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PACO LLORET
Sábado, 27 de octubre 2018, 01:09
En la primera mitad de los años setenta el Valencia incorporó a tres jugadores procedentes de Bilbao. Dos porteros: Meléndez y Marro; y un delantero: Gabriel Uriarte que, finalmente, no llegaron a cuajar en Mestalla. Del trío, sin duda alguna, quién mejor rendimiento aportó fue Meléndez, un guardameta sobrio y con excelentes hechuras que llegó al Valencia en el verano de 1971 para reforzar la plantilla que había conquistado el campeonato de Liga y alcanzado la final de Copa de la temporada anterior. Abelardo estaba considerado como el titular indiscutible mientras que Cota asumía el papel de suplente en caso de emergencia. El papel de Pesudo, relegado a la condición de tercer portero, era testimonial.
Meléndez reforzó la portería ante el reto de defender el título liguero y participar en la Copa de Europa. No hubo de esperar mucho tiempo para demostrar sus cualidades. En la tercera jornada, Abelardo se lesionó ante el Sporting en Mestalla. El Valencia se impuso por la mínima al club gijonés con Meléndez en el segundo tiempo entre los palos. Su aparición coincidió con un tramo muy exigente: los valencianistas ganaron en el feudo del Atlético, doblegaron al Barça en casa y arrancaron sendos empates en San Mamés y Bernabéu. El meta vasco respondió a las mil maravillas en todos estos encuentros. Sin embargo, semanas después, la temporada se torció y, tras una inesperada derrota en el Sánchez Pizjuán, Abelardo recuperó la titularidad. El regreso del guardameta asturiano coincidió con una mejoría de resultados: el Valencia sumó tres victorias consecutivas con nueves goles a favor y ninguno en contra.
Después de varias semanas en el banquillo y tras una contundente derrota en El Molinón por 4-0, Meléndez Alberdi, cómo figuraba en las alineaciones en alguna ocasión, volvió a la portería en el duelo de la segunda vuelta con el Atlético de Madrid. Curiosamente, el mismo rival ante el que había debutado como titular. También se repitió el resultado. El Valencia se impuso por 1-0, pero la noticia de aquella triste jornada fue el fallecimiento de Vicente Peris en las dependencias de Mestalla a la conclusión del encuentro. Di Stéfano procedía a relevar al portero cada vez que el equipo sufría un revés así que el vasco regresó a la suplencia tras una debacle en Riazor. Esta vez el sustituto fue Cota, un portero nacido en Oliva y criado en la cantera, cuya aparición coincidió con una magnífica racha de juego y resultados. El técnico hispano-argentino lo mantuvo en las formaciones hasta el final de la campaña con el balance de cinco victorias consecutivas que llevaron al Valencia al subcampeonato. A renglón seguido, en la Copa, Meléndez siguió como suplente hasta que Cota se lesionó en Balaídos donde el Valencia venció y certificó su pase a las semifinales.
Meléndez no encajó ningún gol ante el Real Madrid en ninguno de los dos encuentros previos a disputa por el título. Los valencianistas, con Meléndez de titular, se plantaron en su tercera final consecutiva aunque no pudieron conquistar el trofeo de campeón. La siguiente campaña estuvo marcada para el portero de Durango por un desencuentro con Di Stéfano en Maine Road, cuando el Valencia empató a dos con el Manchester City. El enfado del entrenador le costó la titularidad y una semana después debutaba Balaguer en el portal valencianista. Meléndez no volvió a jugar hasta la siguiente campaña, la 73-74, su última con el club de Mestalla. Su reaparición, otro guiño del destino, fue en Gijón contra el rival de su debut en primera. El Valencia se impuso por 1-2 y empezó a subir en la clasificación hasta alcanzar el liderato. Todo iba más o menos bien hasta que Cruyff le marcó dos goles que acabaron definitivamente con la paciencia de Di Stéfano.
Un año después de la salida de Meléndez, en el verano de 1975, el Valencia incorporó a Marro, suplente eterno de Iríbar en el Athletic. Se pensaba que si Deusto que decidió volar de San Mamés cansado de esperar una oportunidad, había demostrado unas cualidades extraordinarias en el Málaga y en el Hércules que le abrieron incluso las puertas de la selección, Marro podría también despuntar. Craso error. El equipo no iba cara al aire y la grada estaba de uñas con la gestión deportiva. Pese a ser titular en el arranque de la campaña 75-76, no tardó en ir al banquillo para alternar con Balaguer y Basauri su presencia en las alineaciones. Su día de gloria tuvo lugar en el viejo Sardinero, en un campo embarrado y soplando la Galerna del Cantábrico, donde el Valencia venció por 0-1.
Gabriel Uriarte jugaba de delantero centro y puede presumir de ser campeón de Liga. Se incorporó a la disciplina valencianista con la Liga del 71 en marcha. Las referencias alentaban el optimismo y su principal aval era la condición de hermano de Fidel Uriarte, interior internacional del Athletic. De Gabriel se esperaba mucho, pero su rendimiento estuvo bajo mínimos y eso que Di Stéfano le brindó la titularidad en un choque de alto voltaje, ante el Barça en Mestalla, decisivo para el desenlace del campeonato. Su único gol lo marcó dos temporadas después en Los Cármenes.
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