, das las facilidades como las que se exhibieron este domingo, apaga y vámonos. Ni Nuno acaba de acertar a combinar lo de las dos competiciones ni sus jugadores parecen cogerle el aire a lo que el entrenador les dice en la pizarra. Unos y otros andan en un mar de dudas y cuando das esa sensación a equipos del empuje del Athletic, acabas desapareciendo en combate.

Ya el inicio del encuentro que hizo el Valencia fue algo sospechoso, quizás anticipo de lo que luego iba a suceder. Todavía no se había cumplido el primer minuto de juego cuando Jaume Doménech ya volaba para intentar cazar un chutazo desde más allá de su frontal. En los primeros diez minutos y por culpa de las pérdidas en zonas poco recomendables para ello, al entrenador portugués le empezó a entrar un sudor frío que no le abandonaría hasta el pitido final. El Athletic empezó y acabó igual, apretando, buscando seguramente un estado de confirmación que no tenía hasta la fecha. Aunque viendo el marcador pueda resultar extraño y pese a la capacidad de Valverde en la dirección, no andaban por Bilbao muy seguros de lo que sería capaz su equipo de hacer. Se temía al Valencia más de lo que la clasificación podía invitar a pensar. No sabían que el ayer equipo blanco tiene unos vaivenes que producen vértigo.

Aún así, y después de ese inicio potente del conjunto vasco, el Valencia fue poco a poco avanzando metros. Un paso tras otro y siempre con espacios por delante para correr, empezaron a despertar. André fue el primero en probar fortuna desde la frontal, le imitaría poco después Feghouli arrancando desde la izquierda para golpear con la derecha y en una de esas arrancadas con Bakkali poniendo el turbo, llegó la falta por zancadilla muy cerca de la esquina derecha del área local. Parejo cogió el balón, golpeó con su pierna derecha fuerte y con una mala baba asombrosa que provocó un efecto demoledor para Iraizoz. Cuando el meta rojiblanco se quiso dar cuenta el esférico ya estaba varios centímetros dentro de su portería. Un golazo, desde luego, porque el capitán sabía donde la tenía que poner. Quizás de eso habló con sus padres horas antes cuando en el hotel de concentración recibió la visita de su familia. A ellos, a su futuro bebé y a las decenas de aficionados valencianistas que en aquella esquina estaban les dedicó este chupinazo que, visto lo visto, pasó después desapercibido.

El Valencia dio la impresión de haber conseguido sobreponerse a los hechos. De un inicio dudoso a dominar el marcador. Llegaron entonces los mejores instantes para los de Nuno, los únicos de todo el encuentro. Toque por aquí, toque por allá, haciendo ancho el campo, moviéndose con soltura y desquiciando a un Athletic agobiado por sus propias circunstancias. Todo estaba de cara porque el Athletic parecía haber perdido un poco el guión. Pero lo encontró pronto. Demasiado pronto quizás. En un córner, para ser más exactos. Quien no sepa que el Athletic exprime la estrategia a balón parado es que conoce bien poco cómo se las gastan por aquí. Aún debe estar pensando Mustafi qué se le pasó por la cabeza cuando dejó completamente solo a Laporte en el segundo palo. Cierto es que Negredo peinó el balón en su intento de despeje pero el despiste del central alemán fue mayúsculo. El remate del defensor rojiblanco fue sencillo.

Eso y la pifia de Negredo nada más reiniciarse el juego en el segundo tiempo resultaron decisivos. El delantero, en la única aparición que tuvo, hizo lo más difícil. Feghouli se la puso de cine entre los centrales, pero Negredo cayó por el lado derecho y con su pierna mala, a pesar de tener a Iraizoz batido, la mandó fuera. Fue el inicio de la hecatombe. De darle otra vez en el pescuezo al rival a arrodillarse ante él. El Valencia se hundió en su propio lodazal, el de la impotencia y hasta en el de la dejadez.

A la hora llegó el 2-1 con la jugada por excelencia vasca. Balonazo del portero, peina Raúl García, Aduriz se la deja a Susaeta y gol, con la defensa valencianista echándose unos a otros la culpa. Entre Cancelo y Vezo. Ya por entonces el equipo había sufrido ese apagón total. Desconexión. Por increíble que parezca, el Athletic siguió jugando a lo suyo y el Valencia interpretando un papel de comparsa. No se cayó en el ridículo pero casi. El tercero fue una anécdota. Vaya panorama.

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