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paco lloret
Sábado, 21 de diciembre 2019, 00:10
Dos goles a Lorenzo Buffon y uno a Bugatti que desataron el entusiasmo en una Valencia pendiente de la radio y con resaca fallera, un interminable viaje en tren y una clasificación histórica para las semifinales europeas resumen lo que fue el debut oficial de los de Mestalla en San Siro. Pese a haber vencido en el duelo de ida por 2-0, existían fundados temores de caer ante el Inter en su feudo. Al renombre que por entonces ya había adquirido el conjunto italiano se unía el escepticismo provocado por un equipo que, cuatro días antes de comparecer en Milán, había sido goleado por el Barcelona en el Camp Nou.
Las huestes de Domingo Balmanya sucumbieron sin atenuantes en un encuentro avanzado a la noche del sábado y correspondiente a la antepenúltima jornada de la Liga 61-62. Los cuatro goles recibidos el 17 de marzo en el recinto blaugrana provocaban cierto recelo y no invitaban a confiar demasiado en superar la eliminatoria pese a que el Valencia ya había protagonizado excelentes actuaciones lejos de casa, como el histórico triunfo logrado en el Forest Ground de Nottingham en el primer desplazamiento internacional de aquel ejercicio, el primero en competiciones continentales.
Tras caer en su compromiso liguero, el Valencia partió hacia Milán en tren desde la ciudad condal a media tarde del día siguiente. Casualidades de la vida, las huestes valencianistas se habían alojado en el hotel Milán de la capital catalana. Por delante un largo trayecto hasta el corazón de la Lombardía donde la expedición, encabezada por el presidente Julio de Miguel, el directivo Vicente Rodríguez y el secretario general Vicente Peris, arribó en la mañana del lunes. El Inter había incorporado esa campaña a Luis Suárez, fichado del Barça por una cantidad astronómica, y estaba dirigido por el afamado y siempre protagonista Helenio Herrera que pregonaba sin reservas la remontada de los suyos. El Inter peleaba en aquel momento por un scudetto que, finalmente, iba a conquistar el Milán. Por su parte, el Valencia llegaba invicto en Europa al duelo con el Inter al que ya había visitado en un encuentro amistoso cuatro años antes. A su vez la escuadra neroazzurra había disputado sendos partidos en Mestalla en apenas un mes, el primero con motivo de un amistoso nocturno en mayo de 1959 con la iluminación artificial recién estrenada y, en junio, tomó parte de la primera edición del Trofeo Naranja junto al Santos.
La gran baza valencianista en su cruce con el Inter fue el centrocampista Chicao. El brasileño, procedente del Botafogo, reforzó al equipo en el tramo final de la campaña y solo pudo participar en los partidos del torneo europeo. Su debut se produjo en la ida ante los interistas en el primer asalto de la eliminatoria. Aquel encuentro se inició con un vendaval local que provocó un tremendo entusiasmo entre los asistentes, incrédulos ante la superioridad aplastante de los suyos. Un gol de Guillot a los tres minutos y otro de Waldo a los siete, dejaron a los italianos contra las cuerdas.
Ese encuentro se celebró en Mestalla por mutuo acuerdo de ambos clubes a propuesta del Valencia ante el temor de perder ingresos por taquilla en caso de jugarse la ida en terreno italiano por si se producía un marcador adverso tan considerable que restara interés para los aficionados. En aquellos tiempos, la economía de los clubes de fútbol dependía esencialmente de estos recursos. En San Siro se repitió la historia. El Valencia, al igual que había sucedido en Mestalla, arrancó el encuentro con un gol madrugador logrado por Chicao, uno de los tres brasileños presentes en la formación. El guardameta de los italianos era Lorenzo Buffon, tío abuelo del actual guardameta de la Juventus, aunque, como curiosidad, se dio la circunstancia de que fue sustituido en el descanso. Salió Bugatti en su lugar.
El Internazionale replicó de inmediato con dos goles antes de la media hora. El segundo fue obra del español Luis Suárez al transformar un penalti. Otro brasileño, el centrocampista Recamán, estableció la igualada y, curiosamente, el más goleador de los tres, el delantero Waldo, se quedó sin anotar esa noche. El Valencia controló el juego pese a que los locales volvieron a marcar al poco de iniciarse la segunda mitad hasta que en los compases finales el extremo andaluz Ficha firmó el empate a tres definitivo que clasificaba a los valencianistas. Este resultado fue acogido con enorme entusiasmo por los aficionados que acudieron a recibir a la expedición en gran número a su regreso. Centenares de aficionados se agolparon en los andenes de la estación del Norte para expresar su júbilo. No faltaron las tracas. La expedición regresó en tren desde Milán vía Barcelona y llegó a casa con el tiempo justo de preparar el compromiso liguero que debía disputar en Mestalla el domingo ante el Athletic de Bilbao y que se saldó con empate a dos.
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