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«Me abracé a Carrete, porque me había quedado en la banda derecha, y nos volvimos locos», recuerda Daniel Solsona, en uno de los mayores ... éxtasis de los 100 años de Mestalla, cuando Felman, tras jugada de Kempes, marcó en el inicio de la prórroga, el 4-0 al Barcelona aquel 18 de abril de 1979, en los octavos de final de la Copa del Rey conquistada meses después por el Valencia CF ante el Real Madrid en el Calderón. En esa jugada uno de los centrales del Barça le desgarró el pantalón a Mario Kempes, que siguió adelante (Soriano Aladrén dio la ley de la ventaja), y dejó el balón botando a su amigo, el bullicioso Darío Felman, para firmar una de las mayores gestas de la historia del VCF. A continuación, Kempes se cambió los pantalones allí mismo, en la banda, ante la mirada de todo el estadio, deseoso de que el héroe argentino volviera pronto a la cancha. El Barça, liderado por Hansi Krankl, se pasó de confianza por el 4-1 de la ida, que entendía más que suficiente.
«Fue la clásica jugada de Mario, que arrastraba a todos, incluso a nosotros», interviene el protagonista de aquella noche, Darío Felmán, «los defensas del Barça le tiraban de todas partes, pero no pudieron con él, el balón me quedó botando, dispare y batí a Artola». «El campo estaba lleno. El ambiente, espectacular. Nos pegaron un baile en la ida con Neenskens y Heredia y nos juramos que, en la vuelta, no la iban a tocar. Éramos un gran equipo y una familia. A todo el mundo le quedó en la retina aquel partido», añade el extremo argentino. Fue la obra de arte de Pasieguito, tantas veces en el banquillo y en los despachos de Mestalla, hombre de la casa, excelente tanto para entrenar como para fichar a algunos de los mejores futbolistas de los 104 años de la entidad. « A mí me trajo él, hizo todas las gestiones para traerme del Espanyol», recuerda aquel prestidigitador con el balón en los pies llamado Daniel Solsona, «y después me dio toda la confianza. Cuando Pasiguito hablaba, notabas que sabía mucho, era un hombre de fútbol». Aquel encuentro en especial. «A mí también me trajo Pasieguito», abunda Felman. «Yo tenía un compromiso personal con él. Me había visto jugar con Boca en un Gamper (en Barcelona) y, a la semana siguiente, ya estaba yo en Mestalla. Fue mi mentor. Mi maestro».
Pasieguito se la jugó con un equipo completamente volcado al ataque. «Y le salió», apunta El Nano. Pasen y vean. Kempes jugó ese día de 10, por detrás de una delantera formada por Saura, Diarte y Felman. Por detrás, tan solo Rainer Bonhoff, que era un 6 con mucha llegada, y Solsona. Un 4-2-4. «Bonhoff defendía», explica Solsona, «pero tampoco era un especialista. Y yo, nada, no sabía defender. Pero es verdad que Saura nos ayudó muchísimo. Y también Kempes. Trabajamos todos». Atrás, para cerrar la portería de Manzanedo, se alinearon Carrete, Botubot, Arias y Cerveró. Después entraron Palmer por Carrete y Castellanos, ese sí un mediocentro defensivo, por Saura.
El Valencia CF se codeaba con los grandes de España. Podía batir al Barcelona con cierta frecuencia. «Para mí, que venía del Espanyol, el Barça era el rival. Y le ganamos muchas veces con el Valencia», repasa Solsona. «Le ganamos 0-3 en el Camp Nou y marqué dos goles. Y los eliminamos 4-3 en la Recopa del 79. Se lo recuerdo muchas veces a mis amigos culés». Aquel 18 de abril de 1979, el Barça formó con Artola, De la Cruz, Migueli, Olmo, Albadalejo, Costas, Esteban, Sánchez, Krankl, Asensi y Carrasco. Rexach entraría más tarde por Carrasco.
El Valencia salió en tromba a por el partido. Se adelantó pronto El Lobo Diarte (m. 4). El altísimo ritmo del cuadro de Pasieguito surtió efecto con sendos penaltis transformados por Rainer Bonhoff (m. 50 y 74). La eliminatoria ya estaba igualada. Quedaba la traca final y de eso se encargó El Matador Kempes al poco de arrancar la prórroga. «Éramos un equipo muy fuerte en todas las líneas. Nos iban muy bien las competiciones cortas porque no teníamos regularidad para ganar la Liga», repasa Solsona, en referencia a los tres títulos conquistados en sus cinco años en Mestalla: la Copa del 79, la Recopa de mayo de 1980 ante el Arsenal y la Supercopa del curso siguiente frente al Nottingham Forest. El Valencia era una potencia en cada una de las demarcaciones. Tres porteros de primera fila (Manzanedo, Pereira y Sempere); defensas de carácter como Carrete, Cerveró y Botubot frente a finos estilistas como Arias y Tendillo, cuya irrupción desplazó a Botubot al lateral izquierdo; un medio del campo lleno de calidad (Bonhoff, Solsona y Subirats) y de sacrificio (Castellanos); por no hablar de una ataque donde había de todo (el superclase de Mario Kempes, la potencia de Diarte, la habilidad de Pablo, la honradez de Saura y la velocidad y el entusiasmo de Felman). «Éramos un equipo equilibrado. Todos, también Solsona y Bonhoff, llegaban al ataque. Llegábamos con mucha gente arriba. Ese partido nos abrió las puertas de un título», remata Felman.
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