HÉCTOR ESTEBAN
Domingo, 9 de abril 2017, 08:49
El tercer gol del Valencia CF en Granada será uno de los tantos de esta temporada. La vida en un rondo. Excelente. El balón fue de ida y vuelta, 102 segundos de dominio, 38 pases y un tiro a puerta de Santi Mina para marcar y sentenciar el partido ante el Granada, un equipo que no quiere salvarse. La jugada fue la confirmación de que el Valencia se ha liberado. De la presión y de la culpa, de los que señalaron al vestuario como causa del fracaso. Del fuori de Prandelli. Los jugadores han encontrado oxígeno en el respaldo de Voro, el entrenador que los ha entendido, que los ha llevado a asimilar de que no eran tan malos, de que era posible terminar la temporada con dignidad.
Publicidad
El Valencia salió de Granada con la perfecta trinidad. Cerró la semana con tres victorias, tres puntos por partido y tres goles por encuentro. En Los Cármenes se vio uno de los encuentros más completos del año. La primera pregunta que se tuvo que tragar Voro en la rueda de prensa posterior al partido versaba sobre las facilidades dadas por el equipo de Alcaraz. Los de Mestalla no han tenido un partido fácil en una campaña para olvidar. El detalle está en haber soltado lastre. Lo hace todo más sencillo.
Es cierto que la torre de Babel del Granada es ridícula. Un esperpento que es imposible que se mantenga en Primera. El fútbol de Alcaraz es paleolítico. A los diez minutos, el nazarí ya le vociferaba a Ingason, un bacalao islandés que se derretía en defensa. Un islandés en una mañana primaveral andaluza es antinatural. El Granada pagó la ignorancia geográfica de su entrenador.
La exigencia de la semana obligó a revolucionar el once. La gran sorpresa fue Medrán. No ha contado para Voro pero ayer el chico dio un paso al frente. Actitud. Es su único camino si quiere seguir en el Valencia. Jugó, templó y combinó para no desentonar junto a Parejo y Carlos Soler. No es fácil situarte al nivel de dos bestias que supuran fútbol. Medrán aguantó el tipo. El técnico por fin pudo dar sentido a su once. Nadie jugó a pierna cambiada excepto Soler. Es de los pocos que tienen la licencia de la anarquía. Donde esté, el chico es sobresaliente.
El Granada compareció a vida o muerte y se agarró al suicido. Nunca dio la sensación de querer ganar el partido. La salvación no va con unos jugadores que la temporada que viene ya no estarán allí. La condición de cedidos es una condena.
Publicidad
El día era propicio para Zaza. El cuerpo técnico trabaja semana a semana con el italiano para que abandone el pluriempleo. Su labor está en el área, donde hace daño, y no en la búsqueda y recogida de balones tribuneros. Es letal en el felpudo de la portería. Ante el Celta, su taconazo a Cancelo fue en los terrenos donde se hace daño. Ayer hizo doblete en tan sólo dos minutos. Dos golpes que hicieron caer a los de Lucas Alcaraz a la lona.
El primer tanto fue de cabeza. Zaza, descomunal, entró a por todas para recoger un centro desde la derecha de Montoya. Por cierto, el oficio del catalán ha hecho que esa banda sea de su propiedad. Dos minutos después, Santi Mina metió otro balón en el área para que Zaza se lanzara con los pies a marcar el segundo. Se pudo llevar el balón a casa ya en la primera parte pero se topó con Ochoa en la oportunidad más clara que tuvo.
Publicidad
A esas alturas, Los Cármenes ya bullía contra la propiedad china y contra Lucas Alcaraz, que a la media hora cambió a Ingason para meter a Boga. A partir de ahí el Valencia fue un rodillo con fútbol. El Granada ya tenía bastante con lo suyo. La grada alterada y el susurro del descenso en el oído. Los de Voro empezaron a gustarse. Parejo, liberado de silbidos y sentencias, es fútbol puro. Carlos Soler, la gran noticia de la temporada. El chaval es oro puro. Atrevido y efectivo. Maravilla cada partido. Siempre un paso más. Ayer hubo momentos en los que el partido discurría bajo su dictadura. Con Parejo y Medrán como aliados.
Alcaraz movió el banquillo en la segunda mitad. Ponce por Kravets. De nada sirvió. A los diez minutos, el rondo interminable mató el partido. Participaron casi todos los jugadores. Toques de ida. Cancelo volvió a empezar desde la línea de fondo del Granada. El balón volvió a los terrenos del Valencia. Y desde ahí, desde la defensa, se volvió a construir para que Soler metiera una marcha más y regalara un balón al punto de penalti para el remate a gol de Mina.
Publicidad
La sensación era de goleada. Alcaraz taponó la vía de agua con la entrada de Samper. Retiró a un central para tratar de contener al Valencia desde el juego del balón desde atrás. Un resbalón de Alves fue su aliado. La pelota la recogió Ponce para marcar de tiro cruzado. El argentino, uno de esos veinteañeros prepotentes y maleducados que amenazan con ser una lacra en el fútbol, mandó callar a la grada como si estuvieran juzgando a Maradona. Un gesto de tonto del bote. El gol, la única tabla de salvación a la que se podía coger el equipo local para remontar con el empuje de su afición, derivó en el efecto contrario por su estúpida celebración. La parroquia local jaleaba cada patada que recibía su delantero centro. El Valencia, tras unos minutos de cierta presión local pero sin perder el control, serenó otra vez el partido. Soler se hinchó a meter pases al hueco y Munir tuvo dos clarísimas. Casi iguales. La primera fue al cuerpo de Ochoa; la segunda, fuera por centímetros. Los quilates de los delanteros se pesan por la efectividad de sus decisiones. Munir no puede errar oportunidades tan claras si quiere ser un atacante de referencia. Ochoa también sacó la guinda de Soler. La vuelta de la expedición fue relajada. El debate sobre el entrenador sigue abierto mientras Voro hace su camino.
más valencia cf
más valencia cf
A partir de ese momento, el público acusó a Lucas Alcaraz de todos los males de su equipo y pidió la dimisión de la directiva asiática que mal gobierna el Granada. Tan desesperado está el técnico nazarí que a la media hora metió a Boga en el campo por Ingason. En el minuto 36 la tuvo Kravets para recortar pero se le fue ajustada al palo. Las contras del Valencia fueron muy peligrosas los ataques del Granada inocentes con disparos muy lejanos. Hubo bronca para el Granada y gritos de fuera, fuera.
Publicidad
La vuelta del descanso sirvió para aumentar la ventaja gracias a una de las jugadas de la temporada. Más de cuarenta toques para que un centro de Soler lo rematará a gol Mina. Caviar puro frente al desastre granadino. Sólo un error involuntario de Alves, que se resbaló al sacar de puerta, metió al Granada en el partido con un gol de Ponce, que tuvo el atrevimiento de marcarse un Cancelo al mandar calla a la grada. Ridículo.
A partir de ese momento, la afición la tomó con razón con el delantero. Hasta las faltas contra él se aplaudían. El Valencia pudo ampliar la ventaja. Munir tuvo dos clarísimas y Ochoa sacó una de Soler. Voro sumó su tercera victoria consecutiva.
Noticia Patrocinada
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.