Borrar
EL TÚNEL DEL TIEMPO

Un Pichichi y un Zamora en el olvido

Goyo encajó 28 goles y dejó la portería a cero en nueve ocasiones en la temporada 57-58 mientras Ricardo Alós, un fantástico rematador, anotó 19 tantos y compartió el trofeo con Badenes y Di Stéfano

paco lloret

Viernes, 30 de octubre 2020

Los nombres de Goyo y Ricardo Alós apenas son recordados por buena parte de la parroquia de Mestalla. El paso del tiempo los ha eclipsado. Sus respectivas trayectorias en el Valencia tampoco fueron dilatadas, sin embargo, tanto el portero madrileño como el delantero valenciano conquistaron los trofeos Zamora y Pichichi en la misma temporada. El artillero de Moncada hubo de compartir el honor con otro valenciano, Badenes, que jugaba en el Real Valladolid en esa campaña, la 57-58, y con Alfredo di Stéfano. Quizás este hecho le restó repercusión popular a su gesta.

En el imaginario valencianista los trofeos al máximo goleador van asociados a los nombres de Mundo, Waldo y Kempes, los tres mejores realizadores en la historia de la entidad. Un trío que conquistó el Pichichi con guarismos más que respetables. El delantero vasco, exponente del gran Valencia de los años 40 y miembro ilustre de la Delantera Eléctrica, lo consiguió un par de veces. El argentino igualó ese registro y además lo hizo de forma consecutiva. Entre medias de ambos queda Waldo, cuyos 24 goles en 30 partidos en la campaña 66-67, merecen un reconocimiento.

Algo parecido sucede en la portería. No hay duda a la hora de elegir los mejores porteros valencianistas porque sobresalen dos nombres: Eizaguirre y Cañizares, ambos representan sendos períodos, los mejores en la vida del club. El vasco ganó los dos trofeos Zamora de forma consecutiva a mitad de los años cuarenta. Esa marca fue superada por Santi Cañizares, que se proclamó como el mejor guardameta en tres ocasiones, dos de ellas seguidas, en los dos primeros ejercicios del siglo XXI. En 2004 añadió el tercero a la colección.

Al guipuzcoano y al manchego se suman los nombres de otros dos cancerberos de renombre, Abelardo y Manzanedo, que en los años setenta se hicieron acreedores a la distinción. El asturiano se consagró en un ejercicio memorable al principio de la década, saldado con la conquista del título de campeón. Abelardo protagonizó actuaciones antológicas y detuvo penaltis decisivos. Menos brillante fue el Zamora del burgalés, a finales de ese período, en una campaña, la 78-79, en la que las mayores alegrías se vivieron en la Copa del Rey después de un rendimiento discreto en la Liga.

En este cuadro de honor deben figurar los nombres de Goyo y Ricardo. Sus galardones se lograron en una temporada traumática, la de la gran Riada del Turia en octubre de 1957 que provocó cuantiosos daños y alteró la vida de la sociedad valenciana. Estos éxitos individuales se enmarcan en un período de cierto estancamiento deportivo global. La segunda mitad de los años 50 marca el final de una época y la despedida de grandes referentes: la pareja Pasieguito-Puchades, la magia de Wilkes y el talento de Buqué entran en decadencia. El club pierde presencia competitiva pero progresa en otros ámbitos: finalizan las obras del 'Gran Mestalla', se estrena la iluminación artificial, llegan los primeros brasileños de renombre como Walter y Joel y se pone en marcha el primer Trofeo Naranja.

Goyo fichó por el Valencia tras varias campañas en Segunda División con Osasuna salvo la última campaña, cuando el equipo navarro ascendió. El cancerbero disputó 7 partidos en Primera y el último, que cerraba la Liga, tuvo lugar en Mestalla, donde Osasuna obtuvo un meritorio empate a uno. A renglón seguido se fue al Atlético de Tetuán y, al año siguiente, al Cádiz, ambos clubes militaban en la división de plata. Su debut como valencianista tuvo lugar en la temporada 56-57. En la sexta jornada hubo empate a dos con el Real Jaén en el antiguo campo de La Victoria. No fue un buen estreno porque se lesionó a los 20 minutos del segundo tiempo y fue reemplazado por Timor.

Aquel contratiempo no le impidió ser el portero titular durante gran parte de la temporada. Su mejor ejercicio fue el siguiente, encajó 28 goles en otros tantos encuentros, y se erigió con el trofeo Zamora. Goyo mantuvo su puerta imbatida en nueve ocasiones. Su rendimiento en la siguiente campaña bajó de forma notable. Se sobrepuso y se mantuvo en la plantilla valencianista durante tres ejercicios más hasta la campaña 61-62 cuando se produjo el debut en Europa.

Ricardo Alós se forjó en el Mestalla y triunfó en Gijón, adonde fue cedido una temporada. Sus registros realizadores con el Sporting, que jugaba en Segunda, no los pudieron superar ni Quini ni David Villa. El valenciano marcó 45 goles en 34 partidos en la campaña 56-57 y llegó a lograr seis tantos en un encuentro. Las puertas del Valencia se le abrieron de par en par en el siguiente ejercicio. En su debut en primera se estrenó con un doblete en el campo de la UD Las Palmas. Después vino otro en Vigo y la suma de goles llegó a 19 en 28 partidos. Ricardo Alós era un magnífico rematador, se desenvolvía en el área con enorme soltura y aprovechaba el caudal de juego que le proporcionaban Fuertes, Mañó y Seguí. Por imposiciones tácticas, perdió presencia en el eje de la delantera y salió del Valencia dos años después de este magnífico logro.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Un Pichichi y un Zamora en el olvido