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Pepe Gálvez (Calvià, agosto de 1974) reside en sus Islas Baleares. Allí se inició en el fútbol antes de triunfar en el Valencia, donde jugó una final de Copa (la de la lluvia en 1995). Disputó otra con el Mallorca y también militó en ... el Betis, por lo que tiene el corazón partido de cara al encuentro de este sábado en La Cartuja. Sus dos hijos le impiden –tampoco lo desea del todo– apartarse del fútbol, aunque ahora regenta una gasolinera mientras hace sus pinitos en el golf.
–¿Cómo está viviendo esto del incremento de los costes de los combustibles?
–Al principio estaba más nervioso porque la fórmula que había planeado el Estado de que adelantásemos el descuento nos generaban pérdidas diarias. Pero el primer mes han cumplido y ahora estamos más tranquilos.
–El fútbol ha cambiado mucho. No me imagino a los ex jugadores de dentro de 15 años gestionando una gasolinera…
–Igual es una 'electrolinera'.
–Usted porque jugó en Valencia y Betis, y disputó dos finales de Copa. ¿Le pongo en un compromiso si le pregunto por un favorito para este sábado?
–No porque creo de verdad que está al 50%. Son dos estilos muy diferentes, pero cualquiera de los dos puede ganar. Pienso que el Betis tiene un poquito más de talento, pero eso lo suple el Valencia con el estilo.
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–Lo del bronco y copero…
–Sí. Nuestro Valencia era más talentoso que bronco. Fue una quinta muy buena, llegamos a la final de Copa contra el Dépor, inolvidable aunque la perdimos. La comunión con la afición fue brutal. La tarde del chaparrón y el granizo se la pasaron animando, y volvieron al día siguiente. Espectacular, y el año de después fuimos subcampeones de Liga.
–Con Luis Aragonés. ¿Tiene alguna anécdota con él?
–Muchas, Luis te daba caña todos los días, y confió en mí. Me acuerdo que cuando llegábamos por las mañanas a la ciudad deportiva yo le saludaba y él me hacía un gesto con la cabeza. Como no me saludaba dejé de hacerlo yo. El primer día me cogió en su vestuario y casi me mata.
–¿Qué le dijo?
–'¡Usted me tiene que saludar cuando llega por la mañana!'. Yo le contesté: 'Usted no me saluda a mí'. Y él me respondió: '¿Cómo que no? Le hago 'mmmm'…'. También me cogió otro día y me dijo: 'Usted ya no es un niño, está en edad de jugar. Con 21 años tiene la edad de ser titular'. El 'abuelo' era increíble.
–¿El mejor entrenador que ha tenido en su carrera?
–A nivel motivacional, sin duda: a la hora de llevar el grupo, justicia… Luego he tenido de otros estilos. Con Hiddink nos lo pasábamos muy bien, era un adelantado. He tenido muy buenos entrenadores, pero al que más recuerdo es a Luis Aragonés.
–A Hiddink lo tuvo en el Valencia, pero también en el Betis…
–Sí. era muy buena persona y un buen gestor de grupo. Los entrenamientos eran muy distintos al resto. Lo que se utiliza hoy en día ya lo usaba él entonces.
–¿Les extrañaba?
–Bueno, era todo integral, con balón y ejercicios novedosos. En esa época cambiabas mucho de entrenador y notabas la diferencia. Digamos que pasamos de la forma antigua de series de 1.000 a empezar desde el primer día de la pretemporada con balón.
–Al año siguiente llegó Parreira. ¿Qué recuerda de él? También se hablaba de que era un adelantado, quizás porque llevaba el ordenador al banquillo…
–Más que nada por el control físico que llevaba el 'profe'. A nivel táctico diría que era más como Ferguson, estaba apartado del equipo. Venía a los entrenamientos con la cámara en el pecho y nos hacía fotos, no sé si por afición o por control. Era un tipo llamativo, buen tío pero por la forma de entrenar muy diferente, no sé cómo catalogarlo.
–¿Por qué piensa que no triunfó en el Valencia?
–Creo que por esa forma de entrenar, de cómo llevaba el grupo, muy distinto a lo que necesita el jugador.
–¿Qué necesita el jugador?
–A nivel de gestión, que no le mientan, Luego, que el entrenamiento se dirija mucho a la idea de juego que quiere el técnico. El futbolista quiere saber cuál es su trabajo. Le tienen que decir qué hacer, si es intuición de cada uno, vamos mal. Tener claro qué debe corregir y qué no.
–¿Qué recuerda de Valdano?
–Lo tuve poco tiempo, en un mal momento mío porque estaba recién salido de la lesión, no puedo catalogarlo a nivel individual. Tenía muy buen preparador físico, en líneas generales no tengo malas palabras. Nos marchamos cinco porque hizo descartes y no acertó. Fuimos a Mallorca e hicimos mejor temporada.
–¿Le hubiera gustado estar más tiempo en el Valencia?
–¡Por supuesto! Ha sido mi mejor etapa como jugador, el club al que guardo más cariño junto al Mallorca, que me vio nacer y me dio la oportunidad como futbolista y como entrenador.
–Entonces, si le pidiera que hiciera una porra para la final…
–No, creo que está al 50%.
–Va, mójese…
–¡Es que está muy difícil! Ya le digo que soy muy agradecido con los clubes donde he estado, independientemente de que a uno le tenga más cariño. Está al 50%.
–¿Qué incidencia pueden tener Bordalás y Pellegrini en el desarrollo de la final?
–Yo veo más difícil que el Betis compita, en un momento de presión, como habitualmente lo hace, atreverse a lo que se atreve. Si lo llevan a cabo van a ser muy difíciles de contrarrestar. En ese sentido creo que el Valencia lo tiene más fácil en que competir de esa forma es menos arriesgado, no sé si soportará mejor la presión.
–¿Pesa haber ganado el título hace menos tiempo?
–No sé si los jugadores actuales van a pensar que el Valencia ganó la Copa hace tres años y el Betis hace más tiempo… no creo. Pienso que la presión la lleva el partido en sí porque es el más bonito de jugar para un futbolista. Los días previos y cuando lleguen al estadio van a flipar, Más que ser campeones de Liga. Hay mucha presión y el que mejor la aguante se lo llevará.
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–Ha disputado dos finales de Copa. ¿Cómo recuerda la del Valencia contra el Dépor?
–He jugado dos finales y por desgracia las he perdido. Una fue en Mestalla con el Mallorca contra el Barça, y la del Dépor con el Valencia. La afición estuvo increíble, en una situación especial, del ruido que había en el estadio no podías hablar con un compañero a medio metro de distancia.
–¿Cómo vivieron la suspensión del partido por el aguacero?
–Me acuerdo que estaba con el 'Chato' Arroyo calentando y el me dice: 'Me estan tirando cosas de la grada'. Era granizo, como huevos. Fuimos hacia el vestuario y cuando llegamos al túnel ya estaba inundado, con los cables por ahí. No sé qué directivo del Valencia tenía un Jaguar nuevo aparcado en la puerta del hotel, se lo llevó la corriente y lo encontraron debajo de un puente.
–Y luego, el desenlace fue muy cruel con el Valencia…
–Muy duro. Entramos un poco no sé si con la caraja, una duda y te cuesta la final. Era un partido a quince minutos.
–Una pena, estaban mejor hasta el momento de la suspensión.
–¡Mucho mejor! Por feeling, el partido igual se iba a la prórroga, pero nosotros estábamos haciendo más para ganarlo.
–La del Mallorca también la tuvieron en la mano…
–Sí, un penalti que si lo metia Stankovic éramos campeones, se va fuera y cambia todo. Fue también una final épica porque acabamos con pocos jugadores muchos lesionados… una lástima.
–Fue con Cúper, que después fichó por el Valencia. ¿Cómo era?
–Muy exigente, muy trabajador de la parte defensiva, el ataque le importaba un poco menos. Sobre todo le preocupaba que su equipo no sufriera en las transiciones, en las contras, en centros laterales. El ataque lo dejaba al talento del jugador.
–Me dicen que le pregunte por la 'mili' en Valencia…
–¡Jooooder! Fue en Capitanía, aunque juré bandera en Bétera, donde tenía el mes de instrucción. Hacía un calor que los compañeros de la fila caían desmayados. En Capitanía se portaron muy bien conmigo, se nota que la gente en esa ciudad es del Valencia. Estuve encantado.
–¿No le arrestararon?
–Antes de darme el finiquito vino el capitán y me arrestó: 'Como no lo hemos hecho en todo este tiempo, te vas a quedar el último día'.
–¿Le veremos en los banquillos?
–A ver si crecen los niños. Soy muy familiar y moverte de ciudad es complicado, pero tengo el gusanillo. Estuve de 2003 a 2016 entrenando en diferentes categorías hasta llegar a Segunda A. Cuando vuelva a sentir la necesidad, iremos a por ello.
–¿Cuántos hijos tiene?
–Tres. Uno de 20 años que está en el filial del Mallorca, una de 18 y un niño de 12, que es alevín.
–¿Los tres juegan a fútbol?
–La chiquilla no, pero los dos chicos sí, así que de una manera u otra estoy enganchado al fútbol. Cada fin de semana tengo dos partidos.
–¿De qué juega el mayor?
–Es delantero.
–¿Mete más goles que usted?
–No, yo con su edad marcaba más goles. Es mejor que yo en la forma de entender el juego y es más técnico. Yo era más rápido y mete menos goles, pero espero que le baste.
–¿Y el otro?
–Central, yo le llamo Van Dijk.
–Con que les vaya como a usted, les basta…
–Que sean felices con el grupo y en la vida. Yo les digo que de los compañeros que he tenido y han llegado a la élite, ninguno se ha obsesionado. Si tienes esa presión, normalmente te afecta.
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