Con la final de Copa prácticamente a la vuelta de la esquina, cualquier cosa que pueda hacer o pasarle al Valencia en Liga viene condicionada por los intereses del día 23. Como la lesión de Gabriel Paulista, por ejemplo. Bordalás tuvo que sustituirle tras el empate, en una acción en la que el hispano-brasileño no estuvo precisamente todo lo atento que debía estar ya que dejó tiempo y espacio suficiente para el remate.
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Paulista desempeña una labor fundamental para ese sistema de tres centrales que tiene en mente Bordalás aplicar para La Cartuja. A Comert no se le ve todavía ni rodado ni con capacidad suficiente para desempeñar el mismo rol que su compañero. De ahí que el técnico vaya a estar muy encima de los síntomas y de la evolución que pueda presentar Paulista en las próximas horas, cuando ya en Valencia se le vayan a hacer pruebas médicas. No se ofrecieron más detalles del percance pero los isquios de su pierna derecha le han condicionado totalmente esta temporada.
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Paulista se ha perdido ya en lo que va de ejercicio un total de 19 partidos. Muchísimos para un Valencia que está precisamente cogido con pinzas y, encima, su rendimiento no es ni mucho menos el que ha venido desempeñando en tiempos pasados. Por eso ahora todavía preocupa más su situación a once días de que en La Cartuja se ponga en juego un nuevo título, el que posiblemente le pueda abrir de verdad el acceso a una competición europea.
Hace menos de un mes, el central ya no pudo jugar en Elche porque arrastraba molestias. El isquio le ha amargado la existencia y cuatro meses de inactividad son muchos, más aún cuando de nuevo puede pasar por la enfermería en el momento más delicado e importante del año. No fue el único que se retiró con problemas. Yunus fue el segundo en la lista.
Posiblemente y bajo otras circunstancias, estos percances físicos no serían más que un detalle más del insípido punto de este lunes. Seguramente, no evitarían el torrente de críticas hacia el equipo, ya sea por no venirse con los tres puntos o por mostrar un juego poco acorde con las esperanzas de los aficionados. El Valencia parece que juega al gato y al ratón consigo mismo. Cada vez que tiene la oportunidad de arrimarse de verdad a la zona de premio, patina. Lo ha hecho ya en varias ocasiones a lo largo de la temporada.
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Pedro M. Campos Dubón
Es verdad que Bordalás ha cerrado las vías de agua que hacían que el equipo fuera casi a la deriva, pero todavía no ha puesto la proa donde toca. Siete partidos sin perder y dos goles en contra. Eso da algo de tranquilidad porque defensivamente, al menos el Valencia ya tiene una apariencia digna. El problema es que al equipo le falta el equilibrio necesario. Cuando se protege detrás, se queda sin ideas en el centro y prácticamente ciego delante.
Y eso, a pesar de que el técnico se las ingenió para montar un tremendo cambalache, con jugadores ubicados en posiciones no habituales del todo y hasta con cambios sobre la marcha. En esa particular ruleta blanquinegra entraron Guedes, Foulquier, Yunus, Correia, Marcos André y Jesús Vázquez. Total, para un punto.
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