Todavía sorprende la maniobra del Valencia a última hora. Nadie lo esperaba y más cuando ya se daba por perdido el Mundial 2030. ¿Por qué lo hizo? ¿Por responsabilidad? ¿Por presiones municipales? ¿Por conminación de la Federación? Sea por lo que sea, todavía hay que ... esperar a ver si el mail llegó a tiempo. Sí lo parece por el lío en la reunión tripartita entre España, Marruecos y Portugal, con cada país estirando la cuerda en favor de sus intereses (los del CSDde aumentar a doce o trece las sedes y los del país africano de tener al final como sea en Casablanca). Al final se decidió no fijar todavía los estadios y esperar a valorar las últimas incorporaciones (entre ellas Valencia).
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El Gobierno, a través del CSD, y la Federación sólo contemplan el Mundial 2030 si la ciudad del Turia está dentro. Es tal la presión que ha puesto a los grupos municipales casi en la necesidad de llegar a un acuerdo que por las últimas opiniones y acciones parece improbable. Catalá ha advertido en varias ocasiones de que el Mundial no les va a obligar a un entente en el que no crean, pero por prestigio la ciudad no puede perder una cita mundial que ofrece retornos tanto a nivel turístico como económico, aunque todos saben que la FIFA es siempre la gran beneficiada, pues es quien ingresa los derechos televisivos, la mayoría de los contratos de publicidad, así como quien recauda el dinero de la venta de entradas. Además, obliga a las sedes a contratar un seguro de responsabilidad civil que cubra 92,87 millones de potenciales indemnizaciones.
¿Qué provecho genera el Mundial en una ciudad que es elegida sede? La alcaldesa de Zaragoza, capital que sí tiene garantizada la presencia en el torneo, daba una cifra. «Nosotros creemos que nuestro proyecto dejará en la ciudad 350 millones de euros, según los estudios de impacto económico. Era fundamental que no pasase de largo esta oportunidad», aseveraba Natalia Chueca. Ser ciudad mundialista deja un impacto económico y un legado que va más allá del mes de duración del torneo. Esto a nivel local, porque a nivel general el Gobierno ha presupuestado 1.430 millones de cara al Mundial 2030 que todavía están pendientes de reparto. El CSD sí ha dejado claro que ese dinero será para las sedes, para cubrir los gastos de organización de las ciudades, así como para mejorar puertos, carreteras, trenes, aeropuertos, estaciones y todo tipo de infraestructuras. Queda fuera de esta ecuación la renovación o creación de los estadios de fútbol.
La previsión estatal es que el Mundial de 2030 tenga un impacto de 5.120 millones en el PIB español y otros 1.000 en el de Portugal. Mientras, se prevé crear más de 82.513 empleos a tiempo completo en España, el triple que en el país vecino (26.000). Por cada euro invertido en el evento se generarán 4,28 euros al PIB y 1,32 euros de ingresos fiscales. En el turismo se espera un gasto superior a los 5.500 millones de euros que se repartirá por todo el territorio nacional gracias a la presencia de diversas sedes y subsedes. En Qatar 2022, y pese a disputarse en invierno, llegaron 1,4 millones de visitantes.
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Un estudio que realizó KPMGpara LaLiga resaltaba la influencia del fútbol en la generación de empleos indirectos y en elevar la economía de varias industrias. En su caso se apuntaban siete sectores como los principales beneficiarios: servicios de edición, deporte, turismo, cultura, ocio, publicidad y comunicaciones.
Para que todo ello sea una realidad hay que esperar si Valencia está dentro. Ahora hay que ver si llegó a tiempo y si se da el caso, revisar la documentación que envió la candidatura. Pero todo ello deberá ir unido a tener un campo que acoja los partidos. El presidente del CSD, José Manuel Rodríguez Uribes, conminaba en una entrevista en LAS PROVINCIAS a un acuerdo político. Pero por ahora no hay fichas, no hay convenio y no hay licencia. Todo en el aire. Y sólo queda un pleno para desbloquearlo y no llegar al 3 de agosto, fecha que Lim tiene señalada en rojo ya que a partir de ese día recuperará los beneficios urbanísticos sin tener que conceder a la ciudad nada a cambio. Queda un mes y, sobre todo, queda saber si lo políticos son capaces de ponerse de acuerdo.
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Cuentan desde dentro de la reunión en Agadir que tras 15 horas sentados en una mesa las delegaciones portuguesas y marroquíes salieron con un cabreo descomunal. Esperaban dejarlo todo claro en el Bid Book, el cuaderno definitivo de la candidatura, que marcará los trabajos desde el 31 de julio hasta el Mundial de 2030, y se sorprendieron cuando España añadió dos sedes más a las que le tocaba. Tenía 11 fijas (con 3 para Portugal y 6 para Marruecos) y en su turno de palabra añadió dos más con la intención de colar a Valencia y a Vigo. Caras de sorpresa, aunque los africanos vieron una puerta abierta a su gran aspiración. Valoraron ceder ante España a cambio de que la final sea en Casablanca pese a que todo indica que será en el remozado Santiago Bernabéu. «España ha jugado sucio», decían en Agadir tras una cita a la que asistieron tres miembros de la comisión RFEF (María Tato, Fernando Sanz y Jorge Mowinckel) mientras que por el Gobierno acudió el jefe de Gabinete de José Manuel Uribes, Juan María Fernández Carnicer. Pero esta exigencia de España favoreció a Valencia y Vigo. «Al menos se ha conseguido que puedan seguir negociando», comentaban, por lo que la ciudad del Turia todavía tiene opciones de estar en el Mundial.
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