Secciones
Servicios
Destacamos
Quince años. Cinco mil seiscientos dos días. Ese es el tiempo que lleva detenido el que iba a ser el estadio del Valencia, que se ha convertido en la historia de un despropósito. Ya son muchos los que apodan a la mole de las Cortes Valencianas como «la Sagrada Familia de Valencia». El comunicado del club advirtió en su día que la decisión de detener las obras no suponía «un parón definitivo», sino que se trataba de «una decisión temporal».
Los más de 170 millones de euros gastados son una inversión ruinosa. El símbolo de una de las mayores vergüenzas urbanísticas, que tuvo además un hecho luctuoso, sucedido en mayo de 2008. Nelson Rocha, Luis Medardo, Enrique Pradas y José Vilanova son los nombres de los cuatro trabajadores que perdieron la vida en la obra del nuevo Mestalla al ceder un andamio. Sus nombres no deberían quedar en el olvido en esta sociedad, que devora el pasado a velocidad de vértigo. Por ello, allá va un repaso a lo que ha ido sucediendo con el estadio en estos últimos años.
10 de noviembre de 2006. Los delirios de grandeza de Juan Soler llevaron a presentar la maqueta del estadio en sociedad con sonido de violines y músicos vestidos de frac. El proyecto costaría 350 millones, tendría un aforo de 75.100 espectadores y 3.450 plazas de aparcamiento. Iba a ser el mejor de Europa e iba a acoger finales de Champions. Iba a estar para la temporada 2009-10. Aquello mutó en una temeridad que el Valencia sigue pagando cada año en sus cuentas. Los trabajos de los obreros se iniciaron en agosto de 2007, con una cubierta de aluminio en mente. Desde el inicio se mantiene el compromiso de construir un polideportivo para el barrio de Benicalap junto al estadio. En 2008 llegó el primer cambio en el boceto: reducción a 72.032 butacas con fachada y cubierta metálica, ya que no se tenía la financiación para finalizar el plan original.
Miércoles 25 de febrero de 2009. El Valencia marcha 5º en Liga en la primera temporada de Emery y estaba vivo en dieciseisavos de la Copa de la UEFA tras empatar 1-1 en la ida ante el Dínamo de Kiev. Un día después, caería eliminado en Mestalla por el 2-2 de la vuelta. Jugaron César, Del Horno, Alexis, Albiol, Marchena, Maduro, Fernandes, Silva, Mata, Villa y Morientes. Entonces el Barça de Guardiola avanzaba imparable rumbo al sextete liderado con un Messi que todavía no había ganado ninguno de sus ocho balones de oro y Cristiano jugaba en Manchester antes de vestir de blanco. Así lucía el mundo cuando Vicente Soriano, el entonces presidente del Valencia, sacó las grúas de la obra del nuevo Mestalla al ser incapaz de cumplir con los pagos pendientes a FCC y Bertolín, la UTE que alzaba el estadio.
Un año después, con la entrada de Manuel Llorente en la presidencia del club, se realizó una nueva revisión del proyecto, con un presupuesto más «austero y realista». Un año después, se dibujó un intento, bajo el paraguas de Bankia, que incluyó una nueva cubierta de vidrio azul mucho más económica que aquella de Soler, donde sobre la silueta del río Turia se iban a identificar los barrios de la ciudad. Aquel proyecto con el banco saltó por los aires en 2012 cuando estalló el caso Newcoval, con Rodrigo Rato al frente, y Bankia fue intervenida por la Unión Europea.
Noticia relacionada
Juan Carlos Villena
En 2013, Amadeo Salvo llegó a la presidencia del Valencia desde la Fundación. Ese año, el estudio de Mark Fenwick —el arquitecto que habrá cobrado más por rediseños de un mismo proyecto sin ejecutar— presentó un estadio con 61.500 asientos y 100 millones de presupuesto, de nuevo, con fachada de aluminio y una cubierta que sólo cubría tres cuartas partes del aforo. El aparcamiento se veía reducido a 240 plazas. Aprovechando una gira veraniega, Salvo acudió a Nueva York y Miami buscando mecenas que lo financiaran. Sin éxito, por supuesto. Mientras, la Generalitat había lanzado el plan Valencia Dinamiza que incluía una Actuación Territorial Estratégica, la famosa ATE, por la que el club se comprometió a finalizar el estadio en mayo de 2021.
Fue por aquel entonces cuando llegó la gran mentira del proceso de venta. Aurelio Martínez aseguró que Peter Lim compraría el solar del actual Mestalla por 150 millones de euros si no llegaba ninguna oferta por ese importe. Porque el siguiente capítulo llegaba justamente en 2014 con el desembarco del magnate de Singapur, que se hizo la famosa foto en el interior del recinto. Una década después, no ha cumplido sus compromisos a pesar de que cuenta con 80 millones de CVC metidos en un cajón para financiar parte de la obra. Nunca ha querido terminar el campo.
Noticia relacionada
Meriton ha ido menguando las cifras para optar por un estadio low-cost. Tuvo que venir Layhoon a Valencia en 2017 para decirle a Ribó que el estadio tendría una piel curvilínea de tubos de acero y una lona que cubriría las gradas. El aforo, de 64.584 espectadores, fue rechazado por Urbanismo. El último proyecto llegó en enero de este 2024. Con un aumento mínimo hasta los 70.044 espectadores y una reducción drástica de las plazas de aparcamiento hasta las 882, el Valencia intentó convencer a las instituciones con el 'Tholos' griego, que contaría con pilas de acero que sostienen la fachada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.