Cómo explicar a la afición, especialmente a los quinientos seguidores que cubrieron 350 kilómetros para estar junto a su equipo, la grotesca actuación del Valencia en Getafe. ¿Cómo? Ni siquiera Gabriel Paulista sabía por dónde empezar. «Quería decir algo, pero no puedo», dijo el brasileño tragando saliva y concediéndose unos segundos de margen para responder. Ni siquiera servía la excusa de tener las pulsaciones a mil por hora porque el Valencia había tenido todo el tiempo del mundo para digerir el baile del Getafe, superior desde las cuatro de la tarde hasta las seis. Decidieron dar la cara dos hombres importantes del vestuario, el propio Paulista y Rodrigo, y aunque fue muchísimo más duro el central, lo cierto es que ambos compartían la duda de por qué el Valencia a domicilio es un flan, un grupo de jugadores que últimamente se han olvidado de competir en varios escenarios.
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La derrota en Getafe tendrá diversas lecturas de corte táctico o físico, pero a bote pronto y visto el espectáculo, uno de los principales problemas del Valencia fue actitudinal. Arrancó Paulista: «La eliminación en Copa del Rey fue muy dura y el de Getafe era un partido para volver a ganar. Ha sido una mierda todo». Nítido. El brasileño recogió el testigo de Gayà, que asumía la voz del vestuario después del 4-1 encajado en Mallorca. Los pesos pesados del Valencia en busca de la intensidad perdida. «La actitud hay que cambiarla. Debemos ser más hombres dentro del campo y pelear. Respetando a los rivales, sin hacer daño, pero siendo más fuertes y contundentes en todos los aspectos del juego. Ha sido una mierda todo», repetía Paulista después de sufrir el show de Jorge Molina y Jaime Mata, la dupla de delanteros que ofreció un clínic en el Coliseum. De juego, sí, pero también de inteligencia y pelea para desarmar el frágil entramado defensivo de Celades.
«Desde el portero hasta Maxi», recordó Paulista, deben dar un paso al frente porque el próximo visitante es el Atlético de Madrid, nada más y nada menos. Rodrigo Moreno se quedó a medio camino en la autocrítica. Si bien reconoció que su equipo no estuvo «a la altura» del partido, el delantero recordaba que tanto él como sus compañeros no son sospechosos de dejarse llevar. «Es completamente comprensible el cabreo de la gente, pero no somos sospechosos de falta de interés o actitud. Nunca vamos a bajar los brazos. El año pasado llegamos a estar a 13 puntos de la zona Champions y logramos el objetivo», incidió. Rodrigo, por cierto, fue sustituido a la hora de juego porque su estado físico todavía no está ni mucho menos cerca de ser el mejor: «No estoy al cien por cien pero quiero aportar».
El batacazo blanquinegro silenció en cierta medida los momentos más tensos del choque. No fue un partido tan duro como algunos precedentes, pero la paz parece imposible cuando se ven las caras Getafe y Valencia. Todo estaba relativamente tranquilo hasta que Kenedy metió un plantillazo a Gayà y se desató la tangana con Mata corriendo como un loco para participar. La trifulca se disipó más rápido de lo que apuntaba pero aún así, De Burgos Bengoetxea enseñó amarillas a Damián, Ferran Torres, Paulista y Maxi Gómez, todas ellas por encararse con rivales según explicó el acta. El duelo del Coliseum acabó con ocho amarillas y una roja para Florenzi.
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