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Los dos goleadores del partido, Rodrigo y Negredo, celebrando el primer gol.
Goleada para la autoestima
Fútbol | valencia cf

Goleada para la autoestima

Negredo deja resuelta la eliminatoria de Copa con tres zarpazos al Granada

Juan Carlos Valldecabres

Miércoles, 6 de enero 2016, 13:20

Han pasado 38 días desde que Nuno cavara en el Pizjuán su propia fosa y terminara además con la paciencia de Peter Lim. Semanas atrás había perdido también la confianza de los jugadores. Era tal el tufillo que despedía el vestuario blanquinegro que seis semanas después se agradece la brisilla que entra gracias a la Copa y a un rival desorientado y condescendiente atrás. La goleada carga de autoestima a un grupo necesitado de sensaciones y satisfacciones propias. El Valencia tan sólo deberá cumplir unos mínimos en la vuelta la semana que viene para participar en los cuartos y para ilusionarse de una vez por todas de que todavía hay motivos para no tirar la temporada a la basura.

Nuno se estrelló el año pasado en los octavos. Neville ya puede presumir de algo si un día Peter Lim decide juntarlos de buen rollo. Pero el inglés sabe de sobra que el Valencia aún está en proceso de maduración. El 4-0 resuelve holgadamente la eliminatoria pero no soluciona algunas de las cuestiones que tiene el equipo pendiente. Lo mejor, con diferencia, ver sonreír y con motivos a Álvaro Negredo. Tres días antes, Mestalla poco menos que le responsabilizó de no haber podido dar la satisfacción a Florentino para que se cargara a Benítez. Ayer tarde, en cambio, se pegó su particular festín. Es verdad que dos de sus tres goles fueron de penalti, pero también es cierto que se curró el 1-0 y también el cuarto cuando forzó el paternal abrazo de Doria dentro del área.

Ojalá tanto Negredo y sus compañeros como Neville le cojan de verdad gusto a la Copa. Pese a que el equipo teóricamente estaba salpicado de teóricos suplentes, al Valencia le dio margen suficiente para agujerear el entramado de Sandoval. No fue ni mucho menos un partido excelso desde el punto de vista global pero no admite discusión la tremenda efectividad mostrada por los valencianistas. Aún pudieron hacer incluso alguno más porque Rodrigo y Mina tuvieron buenos servicios para ello.

El Granada, con defensa de tres, tocó aceptablemente bien a veces pero se olvidó de estrechar el campo. Eso le vino de perillas al Valencia, que en algunos momentos se llegó incluso a gustar más de la cuenta. Hasta Barragán tiró de caño en el área rival en los últimos instantes.

Bueno es que el Valencia crezca en sus convicciones futbolísticas. Todavía le cuesta, no obstante al grupo, aplicar la presión tan alta que una y otra vez demandaba desde la banda el entrenador. Lo hizo en diferentes momentos, pero siempre escuchando el toque de corneta lanzado desde el banquillo. Quiere Neville un equipo mucho más agresivo, que abarque más terreno de juego y que obligue al rival a jugar incómodo desde el inicio. Por eso llegó el primero de Negredo, por la cabezonería del delantero en quitarle el balón al inocentón de Mainz. Se lo birló casi al borde del área y esta vez sí acertó a ajustársela con la izquierda a Kelava. A los siete minutos ya estaban todos los secretos despejados.

El Granada iba a confiar siempre en la interesante velocidad de Peñaranda ante una defensa del Valencia a la que le cuesta más de la cuenta ajustar sus marcas, mientras que Mestalla se preparaba para seguir abriendo los regalos de sus atacantes. Tuvieron los andaluces sus intentos pero unas veces por errores propios y otros por Ryan, al final nada de nada.

Esta vez, con Javi Fuego haciendo de Javi Fuego, y Parejo y Enzo en los vértices, los valencianistas disfrutaron de momentos de cierta inspiración, gracias sobre todo a las ganas que Santi Mina -por fin despierta el chaval- y Rodrigo empezaban a derrochar. El de Mina fue uno de los partidos más completos desde que está en Mestalla. Jugó por la izquierda: dio un gol a Rodrigo (2-0) y provocó con picardía el primer penalti (3-0).

Al Valencia le salió de medio del campo para adelante prácticamente casi todo. Como en los buenos tiempos. El Granada defendía sin agobiar y eso está bien, pero para el que tiene delante. Sobre la marcha, Enzo y Parejo llegaron a cambiar sus posiciones, pero los andaluces estaban a otra guerra. Fue el argentino el que puso mucho de su parte para que el encuentro transcurriera de la forma que transcurrió. Como siempre, la tarjetita amarilla. Para no perder la costumbre. Pero lo compensó en esta ocasión con un buen manejo en los servicios. Le dio la asistencia a Mina en la jugada del segundo tanto y otro pase muy bien intencionado en la segunda mitad. El público supo recompensar el nivel exhibido por el internacional argentino cuando Neville lo retiró, seguramente pensando en la titularidad que le dará en Anoeta el domingo. No conviene tampoco abusar de las fuerzas.

Lo quitó pasada la hora de partido, cuando ya estaba todo en el cauce correcto. Neville fue el primero que lo vio claro ya en el descanso. Por eso concedió tregua a Parejo y cambió el sistema. Del 4-3-3 al 4-2-3-1. Está bien. Eso demuestra que el inglés es capaz de ajustr guiones sobre la marcha. Con esta variación Enzo y Fuego jugaban a la misma altura, protegiendo el centro ante la posibilidad de un mayor descaro por parte contraria. Por fortuna, los de delante siguieron a lo suyo, metiendo velocidad al asunto y la dosis justa de inspiración.

Entrarían después Zahibo para mantener la proporción de músculo y De Paul para seguir mareando a la inconexa retaguardia granadina. Por eso no sorprendió a Mestalla que llegara el tanto definitivo. Si hace semanas Alcácer desafió a Parejo por tirar un penalti, esta vez De Paul se lo pidió por amistad a Negredo, Piatti tiró de galones ante De Paul y al final, por aclamación popular y por insistencia de un alucinado Neville, fue Negredo el que lo acabó marcando. A Nuno se le atragantó entonces el roscón.

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