JUAN CARLOS VALLDECABRES
VALENCIA.
Miércoles, 19 de septiembre 2018, 00:37
344 millones de euros hay de diferencia entre el valor de mercado que se le atribuye a los jugadores del Valencia y lo que se le adjudica a la actual plantilla de la Juventus. Que los italianos son favoritos para el partido de esta noche no hay, con esa perspectiva, nadie que lo discuta, pero el Valencia se aferra al embrujo de Mestalla para resistir esta primera embestida. Con la Liga de color gris para los valencianistas, Europa invita a la esperanza. Ayer, Marcelino y Parejo escucharon en la sala de prensa de Paterna cómo las preguntas de la prensa italiana iban dirigidas a largo plazo, a conocer su opinión sobre las opciones de la Juve de ganar la Champions (ha invertido 257 millones en fichajes, el que más en Europa), como si el partido de hoy poco menos que estuviera resuelto de antemano. El Valencia tiene asumido que juega ante este panorama el papel de víctima, situación que los entrenadores afectados siempre buscan cuando les conviene.
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Ahí puede empezar a tomar forma el crecimiento blanquinegro en una competición de la que se despidió hace casi tres años (9 de diciembre de 2015). Aquel día, el Lyon cerró la noche en Mestalla con un 0-2 a su favor, obligando a los valencianistas -curiosamente en el debut de Gary Neville- a desviarse a la Europa League. Nuno se había estrellado en la fase de grupos con el Zenit y el Gent, además del equipo francés, como miembros del grupo.
La Champions, ahora, ofrece opciones de cierto renombre. Nuno tenía a un gris Negredo como estandarte; mientras que Marcelino presume de Guedes y Allegri de Cristiano. Futuro contra presente en clave portuguesa. El delantero de la Juve fue, cómo no, el centro de atención de todas las miradas durante la jornada de este martes. Desde su llegada al aeropuerto de Manises hasta el curioso paseo por Mestalla. Porque, los italianos no siguieron con la tradición de entrenarse en el mismo escenario del encuentro el día de antes. Lo hicieron por la mañana en su ciudad deportiva turinesa y por la tarde únicamente cumplieron con el protocolo que marca la UEFA y saltaron al césped con la misma indumentaria de viaje.
Casi doscientos aficionados italianos montaban guardia en la puerta de Mestalla para recibir a sus ídolos. El más vitoreado, CR7. Dentro, un nutrido grupo de fotógrafos captaba cualquier gesto del portugués. Su tirón es más que evidente y cuando saltó al césped se escuchó una larga ráfaga de disparos fotográficos. Entró en el terreno siendo fiel a su tradición de no pisar primero el pie izquierdo. Cambió el paso para hacerlo con el derecho.
Después, junto al resto de la comitiva, unos pocos minutos por el césped y fin de la historia. De nuevo al autobús y de ahí al hotel de lujo que hay cerca de Mestalla, el mismo que suele utilizar Peter Lim -amigo y propietario de sus derechos- cuando se deja caer por Valencia. Lástima que el máximo accionista blanquinegro haya evitado el morbo de la foto con el futbolista rival. Ayer, por otra parte, se supo que al extremo Douglas Costa le han caído cuatro partidos por su facilidad con la segregación bucal. El salivazo del domingo a Di Francesco (Sassuolo) le obligará a descansar en la competición doméstica. A la europea no le afecta. Costa, hay que recordar, fue expulsado con la intervención del videoarbitraje (VAR), tras enzarzarse en una discusión con el rival al que propinó, además, un codazo antes de escupirle, acción que fue captada por televisión. La Juve le pondrá una multa.
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