Octavio Milego, hijo de Augusto Milego: «A mi padre le daría un infarto si viera tanta gente»

Reside en México desde hace casi seis décadas pero a sus 79 años, Octavio Milego todavía conserva y muy viva la sangre blanquinegra, la que le transmitió su padre, Augusto, uno de los fundadores del Valencia en aquel Bar Torino.

-¿Qué le contaba su padre de aquel día en el que nació el Valencia, por entonces FC?

-Él nunca supo ni podía imaginar que podíamos vivir un día como éste. Pero tanto él como el resto de fundadores siempre estuvieron felices de ver cómo crecía el Valencia.

-Usted tuvo que emigrar a México, ¿alguna vez perdió el contacto con Valencia y con el club?

-Nunca. Yo siempre venía en las Fallas y siempre que estaba aquí celebraba dos cosas: la fiesta fallera y por supuesto el Valencia CF.

-¿De dónde le vino la afición a su padre?

-Siempre jugó al fútbol, en el Sagunto, y luego también en el Deportivo Español. Después se fue a Madrid y tras un tiempo le volvió a dar el gusto por este deporte. Siempre pensó en fundar un club que representara a Valencia, con todos los respetos para el Levante; pero quería que llevara el nombre de la ciudad.

-¿Qué pensaría su padre si hoy pudiera ver esto después de cien años?

-Le daría un infarto si viera tanta gente.

-¿Nunca pensaría que acabaría con esta manifestación de sentimiento?

-Mi padre era catedrático de literatura, hizo las oposiciones en Madrid y veía jugar a los equipos en la capital. Le volvieron a entrar las ganas, buscó amigos y de ahí salió la idea, pero de ahí a experimentar esto...

-¿Ve usted al Valencia?

-Claro, lo veo por televisión. Soy aficionado al fútbol y veo casi siete partidos cada semana.

-¿Qué sentimiento experimentó su padre con el paso de los años?

-Mi padre fue muy feliz viendo cómo iba creciendo el club. Hay que acordarse que él también fundó el Colegio Valenciano de Árbitros. Dejó el club y se fue a la avenida Reino de Valencia y allí estuvo años y años con los árbitros. Tenía un gran sentimiento por el Valencia, me acuerdo perfectamente aunque me marchara a México en el año 56.