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TONI CALERO
Sábado, 16 de abril 2016, 21:27
Sólo las trampas del fútbol, esos tropiezos inesperados y victorias conseguidas al son de un estadio en llamas explican cómo ha cambiado el cuento en apenas una semana. Necesitó el Valencia cerrar filas y el empuje de todo su entorno para ganar el Sevilla y enterrar -casi- definitivamente el miedo al descenso. En Barcelona todo era idílico. El Atlético peleó en el Camp Nou pero se fue derrotado (2-1) en la ida de los cuartos de final de la Champions. En Liga, los de Luis Enrique acudían a San Sebastián para cumplir el expediente, llevarse los tres puntos y mantener su clara ventaja sobre los dos equipos de la capital. Pero Oyarzabal marcó, las estrellas del Barça no hicieron acto de presencia y Luis Enrique veía desde el banquillo el tercer partido de sus hombres sin conseguir la victoria. Luego llegaría la eliminación europea y la crisis abierta en el Camp Nou. Porque enganchar cuatro duelos sin triunfo para el conjunto azulgrana significa, visto lo visto en el último año y medio, casi un imposible.
Ahora, la necesidad real es del Barcelona y la ilusión de pescar en río revuelto, del Valencia. «Nunca tengo miedo antes de un partido. Siempre los afronto como una oportunidad», aseguró Ayestarán sobre el duelo de esta noche. Ese arranque de confianza está bien, pero viene motivado, qué duda cabe, por el rocambolesco gol de Negredo cuando el partido moría contra el Sevilla. Las aguas bajan más tranquilas por Valencia, preparada y con ganas del fin de la temporada y ver cómo se afronta el verano, si Ayestarán se ganará la renovación, hasta qué punto se remodelará la plantilla...
El duelo llega envenenado para el Barcelona, causante de una de las mayores afrentas para el Valencia en los últimos años. El 7-0 en la ida de las semifinales en la Copa del Rey fue la puntilla para Gary Neville (todavía pocos entienden que siguiera en el banquillo de Mestalla tras la goleada) y un partido en el que quedaron retratados varios futbolistas blanquinegros. Técnico y equipo tocaron fondo esa negra noche en Barcelona y hoy tienen la oportunidad de resarcirse. «El 7-0 está olvidado, pero es cierto que tenemos una espinita clavada», admitió Santi Mina. Y es normal e incluso obligatorio. Como él sienten el resto de jugadores de la plantilla, que se desplazan esta misma mañana a la ciudad Condal porque Ayestarán optó por no hacerlo ayer, como es habitual.
En la lista de 18 del entrenador vasco no están los lesionados Bakkali, Piatti y Cheryshev. Por decisión técnica se quedan en casa Jaume y Vezo (la pasada jornada le tocó el turno a Santos, que finalmente estuvo en el banquillo por la lesión a última hora de Piatti), mientras que Feghouli no estará disponible hasta después del encuentro ante el Eibar por el castigo del club. Ayestarán recupera para la causa a los dos laterales que empezaron el curso como titulares, Joao Cancelo y Gayà, aunque en principio parten con más opciones de estar en el once Barragán y Siqueira. Parejo y André Gomes parecen fijos, por lo que Enzo Pérez y Javi Fuego se juegan el puesto en el mediocentro.
El Barcelona, por su parte, va con todo. Ya no le queda otra. Aún aspira al doblete y el Real Madrid se puso ayer a un punto tras ganar en Getafe. Luis Enrique alineará a su once de gala con el temido tridente (Messi, Neymar y Luis Suárez) como amenaza constante para Diego Alves y compañía. No está el exvalencianista Mathieu pero sí Jordi Alba. Y Sergio Roberto recupera el lateral derecho en detrimento de otro Alves, Dani, señalado en la Champions.
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