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Anil Murthy está convencido de que la junta de accionistas que esta tarde celebra el Valencia en la Feria de Muestras se ventilará por la vía rápida. Y no le falta razón. Con Meriton todo ha cambiado y los de Singapur han sido capaces de convertir la agitación habitual de las asambleas valencianistas en un mero trámite burocrático. A pesar de eso y aunque el éxito de la Champions ayuda, Murthy –Lim– llega esta vez tan tocado que desde el club han intentado tomar algunas precauciones para evitar el azote a la presidencia. Entre las medidas que se han tomado –alguna de inocente calado– y tal y como se sospechaba desde hacía días, Anil Murthy se ha guardado un as en la manga. Posiblemente el único capaz de desnivelar a favor de Lim el respaldo popular. Se trata del nuevo Mestalla, un asunto que cuelga desde febrero de 2009 y del que el máximo accionista ha logrado escabullirse año tras año. El anuncio de que se acepta la propuesta presentada para hacerse con el terciario del terreno del viejo estadio solventará el problema para cerrar aparentemente el acuerdo con ADU.
Desde ADU (la cooperativa que ha puesto en marcha toda la operación urbanística) se instaba al club desde hacía semanas a pronunciarse lo antes posible, fijando siempre la junta como fecha tope, ya que los plazos previstos saltaron por los aires en octubre. Ayer, ADU negaba de manera tajante que el acuerdo estuviera cerrado pero de la misma manera trasladaba al Valencia la responsabilidad de ofrecer datos sobre el estado real de las negociaciones. ADU es la primera interesada en ganar terreno a la incertidumbre. Y el club optó por una vía intermedia, poniendo énfasis en que será el propio Murthy el que esta tarde ofrezca la versión oficial al respecto. El Valencia necesita creer que las garantías presentadas serán suficientes para poder desbloquear la venta del solar que supondrá un ingreso superior a los 113 millones de euros. La fórmula de la cooperativa para las viviendas es la única que ha convencido a Deloitte y a Lim.
El terciario, hay que recordar, afecta a 41.000 metros cuadrados y estaba pendiente de adjudicar después de que el proyecto de la Real Acequia de Mestalla tuviera buena acogida para esos 55.000 metros cuadrados de uso residencial (los cooperativistas pagaron 3.500 euros por la reserva). Al accionista del Valencia, lógicamente, lo que de verdad le preocupa es si algún día, antes de que Lim venda sus acciones y se vaya, el Valencia se habrá trasladado al nuevo Mestalla y en qué condiciones. Ahora bien, para autorizar definitivamente Lim la venta del viejo estadio es necesario blindar todos los cabos para evitar el riesgo de quedarse al descubierto.
El aroma de todo esto deja a los accionistas con demasiadas dudas. Pero se sabe que un anuncio de este calado siempre encontrará el aplauso fácil y generoso del auditorio, el mismo que acogió con tanta sorpresa como docilidad cuando Layhoon anuncio que todo se paralizaba. Ayer mismo, el presidente de la Asociación del Pequeño Accionista, Vicente Vallés, ponía énfasis precisamente en esta cuestión del estadio apuntando por donde puede discurrir el sentir de los asistentes. «Sí o sí deben terminar el estadio. ¿De verdad lo quieren acabar? Es más importante para el valencianismo resolver el tema del Mestalla que entrar o no un año en Champions».
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