Qué difícil fue entender el fútbol de Dani Parejo. Hasta su padre tenía un pero: «Parece que juegue empanado». Esa caída de ojos, el paso lento y unas piernas que no fueron entrenadas para correr más allá de lo estrictamente necesario. Parejo, sin embargo, lo tenía todo y el valencianismo sin cogerle el punto. Entre tanto, deseos de marcharse para siempre del club de Mestalla en dirección Sevilla. Qué cosas. Justo en la ciudad dónde entró en el olimpo valencianista el año del centenario. Dani Parejo es aún más inmortal desde anoche, cuando por fin la grada, al completo, le bendijo como uno de los suyos. El capitán de la octava Copa del Rey fue arañándole terreno a su distancia con Mestalla hasta coger el micrófono en la fiesta de celebración. Fue un momento único. «Quiero dedicar este triunfo, en el año del centenario, a todos los valencianistas que ya no están con nosotros», despachó el futbolista de Coslada.
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El partido del Benito Villamarín redondeó una temporada en la que Parejo se convirtió en el 'ironman' del fútbol español. El capitán acaba el curso extenuado por la convicción y la necesidad de Marcelino García Toral, el último gran valedor del '10' valencianista. El cuerpo le aguantó a Parejo 65 minutos. Qué final tan tremenda se sacó de la chistera el centrocampista. Como de costumbre, faro en el juego ofensivo e insuperable desde el punto de vista defensivo. Arriba y abajo. Parejo no tenía fuerzas, pero quería estar en todos lados. El Valencia le necesitaba. El madrileño jugaba ayer su partido número 56, récord en el fútbol español. Por detrás de él, los 55 de Gameiro. Nadie en un club de la Liga participó en tantos encuentros durante la temporada. Y, caprichos del destino, Parejo (sólo había sufrido una lesión este curso) se echó al suelo mediada la segunda mitad porque se había roto. El gemelo de la pierna derecha hecho trizas y Marcelino metiendo músculo con Kondogbia. El fondo valencianista se rindió al capitán. Sólo se escuchaba el nombre de Parejo mientras el jugador daba la vuelta a la portería de Cillessen para marcharse al banquillo. El equipo blanquinegro perdió al hombre del brazalete, que recaería en Jaume Doménech.
A Parejo le tocó sufrir fuera del rectángulo de juego los últimos arreones del Barça. Desde ahí empujó cuanto pudo para, por fin, conseguir su primer título como profesional. En el Valencia. Con 30 años y después de haber sobrepasado los 330 choques oficiales defendiendo la camiseta del club de Mestalla. Y los que quedan. Parejo renovó en febrero hasta junio de 2022 con una subida de sueldo importante y la certeza de sentirse un futbolista imprescindible en el proyecto.
«Quiero dar las gracias a todos porque ha sido un año difícil y complicado. Vosotros habéis apoyado siempre, en cada partido y esto es gracias a vosotros», le dijo el capitán a los valencianistas. «Llevo ocho años en el club y creo que un club como el Valencia merece muchas alegrías. Hemos hecho historia en un año muy significativo», concluyó.
La final fueron detalles. Todas lo son. El primero, al menos el más relevante, fue la tremenda carrera de Carlos Soler ganándole el esprint a un Alba que no alcanzó al canterano del Valencia ni apretando al máximo. Soler apuró línea de fondo y vio a Rodrigo liberado para el 1-0. Más. El tremendo grito de Coquelin en la recta final del choque. Se lanzó el francés a rebañar un balón imposible y acto seguido quiso contagiar a sus compañeros, sobre todo a Kondogbia, con un 'vamos' ensordecedor. El último detalle no fue novedoso por la forma de juego de uno y otro equipo pero sí impactante: el Valencia ganó con el 23% de la posesión.
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