Que no me cueste más dinero. La reflexión, poniendo voz de Peter Lim, es una de las tablas de la ley del día a día en las oficinas del Valencia desde que comenzó la pandemia. De las líneas de crédito y los préstamos capitalizados en ... acciones se ha pasado a un proyecto de mínimos donde el máximo accionista no está dispuesto –hasta nueva orden– a dotar de más liquidez, ni a la parte deportiva ni tampoco a la dotación de infraestructuras que necesita la entidad. Por si algún aficionado (despistado) necesitaba alguna prueba palpable a algo que es evidente, la exposición del enésimo proyecto del nuevo estadio realizada el jueves durante dos horas fue la prueba final. En el esqueleto de la que debe ser la nueva casa del Valencia, los ejecutivos del club y el arquitecto Mark Fenwick, dieron vueltas a una idea poco comprensible, la de poner 49.000 asientos en una estructura ya realizada con capacidad no para los 70.000 que reclama el convenio de la ATE sino para llegar a 74.000, como matizó el propio arquitecto. A pregunta de este periódico, el club reconoció que el coste de esos 20.000 asientos que son el centro del pulso entre Meriton y las instituciones es de 8 millones. El gran problema, por mucho que se quiera mover la bolita, es que a la parte no financiada por CVC nadie le pone el cascabel al aval.
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El Valencia recibirá del fondo de LaLiga 121 millones de los cuales el 70% los debe destinar a infraestructuras (84,7). En el proyecto del Nuevo Mestalla presentado el jueves se volvió a dar la cifra de 80 millones destinados a la dotación para inaugurar el campo, junto a la construcción del Polideportivo de Benicalap, con un aforo de 49.000 espectadores y una inversión de 115 millones. De los 35 restantes, 30 están sustentados por dos préstamos de 15 millones cada uno con CaixaBank y Rights and Media. El de la entidad financiera está supeditado a que la ATE no caduque y ninguno de los dos, tal y como certificó el IVF de Manuel Illueca, tiene avales. Es por ello que se le puso nota de suspenso a la documentación depositada por registro de entrada de la Generalitat del proyecto con la firma del entonces presidente de la entidad, Anil Murthy.
El problema sigue siendo el mismo. Tanto la Generalitat como el Ayuntamiento –donde Sandra Gómez es la mayor defensora de esa línea roja– exigen los 70.000 asientos para salvar la dotación urbanística de la ATE (el jueves quedó claro que el terciario del actual Mestalla es la clave), así como que quede avalada la parte de la financiación externa a los 80 millones de CVC.
La reflexión más importante, y más reveladora para la actuación de Meriton, la realizó la directora financiera, Inma Ibáñez: «El Valencia tiene el compromiso de terminar el estadio, no Peter Lim. Agradezco que Lim me dé soporte y préstamos cuando lo necesitamos. No me planteo ni tan siquiera solicitárselo». Por partes. Es cierto que Meriton no tiene ninguna obligación de terminar el estadio. Lim, ahí, puede dar gracias a Aurelio Martínez, presidente de la Fundación, y al resto de los patronos de la misma que no incluyeron en el contrato de venta de las acciones, la obligación de terminar el estadio para el centenario del club en 2019 con todas las dotaciones reflejadas en la ATE de 2005.
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Tras la última ampliación de capital, Lim posee el 90,5% de las acciones de un club abocado a un proceso judicial por la ATE, puesto que las dos partes han demostrado que no van a ceder ni un milímetro. El Valencia defiende que la actuación urbanística no caduca hasta 2025 y las instituciones que su expediente de nulidad sigue en curso desde hace ocho meses y que se completará si el club no cumple al cien por cien lo redactado en la ATE. Es decir, el máximo accionista ni se plantea avalar 8 millones (el coste de los 20.000 asientos de la discordia) y los 35 ajenos a CVC. Esa cifra de 43 millones, que Meriton ni se plantea poner o avalar, es la que pone en riesgo la construcción del nuevo estadio bajo el techo de la ATE. Sin ella –lo reconocen todos los actores– también se podría terminar el estadio pero con nuevas licencias y proyecto, lo que retrasaría la construcción mucho más allá de 2025 (la nueva fecha de finalización si se logra salvar la propia ATE).
Inma Ibáñez –dentro del club se tiene claro que es la figura clave para haber mantenido con vida financiera al proyecto bajo mínimos del club con Meriton– cometió una única imprudencia en su explicación cristalina del jueves, donde reconoció que el Valencia tardó diez años en comenzar a pagar la deuda financiera contraída en 2007 con la actual CaixaBank y que ya se han abonado religiosamente 71,4 millones de la deuda asociada del estadio que estrangula los presupuestos de cada temporada con 20 millones. «Si se tuviera que financiar al 100% de golpe cualquier proyecto privado no se haría nada en esta ciudad», declaró la directora financiera. Las comparaciones puede que sean odiosas pero en ocasiones son implacables. La construcción del Casal España Arena también es una obra privada que arrancó tras la compra de un suelo público y cuya financiación, de 220 millones, ya está asegurada íntegramente con la transferencia de ese montante a la cuenta de Licampa 1617, la promotora, por parte del mecenazgo de Juan Roig. Como en el caso del Valencia, el máximo accionista del Valencia Basket no tiene ninguna obligación de financiar esa obra, ni de acabarla. Lo que tiene es voluntad. A ninguna persona vinculada a su construcción se le ocurre defender la teoría de que es una buena idea inaugurar el Arena con 9.000 asientos y no con los 15.500 previstos porque la media de asistencia a la Fonteta no llega a los 8.000. Sonaría absurdo.
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Centro médico en Paterna
Una de las claves del misterio de los ocho millones del enrocamiento de los 20.000 asientos puede estar en Paterna. Los 5 millones destinados a infraestructuras del fondo CVC que no están presupuestados para el nuevo estadio apuntan a la Ciudad Deportiva. Meriton tenía en mente hace varias temporadas una ampliación para construir un centro médico pero Lim no estaba dispuesto a abrir el grifo y financiarlo. El proyecto se realizará con el manto económico de LaLiga. El pasado enero, el club se hizo en propiedad de las dos parcelas subastadas por la Generalitat Valenciana, la 48 y 49, colindantes a la Ciudad Deportiva en la Calle Isaac Peral del Parque Tecnológico de Paterna en primera subasta por 1.217.000 euros. El importe mínimo de la puja era de 692.855 euros y el club, para evitar perder unos terrenos estratégicos, casi dobló esa cantidad.
El gran problema para el Valencia con los 121 millones que le corresponden de CVC es que para cobrarlos todos hay que ir destinándolos a sus respectivas partidas. En LaLiga están inquietos por las obras paradas del nuevo estadio y ya son 6,3 millones no dispuestos del primer plazo. En julio llegarán otros 19,5 que estarán bloqueados hasta que se resuelva el problema de la ATE y las licencias de obra. En junio de 2023 y de 2024 se liberará el resto hasta completar los 80 millones destinados al estadio. El coste del Polideportivo de Benicalap, que es una obligación de la ATE y que entra en la financiación de LaLiga, es de 6,9 millones. Con el grifo cerrado de Lim, la judicialización de todo este problema parece inevitable.
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