LOURDES MARTÍ
Jueves, 6 de agosto 2020, 23:36
VALENCIA. Óscar Fernández (1974) se ha convertido en el punto de encuentro del valencianismo. En el único de los últimos meses. La afición ha visto en él un entrenador de la casa con una trayectoria sólida con la capacidad, en principio, de reconducir el rumbo del Valencia Mestalla. Que lo necesita y más con la situación económica actual.
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El filial blanquinegro no levanta cabeza desde que se quedó a las puertas de Segunda en 2017. En el Carlos Belmonte, Curro Torres dirigió por última vez al equipo que había terminado esa temporada tercero en el Grupo III. Aquel conjunto de chavales logró eliminar al filial del Celta y al Murcia. Toni Lato, Fran Villalba, Quim Araujo, Eugeni, Sivera o Aridai formaban alineación en la plantilla que se resquebrajó con la salida del exfutbolista de origen alemán que se marchaba a probar suerte en el Lorca.
Curro pensaba que dejaba a buen recaudo el equipo que le costó tres temporadas reconstruir. Llegó en 2014 a cinco partidos del final de temporada. El objetivo era la salvación. Un joven extremo izquierdo llamado José Luis Gayà, en la formación. La siguiente campaña, la anterior al desembarco de Peter Lim en el Valencia, el filial no sufrió en exceso. Sin embargo no pudo pasar de la posición número 14.
El año siguiente alcanzó el octavo puesto. Sin prisa pero sin pausa. Fue justo la temporada anterior de aquel filial que movilizó a miles de seguidores en una calurosa tarde hasta Albacete. En su adiós, daba gracias al máximo accionista por haberle dejado trabajar, además de Alesanco y especialmente a Layhoon Chan, la presidenta a la que reconoció estar siempre a su lado.
Miguel Grau iba a ser el sustituto. Que lo fue. Pero tendría que esperar unos meses. Cinco. Los que estuvo Lubo Penev en Mestalla antes de que el club lo echase por presentarse como candidato a la federación búlgara.
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El exdelantero, a quien Alesanco se empeñó en fichar, dejó al equipo en mitad de la tabla. Era el equipo que más goles metía de la categoría pero el segundo que más encajaba. En el camino, varias grietas. El búlgaro era de los que creían algo así como lo de la letra con sangre entra y no dudaba en abroncar a los chavales de forma exacerbada. Ferran Torres o el delantero Rafa Mir, entre sus filas. Después de su salida, que terminó en un acto de conciliación en el que el Valencia reconoció que su despido fue improcedente, llegó finalmente Miguel Grau. En su primera temporada se quedó en la posición número once. La siguiente no la terminó. En febrero de 2019 los resultados no sostenían su continuidad.
El filial estaba a seis puntos de la salvación a doce partidos de finalizar la liga. Aquel mercado de invierno el club realizó 16 movimientos. Kang In Lee, Álex Blanco o Uros Racic fueron bajas del filial junto a cuatro jugadores más, el equipo tuvo que incorporar a nueve jugadores para reforzar todas las líneas. El equipo no pasó del lugar número 13.
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El siguiente en sentarse en el banquillo del filial fue Chema Sanz. Un año y medio en el que el equipo también ha peleado por no descender. Sin embargo, éste no parece haber sido un gran problema para la propiedad. Tras su renovación en pleno confinamiento, el actuar ayudante de Javi Gracia explicó que el principal objetivo del filial es formar jugadores: «Es decir desarrollar el talento de los jugadores y ayudarles en su formación. La competición es un medio para formar esos jugadores. No nos preocupamos tanto por crear un equipo sino que los cinco sentidos los ponemos en el jugador».
La temporada pasada Esquerdo, Hugo Guillamón y Adrià Guerrero debutaron con el primer equipo. Desde la llegada de Lim han sido 22 los que lo han hecho. Pero sólo Gayà y Soler se han afianzado en el primer equipo. El central nacido en San Sebastián tiene la oportunidad de hacerlo este año al igual que Kang In. Lato también regresará a casa como lo ha hecho Óscar Fernánez. Al técnico valenciano lo conocen en el Atlético como el entrenador milagro. Una especie de Curro Torres, pero a la ribera del Manzanares. Logró un doblete con el Juvenil, y ascendió al filial de Tercera a Segunda B. Tenía una gran relación con Simeone, de hecho dijo de él que era el que les marcaba «el camino». Ahora le toca ayudar a los chicos a hacer lo que más le gusta «romper las puertas del primer equipo», pero en casa.
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