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El boceto original del nuevo Mestalla antes de las modificaciones introducidas por el Valencia para abaratar costes. EFE
El nuevo Mestalla vuelve al punto cero

El nuevo Mestalla vuelve al punto cero

La alcaldesa exige al Valencia que se adecue al proyecto inicial de lujo con más de 70.000 espectadores. El club envía una carta al Ayuntamiento en la que insiste con la licencia para empezar en seis meses las obras del coliseo de Cortes Valencianas

Viernes, 26 de abril 2024

Acción. Reacción. La que tuvo ayer el Valencia a las exigencias que verbalizó la alcaldesa de Valencia y que devolvía el nuevo estadio al punto cero, a 2006, cuando Juan Soler presentó el que iba a ser el mejor estadio de Europa y que poco tiempo después se quedó anclado en la nada. Catalá, el jueves, mostró un endurecimiento de su postura y advirtió de que se volvía al plan urbanístico de 2005 y 2007 con un estadio cinco estrellas y de un aforo superior a los 70.000 espectadores. Además, aseguraba que no podía acometer la auditoría porque la única información aportada por la entidad era de un folio y requería al club a que indicara los plazos de la obra (cuándo empezaría y cuándo terminaría). Pues bien, el Valencia decidió contestar de inmediato. Ayer por la mañana envió una carta en la que refiere particularidades del estadio, plazos y, sobre todo, reclama la licencia de obras y actividad para que regresen los obreros al coliseo. Aeste respecto, Catalá indicó que la solicitud de licencia se realizó en enero y quedaban dos informes, uno de Movilidad y otro de Emergencias de la Generalitat, para poder concedérsela al Valencia.

El club blanquinegro insiste que la licencia proyectada contempla una capacidad de aficionados superior a los 70.000 y que una vez esté acabado tendrá una categoría 4 para la UEFA (la antigua 5 estrellas). Se trata de la máxima consideración, como así venía definido en los proyectos iniciales que luego fueron variando conforme llegaba la crisis.

En la misiva, el club blanquinegro asegura que el coliseo tendrá la capacidad técnica para implementar una pista atletismo y contempla una solución técnica que permita contar con ella en competiciones de la IAAF. Era una exigencia fijada en los primeros bocetos del estadio pero que luego se dejó en el cajón conforme los proyectos iban menguando.

En cuanto a los plazos, el Valencia afirma que su intención es iniciar las obras a la mayor brevedad posible dentro del plazo legal de seis meses desde el otorgamiento de licencia de obras y que los trabajos se acometan entre los 30 y 42 meses desde que entre el primer obrero al recinto. No es la primera vez que el la entidad de la avenida de Suecia reclama la licencia y fija estos plazos. Ya lo hizo en la carta de intenciones remitida por el club a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para confirmar la candidatura de la ciudad a ser sede del Mundial de 2030. Según la misiva firmada por la presidenta, Layhoon Chan, «sujeto a la efectiva recepción de la licencia de obras y de la aprobación de los instrumentos de planeamiento afectos a la parcela donde se ubica el nuevo Mestalla (plan ATE), se estima que el Valencia CF estará en disposición de empezar las obras en un periodo de seis meses».

En el escrito de ayer, además, el club transmitió al Ayuntamiento que para poder acabar las obras de las escaleras de acceso al graderío superior en la zona norte y concluir la totalidad de las obras es necesario que la zona terciaria haya concluido los trámites administrativos.

Y para que la zona terciaria avance como quiere Peter Lim son necesarias las fichas urbanísticas. Tomarán protagonismo el 9 de mayo tras citar la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, al resto de grupos municipales a una reunión para tratar el futuro del documento que especificará las características de la propiedad (en este caso el coliseo deportivo y los terrenos adyacentes). En el caso concreto del club blanquinegro, las fichas blindan legalmente los activos inmobiliarios del club que quedaron en un limbo jurídico tras la caducidad de la actuación territorial estratégica (ATE), situación refrendada jurídicamente hace escasas fechas. Con las fichas, el Valencia dispondrá de los aprovechamientos tanto en el nuevo como en el viejo recinto siempre y cuando cumpla una serie de condiciones, como es el polideportivo de Benicalap y que se acabe de construir, por fin, el coliseo de Cortes Valencianas.

En el acuerdo quedaba fijado que el Valencia pagaba 9,8 millones por la instalación deportiva del barrio donde está el nuevo estadio, cuyas obras ejecutará de forma directa el Consistorio. Una vez ingresado el dinero, el gobierno municipal liberará los 41.700 metros cuadrados de suelo terciario, donde se instalarán comercios, oficinas y restaurantes, en dos torres pegadas al recinto deportivo para que pueda venderlo y obtener una cuantía económica (se habla de 30 millones con el acuerdo con Atitlán) que facilitarían el pago de las obras restantes. Sobre este aspecto, el club había anunciado que el importe de los trabajos restantes era de 120 millones, una cifra que no cuadra en dependencias municipales y por eso la intención de una auditoría externa que fije la cuantía real. En estos momentos el Valencia ya tiene en su cuenta los 80 millones del fondo de inversión CVC y unas líneas de crédito de Caixabank (15 millones) y Rights and Media Funding Limited (15 millones).

Pero hay otro hito vital para la recepción de una buena cantidad económica y para que el valor del club se multiplique (una situación que favorecería una posible intención de Peter Lim de vender el club). Se trata del suelo del viejo Mestalla. Casi 30.000 metros cuadrados de terciario y 75.900 de residencial. Dicen los expertos que se trata de los terrenos libres de más valor de la ciudad. Situados en un enclave estratégico. Pero el Valencia no podrá hacer una venta de ambas zonas hasta que finalice la construcción el nuevo estadio en las condiciones acordadas.

¿Y cuáles son esas condiciones? La alcaldesa se remitía al plan urbanístico de 2005 y 2007, cuando la intención era construir un estadio de máximos en todos los aspectos. Pero el diseño del recinto ha ido variando en todos estos años. Son ya incontables las modificaciones realizadas según quién estaba en la presidencia de la entidad y según las posibilidades económicas de cada momento. El momento álgido llegó el 10 de noviembre de 2006, cuando Juan Soler destapaba la maqueta del que iba a ser el estadio de los estadios. Allí, en el Museo Príncipe Felipe, el presidente y Vicente Soriano, su vicepresidente en aquel momento, enseñaban orgullosos el estadio a Rita Barberá y a Francisco Camps. Soler no dejaba de insistir en que sería un campo cinco estrellas y desvelaba las principales características: un aforo de 75.100 espectadores, 3.450 plazas de aparcamiento, zona de ocio, museo, zona vip y un auditorio para asambleas y reuniones. En cuanto al diseño, la cubierta y la fachada eran de aluminio que representaban los barrios de la ciudad y el río Turia. En 2007 se puso la primera piedra y un 25 de febrero de 2009 Vicente Soriano –que había reemplazado a Soler en la presidencia– dio la orden de paralizar la construcción, ya que el club era incapaz de cumplir con los pagos pendientes a FCC y Bertolín, la UTE que alzaba el estadio.

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Desde ese momento los cambios han sido constantes. Entre la primera iniciativa y la última han pasado tan 'solo' diecinueve años. Sigue, eso sí, el mismo arquitecto: Mark Fenwick, el hombre que cíclicamente es capaz de moldear y defender un discurso diferente según las consignas que le digan desde el club. Ante la megalomanía de Soler, las cifras que primero se manejaron en el Ayuntamiento lo dejaban en algo más de 72.000, que es el proyecto de 2008. Es este al que se refiere ahora Catalá cuando habla de volver al plan urbanístico de 2005 y 2007. Amadeo Salvo rebajó el aforo a algo más de 60.000 espectadores y se cargaba el parking de 3.500 plazas. Meriton iba cada cierto tiempo menguando las cifras para optar por un estadio low cost. Pero las administraciones alzaban la voz y tuvo que venir Layhoon a Valencia para decirle a Ribó que el estadio tendría 66.000 espectadores, pero Urbanismo lo rechazó: querían 70.000.

Y el último proyecto llegó en enero de este año. Las novedades, un aumento mínimo del número de espectadores para dejarlos en una capacidad bruta de 70.044 y una reducción drástica de las plazas de aparcamiento, que pasan de las 3.500 iniciales a poco menos de 900 para el público en general. ¿Habrán más? Mientras, volvemos al punto cero.

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