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Mario Alberto Kempes. :: irene marsilla

Los perdigones del Matador

El Trofeo Naranja de hace 40 años tuvo como aliciente el debut de Kempes

MOISÉS RODRÍGUEZ

Sábado, 13 de agosto 2016, 22:01

«Como Mario Kempes está en forma, esperamos que juegue el próximo lunes el primer partido del Trofeo Naranja». Palabra de Ramos Costa, entonces presidente del Valencia, hace ahora 40 años, durante la presentación del Matador. Sin embargo, el que con el tiempo se convertiría en uno de los iconos del club de Mestalla no tuvo precisamente un inicio suave en su andadura en España. Su estreno en el mencionado trofeo veraniego fue para olvidar: erró dos goles cantados y una pena máxima decisiva en la semifinal frente al CSKA, que se metió en la final en los penaltis. «Entre el viaje desde Madrid, ese partido y lo de Motilla de Palancar, yo quería volverme para casa», recuerda con sorna el argentino.

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Hace cuatro décadas no había ni AVE ni buenas carreteras que uniesen Madrid y Valencia. Cuando vino desde Argentina para cerrar su fichaje, aterrizó en Barajas. «Me recogió el presi con su Mercedes. Tardamos seis horas en llegar», recuerda el argentino. Pararon en Motilla de Palancar, y comieron perdices. «A mí no me gustaban», subraya. Aquel almuerzo que debió ser anecdótico acabó dando un buen sobresalto a Ramos Costa y al resto de la directiva al día siguiente.

Es más, fue una mañana convulsa en las oficinas. Primero, en las negociaciones para cerrar la salida de Keita, que debía dejar una plaza de extranjero para que el Valencia pudiese inscribir a Kempes. «Yo creo que lo tenían más o menos encarrilado. Está claro que mi traspaso no fue el de Pogba, pero el club hizo una inversión importante para la época. No creo que la hubiesen hecho sin tenerlo encarrilado», indica el argentino. El gran susto llegó con la revisión médica, que en esta ocasión no tuvo nada de protocolaria.

Durante el chequeo, los facultativos observaron unos puntos negros a la altura del estómago de Kempes. Saltaron las alarmas. Todo estaba bien, pero aquello no era normal. «Vieron esos puntos a la altura de la panza y los médicos se preocuparon, hasta que caímos que eran los perdigones de las perdices del día anterior. ¡Nos las habíamos comido con munición y todo!», comenta entre risas Mario Alberto Kempes.

Superado este percance, el Matador estampó su firma en el contrato y fue presentado, ya vestido por primera vez como valencianista. «El jugador quiere mejorar, pero en mi caso es un deseo más futbolístico que económico», aseguró Kempes en aquel acto.

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«Fuimos conformistas»

Aún hoy, el argentino considera que aquel Valencia tenía un enorme potencial. «Ramos Costa y Pasieguito fueron los que armaron el equipo», afirma. El equipo de Mestalla empezó bien la Liga, hasta que rindió visita al Barcelona. «El 6-1 nos devolvió a la realidad. Manuel Clares, que hasta entonces no había jugado mucho, nos endosó cinco goles», comenta el Matador, que hace autocrítica: «La verdad, teníamos bloque para hacer mucho más, pero fuimos conformistas».

Ese primer Valencia de Kempes acabó séptimo en la Liga. El argentino rubricó 24 goles y fue pichichi del campeonato doméstico. Una cifra más que aceptable con la que el Matador empezó a ganarse el corazón de Mestalla, a pesar de que el equipo no había estado donde se esperaba. Luego lideraría una etapa gloriosa, con la consecución de la Copa del Rey, la Recopa y la Supercopa de Europa.

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«Siempre he sentido el cariño del público, a pesar de que el Valencia ha sido un club muy especial. En muchas épocas no te hacía sentir como a alguien que le ha dado mucho a la entidad», comenta el argentino, que añade: «Eso ahora está cambiado, el club se está preocupando más por ese aspecto social».

Kempes reitera que para él no es necesario el título de embajador para defender al Valencia: «Yo siempre lo he hecho porque me he sentido siempre muy querido por el público de Mestalla». Se lo ganó a pulso. Desde que aterrizó en Barajas.

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