Gattuso es una persona tan extrovertida como severa. Hay líneas básicas que no permite que se crucen. Son innegociables. Como sus fundamentos futbolísticos. Cuando lee la popular frase de Groucho Marx («estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros») no ... esboza ni media sonrisa. Morirá con su idea aunque los resultados no acompañen. Y no lo están haciendo.
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Son ya cuatro partidos sin ganar y sólo dos puntos conseguidos de doce posibles. Ha combinado decepciones (Mallorca y Elche) con choques que han reforzado la dignidad del equipo (Barcelona). Pero se precisa sumar, huir de la zona Meriton, la medianía clasificatoria a la que ha sumado el proyecto de Peter Lim. Son ya cuatro temporadas sin pisar moqueta europea. Golpe al prestigio y a la cartera. Menos ingresos y más necesidad de vender a tus mejores futbolistas. Menos mal que hay gente como Gayà que prioriza el amor a la proyección.
Es el momento de combinar las sensaciones con el rendimiento, aunque el calendario que se le presenta al equipo blanquinegro antes del parón por el Mundial amenaza borrasca: Real Sociedad y Betis. Y cuando se reanude la competición, el nuevo Villarreal de Setién. Tres aspirantes a disputar la próxima competición continental. Justo cuando se descubre que el Valencia, de los 23 últimos partidos frente a los equipos históricamente más potentes de España (Real Madrid, Barcelona, Atlético, Sevilla y Athletic) no ha conseguido ganar ni uno. El famoso ADN competitivo del equipo blanquinegro queda aplastado por los datos. Y, además, no se está aprovechando el 'efecto Mestalla'. No se ha bajado de 40.000 espectadores, con el pico más alto el día del Barça (46.000), pero tras las sumas y las restas compruebas que el equipo sólo ha sumado diez de veintiún puntos posibles. Poco.
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¿Va a cambiar algo Gattuso de su estilo de juego? No. Rotundamente no. No lo ha hecho en ningún sitio donde ha entrenado. Dibuja un 4-3-3 y no hay borrón posible. Cuando llegó al Nápoles, el equipo había absorbido el 4-4-2 de Ancelotti. Fuera. Perdió un centrocampista y planteó extremos. Como en Valencia. En el conjunto italiano buscó y rebuscó hasta encontrar el mediocentro que le agradara. Probó con Allan y con el español Fabián. Con calidad pero sin el criterio posicional que desea. Lo encontró con Demme. En el Valencia optó por la continuidad de Hugo Guillamón en esa posición. El técnico obliga a este centrocampista a que se sitúe correctamente para ayudar al aspecto más importante de su juego de posesión: el inicio de juego. Sin demasiados toques, solo los necesarios. Para esta labor ya están los compañeros de línea. Pero las lesiones y las sanciones no le están permitiendo a Gattuso dar continuidad a la sala de máquinas. Un día juega Almeida, otro Yunus, el siguiente Ilaix y el de más allá Nico. Cada uno de un padre y una madre. Unos con más toque, otros con más potencia. Y no todos cuajan en la simplicidad de la posesión que busca el calabrés, lo que evita la generación de ocasiones para que Cavani se luzca.
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La creación comienza por el portero y más de un susto ha dado. A partir de ahí se fabrica el juego con paciencia en un intento de invitar a la presión al equipo contrario y así crear espacios detrás de las líneas del rival. Y en ese esquema, los laterales y los extremos proporcionan amplitud y los interiores deben dominar los espacios. Esta es la teoría. Pero falta modelar la práctica. Sobre todo, cuando el rival juega a otra cosa. El ejemplo más claro fue el día del Rayo Vallecano cuando los hombres de Iraola barrieron a los de Gattuso por fuerza y vehemencia. ¿Y el Valencia qué hizo? Nada. Seguir jugando a la suyo. Le faltaron reflejos al entrenador para cambiar la filosofía y batirse cara a cara. No siempre se puede jugar de forma académica. Hay que ganar.
Pero Gattuso, inflexible en su línea argumental, ya ha sacado la patita. Comparte interés con el máximo accionista. El técnico dijo en rueda de prensa que Lim le pidió un estilo definido. Y lo tiene. Pero no es suficiente. El valencianismo, siempre entregado, quiere más. Desea volver a vanagloriarse de vencer a los grandes. Y ahora es casi imposible. La plantilla no le da. Hay carencias graves en distintos puestos. Debe exigir al magnate fichajes para este mercado de invierno. Y luego está la segunda petición de Lim a Gattuso. Tienes que revalorizar jugadores, le demandó. Para poder luego venderlos a buen precio, se entiende. De meter al equipo en Europa nada le dijo. Los sueños del valencianismo y los de Lim cada vez se alejan más. ¿Con quién va Gattuso?
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