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El ahora en entredicho Almeida –a quien Corberán mandó en el último partido al banquillo– fue el causante de la última gran sonrisa del Valencia ... lejos de Mestalla. Ha llovido mucho desde entonces. Mucho no, muchísimo. Camino del año va el Valencia siendo el mejor invitado para cualquier equipo de Primera. De momento, es el segundo peor equipo, porque el 'honor' de ocupar este último lugar en el ranking recae en el colista y ya casi defenestrado Valladolid. Con el Valencia en la fiesta, hay muchas posibilidades de que los tres puntos se queden en casa –del anfitrión que sea–, independientemente si es alguno de los de arriba o de los de abajo.
Se ha convertido esta, la de jugar fuera, en la gran asignatura pendiente. Primero de Rubén Baraja y ahora de Carlos Corberán. Vuelve el Valencia este domingo precisamente a Pamplona, donde empezó el particular calvario que tiene plenamente sometido a este equipo. Y ya advirtió el propio Corberán que para lograr el objetivo de la salvación, había que cambiar la dinámica como visitante porque si no, era prácticamente imposible pensar en revertir la amenaza del descenso.
Será el domingo cuando Osasuna y Valencia se vean las caras y fue un 15 de abril del año pasado cuando ambos jugaron en el Reyno de Navarra. Qué tiempos aquellos (jornada 31), cuando el Valencia de Baraja respiraba de manera bastante mucho más pausada en la 2023-24. Ese zarpazo que dio Almeida y que supuso el 0-1 final en el marcador dejó al Valencia bien arrimado al tren de Europa. El equipo terminó la jornada séptimo, con la Conference League como momentáneo premio. El problema es que ya no volvió a disfrutar de esa butaca porque de inmediato pasó a ser octavo y cuatro jornadas después cayó a la novena plaza, donde terminó el campeonato. Eso sería de lujo ahora.
Será este domingo el momento para que se despeje la incógnita, o el Valencia sigue arrastrando los mismos fantasmas de siempre o encuentra la manera de derribar casi a la fuerza todos sus males. Tal y como está el equipo, sólo el hecho de puntuar es de por sí una recompensa más que agradable, pero alguna vez tiene que llegar la campanada. Más aún cuando se está a las puertas de entrar en la tercera y última parte del campeonato.
Es evidente que el contexto del partido invita a pensar que tiene que ser difícil sumar de tres en El Sadar, ya que Osasuna es el sexto mejor local de la categoría, sólo superado por Real Madrid, Atlético, Athletic, Celta y Barcelona.
El sexto mejor local
Con seis victorias y cinco empates en su feudo, los de Vicente Moreno han sumado un total de 23 puntos ejerciendo de local. Únicamente han perdido dos partidos en su casa, ante el Athletic (1-2) justo antes de Navidad y frente al Betis (1-2) en octubre.
Osasuna ha anotado 22 goles en El Sadar, mientras que ha concedido 17 en los trece encuentros que ha disputado hasta ahora.
Números que, comparados con los del Valencia cuando es visitante, no invitan al optimismo. El equipo blanquinegro es el segundo peor equipo de Primera cuando juega lejos de su estadio. Sólo el Valladolid lo empeora, ya que los blanquivioletas han sumado únicamente tres puntos lejos de Zorrilla, pero eso sí, consiguieron algo que el Valencia todavía no ha podido hacer. Y es que ese sigue siendo el debe principal de este equipo, ya que es el único conjunto de la élite que no sabe todavía lo que es ganar en un encuentro fuera de casa tras doce intentos. Cero victorias, cinco empates y siete derrotas es el balance blanquinegro, con siete goles a favor y 24 en contra. Números paupérrimos que deben mejorarse más pronto que tarde, ya que únicamente con lo que se sume en Mestalla va a ser muy difícil conseguir la salvación.
Desde aquella noche de lunes de abril de 2024, el Valencia ha tenido hasta quince oportunidades entre el campeonato pasado y el ejercicio actual para ganar algún partido fuera. Nueve derrotas –algunas de mucho bulto como la reciente en Montjuic– y seis empates es el bagaje cosechado en total en este particular desafío blanquinegro.
A Corberán le queda pues el desafío que tanto daño causó a Baraja. El técnico de Cheste tiene ciertas diferencias con respecto a su antecesor. Al menos ahora parece que tiene más diversidad donde elegir en su plantilla. El último día, contra el Atlético, tanto Iván Jaime como Sadiq fueron las caras nuevas.
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