El orgullo tras la Copa y el drama de la salvación en Mestalla

Con poco margen para la germanor. En la vida es mejor afrontar las cosas de frente. Algo así deben estar pensando en el Valencia y el Levante en las horas previas de un derbi que va a estar cargado de emotividad en ambos equipos. Cada uno con su realidad, sus circunstancias y con el deseo de ganar mirando hacia su grada. La valencianista aún se debate entre la pena por haber perdido una final copera por penaltis y el orgullo que se reivindicó por las calles de Sevilla, entre traca y traca a los pies de La Giralda, de una militancia que se hereda de padres a hijos, de abuelos a nietos... y que Meriton jamás entenderá. La levantinista, que llegará al estadio de la antigua acequia de Mestalla en una marcha que partirá desde el Ciutat, apurando la esperanza de la salvación.

Las cuentas son, obvio, menos dramáticas en el Valencia pero la plantilla quiere exprimir la matemática europea que fija el objetivo más como una quimera, a diez puntos de la séptima plaza que da acceso a la Conference League, que como una realidad. Lo que no admite ningún debate es que para seguir alimentando ese argumento en Bilbao es indispensable sacar los tres puntos en el derbi. Para el duelo, Guedes y Foulquier se han recuperado de las molestias con las que terminaron la final de Copa contra el Betis mientras que la gran duda sigue siendo la de Maxi Gómez, que no acaba de recuperarse de las suyas aunque el cuerpo técnico no lo descartó para tener minutos en el duelo.

En el Levante, los números son mucho más duros. Con 25 puntos, y a seis de la zona de salvación que en estos momentos defiende el Cádiz con 31, un pleno de puntuación pondría a los granotas en 40. A partir de ese máximo, cada gota que se descuente pondrá más en peligro el objetivo. Para el partido, los visitantes contarán con las bajas de Roger, Clerc y De Frutos.

En la previa del derbi más tranquila que se recuerda tuvo que ser Alessio Lisci el que ayer pusiera el picante. El tiempo dirá si la táctica fue temeraria. El italiano se mostró así de claro con respecto a las intenciones que él tendría si se sentara hoy en el banquillo local de Mestalla: «Si soy el Valencia salgo al campo a intentar descender al Levante. Lo tengo más claro que el agua, el fútbol es así. Esas rivalidades tienen que existir, es lo bonito del fútbol. Los derbis molan porque hay rivalidad, sin esas rivalidades el fútbol no molaría tanto. En la vida me imaginaría que el Valencia nos dejara ganar y nosotros tampoco lo haríamos. La competitividad es lo mejor del fútbol, van a salir a ganar que es lo justo y lo que se debe hacer».

Esa última parte de frase, la de salir a ganar, es la única que suscribió Bordalás. El técnico alicantino no conocía las declaraciones de su compañero de profesión, bastante tenía tras la sesión de trabajo de su equipo en capear el temporal de una rueda de prensa casi monotemática sobre su futuro, y no pudo esconder una reacción facial, entre la sorpresa y la incomprensión, cuando se le preguntó directamente por la frase de Lisci y si, por tanto, como entrenador del Valencia afrontaba el derbi con la intención de bajar al Levante: «Mi opinión es distinta, afronto los partidos para ganar no para descender a nadie. No deseo el mal para el Levante pero mi obligación como entrenador del Valencia es preparar el partido para ganarlo». Bordalás, algo molesto por tener que afrontar una polémica dialéctica que no esperaba, finalizó con una pequeña carga de profundidad, que se puede interpretar, además, en clave de los dos clubes de la ciudad: «No creo que ningún equipo descienda a nadie, cuando un equipo desciende es que ha tenido un déficit al igual que si uno no está contra los mejores no es por un partido sino por un déficit en el camino».

Con objetivos tan dispares pero a la vez tan complicados numéricamente, a ninguno de los dos equipos les vale el empate. Ese aliciente, si hablamos sólo de fútbol, puede ser el más interesante para un partido donde tanto el Valencia como el Levante están obligados a ganar para seguir sacando la calculadora en un Mestalla que, si se cumple la previsión, puede registrar su mejor entrada del año.

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