Los números destrozan a Javi Gracia

Joey Lim, Teo Swee Wei y Sean Bai fueron los tres representantes del Valencia en Pamplona. Tras el partido, los ejecutivos de confianza de Peter Lim permanecieron sentados en el palco de El Sadar. Como adolescentes, absortos en sus móviles de última generación. Ni sienten ni padecen. En un club de fútbol normal lo lógico sería que estuviesen en comunicación con el que toma las decisiones, Peter Lim, del que cuentan que ya tiene Whatsapp, para plantearse la destitución del entrenador.

Pero a las 3 de la madrugada en Singapur, y con el presidente Anil Murthy lejos de donde el Valencia, consumado otro ridículo, todo hace pensar que sus interacciones a través de los dispositivos iban por otros derroteros, sobre todo visto que 24 horas después no hay noticia alguna de movimientos. De hecho, desde el club de Mestalla siguen enviando mensajes de confianza en Gracia.

El valencianismo se pregunta si hay motivos más allá de los económicos para mantener al técnico navarro en el cargo. Si el fútbol es de sus aficionados, como dice Murthy, y que hay que «ganárselo», como ayer lucieron los jugadores en sus camisetas, los números dicen que el entrenador navarro es el cuarto peor entrenador en la historia del Valencia. Pero sigue en el banquillo, como después de partidos lamentables en Valdebebas o en el Ciutat de València. Los que grabaron sus nombres en la centenaria historia de la entidad con peores registros fueron destituidos. Pero Gracia sigue diciendo en público que quiere quedarse la próxima temporada en el Valencia mientras desde las islas británicas sueltan que Mourinho podría sentarse en el blanquillo blanquinegro. No se sabe qué situación de las dos sería más surrealista. Aunque con Meriton nunca se sabe.

El preparador navarro es el cuatro técnico con peor ratio de victorias en Liga si se tienen en cuenta entrenadores de 15 o más partidos dirigidos. Koeman logró 4 victorias en 22 encuentros, lo que supone un 18%; un punto más alcanzó Neville con 3 victorias en 16 partidos. Valdez llegó al 23% de choques ganados (5 de 23) y Gracia sólo ha sumado 8 victorias en 32 partidos, lo que supone un 25%. Con los encuentros ganados, sumados a los 11 empates y 13 derrotas, el Valencia de la 20-21 suma 35 puntos, lo que le convierte en el tercer peor de toda la historia tras aquel equipo que descendió y el que casi regresa a Segunda en 1983. Es decir, el que menos ha sumado desde que la competición es de tres puntos.

Con estos datos es lógico que el Valencia no tenga todavía asegurada su plaza en Primera la próxima temporada. Quizás es que Lim todavía no ha visto la clasificación. O no sabe qué hacer. Una idea se la puede dar el próximo rival del Valencia, si sabe quién es. El Alavés ha cambiado hasta en tres ocasiones de entrenador esta temporada. Arrancó con Machín, apostó por Abelardo y, hundido en la clasificación, decidió otro recambio: Javi Calleja. Y parece que ha surtido efecto. También ocurrió con el Elche o el Athletic, que sacó a Garitano para poner a Marcelino.

No será porque desde que aterrizó aquel verano de 2014 le ha costado mucho sacar la catana para cargarse no sólo a entrenadores, también a directivos o trabajadores, como Camarasa.

Pero, claro, quizás para el máximo accionista del Valencia las razones extradeportivas para despedir sean más importantes que los números que se desprenden de lo que ocurre dentro del terreno de juego. La otra opción para revertir la situación la tiene el propio Gracia. El entrenador, que hace menos de un año incluso intentaba convencer a futbolistas como Yangel Herrera para que aterrizaran en Valencia, ha pasado de estar hipermotivado en el banquillo blanquinegro a, prácticamente, mostrar indiferencia ante casi todo, sobre todo desde aquel comunicado en el que anunciaba que había puesto su cargo a disposición de Murthy y Peter Lim.

En Pamplona, su casa, Javi Gracia sorprendió con un once incluso en una maniobra que parecía estudiada para dejar fuera a Cristian Oliva. Caiga quien caiga. Eso sí, de lo que no tiene culpa el preparador es de los errores infantiles en la salida de balón de sus futbolistas.