La Liga 97-98 se abrió para el Valencia en el campo del Real Mallorca. Sobre el césped del vetusto y desaparecido Lluís Sitjar de ... Palma, se medían dos equipos dirigidos por entrenadores argentinos. Los valencianistas bajo la batuta de Jorge Valdano visitaban a un rival que estrenaba técnico aquella tarde. Era el domingo 31 de agosto de 1997. Héctor Raúl Cúper debutaba oficialmente en el fútbol español. Su trayectoria iba a estar ligada estrechamente a la de su primer rival en el campeonato liguero, al que iba a dirigir en el futuro inmediato. El duelo concluyó con triunfo local por 2-1. Djukic fue otro de los grandes protagonistas. El serbio marcó el único gol visitante antes de ser expulsado el día de su debut con el Valencia.
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Meses después, en la primavera de 1998, el equipo mallorquinista disputaba en Mestalla la segunda final de Copa de su historia, que perdió por penaltis frente al Barça. En el partido celebrado en Mestalla, su equipo afrontó el tiempo suplementario con tan sólo nueve futbolistas, al sufrir dos expulsiones decretadas por el colegiado aragonés Daudén Ibáñez. Cúper cerró su etapa de dos años con el club bermellón en Mestalla, en la jornada final de la siguiente campaña liguera, la 98-99.
Semanas después de aquel encuentro, era presentado como nuevo entrenador del Valencia. Su etapa a orillas del Turia será siempre recordada por las dos finales de la Liga de Campeones disputadas por un equipo que nunca había llegado tan lejos en Europa. En cuatro campañas consecutivas entre el Mallorca y el Valencia, alcanzó un total de 6 finales: 1 de la Recopa, perdida por los baleares ante el poderoso Lazio. Las dos de la Champions. A ello se añade la de la Copa del Rey con el Mallorca. El único título que no se le resistió al argentino fue el de la Supercopa española. Cúper la ganó las dos veces que la disputó, ambas de forma consecutiva, con dos equipos diferentes y ante el mismo rival: el Barcelona. En el verano de 1998, el Mallorca batió al conjunto catalán al que superó en los dos partidos. En el Lluís Sitjar el triunfo fue por 2-1, mientras que en el Camp Nou, un solitario gol les dio la victoria y el título. Un año después, al frente del Valencia se repetía la historia. Claudio López batía por enésima vez a un desesperado Hesp en Mestalla, era el único tanto de la noche. En el partido de vuelta se vivió un espectacular empate a tres que le dio el trofeo a los valencianistas. En el feudo del Barça, marcaron Albelda, Farinós y Sánchez, tres futbolistas de la tierra.
El calendario quiso que si en su primera temporada, el Valencia y el Mallorca se vieran las caras en la jornada inaugural, en el siguiente ejercicio sucediera todo lo contrario y ambos equipos cerraran el torneo, cuando el calendario se confeccionaba todavía con carácter simétrico. Hombre de acusados contrastes, en la campaña 97-98, el Mallorca no conoció la derrota contra el Valencia. En Mestalla, se registró un empate a cero. Sin embargo, en la siguiente campaña, la 98-99, el Valencia batió al Mallorca en su última visita al Lluís Sitjar antes de mudarse a Son Moix, gracias al gol de Claudio López. El Mallorca acabó en una meritoria tercera posición, la mejor de toda su historia y clasificado directamente para la Champions League.
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El Valencia, entrenado por Claudio Ranieri, necesitaba vencer al Mallorca para estrenarse en la máxima competición continental, pasando por una eliminatoria previa, siempre que el Celta no ganara en su casa al Atlético en el cierre de aquella Liga. Ese día, era un secreto a voces que el futuro de Cúper estaba ligado al Valencia. Los goles cayeron en Mestalla, gracias a Anglomá, Ilie, y Mendieta.
Desde Vigo, también llegaban buenas noticias. El pinchazo de los gallegos dejó al Valencia en cuarta posición. Objetivo cumplido. Para Cúper, aquella fue una dulce derrota. Aquel iba a ser su próximo equipo. A la hora de evaluar su trabajo, se suele resaltar el hecho de las dos finales perdidas. No es menos cierto que desde 2001, el Valencia no ha alcanzado las semifinales del torneo. Cúper, por su carácter seco y distante se labró una imagen que no conectaba con la grada, más identificada con el carisma de Ranieri, su antecesor. El paso del tiempo y la evolución del club, seguramente, permiten ahora valorar en su justa medida el mérito de un entrenador al que tan sólo le faltó conseguir un título europeo para consagrarse.
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