Resignación para Ferran y Mestalla

Mestalla parece tener dos conceptos bastante claros: uno, que Ferran va a tardar mucho tiempo en recibir la bendición popular; y dos, que el Valencia da para lo que da y ahora todo el mundo parece estar más pendiente de colarse en la final de la Copa que de levantar esta mala racha. A nadie le gusta echar un vistazo a la clasificación y ver al Valencia otra vez metido de lleno en la lucha por la mediocridad, en ese puesto número doce al que por desgracia parece abonado en un par de temporadas el equipo en los últimos años de tonos grises. El valencianismo parece que lo fía todo ya al encuentro de vuelta contra el Athletic porque aunque por algunos momentos la sombra de la victoria e incluso de la remontada revoleteó en la grada para los más optimistas, lo cierto es que la resignación por la mejor condición futbolística del rival fue lo que llevó al público a retirarse prácticamente en silencio y pensar ya en la cita de Copa de dentro de semana y media.

Hacía posiblemente años que un Valencia-Barça no se vivía de tan descafeinada manera. Ya sea por el nivel tan bajo exhibido por el equipo de Bordalás, por la tremenda lección que dio el rival o porque no estaba el día para fiestas, lo cierto es que con el 0-3 poco antes del descanso ya todo se volvió un poco pesado y nada agradable. Hasta los silbidos a Ferran que una y otra vez le dedicaba parte del público (no todo) cada vez que tocaba el balón se fueron apagando. Casi fue monótono el tono de protesta hacia el chaval con el que terminó el encuentro.

Eso sí, seguramente sirvió para descentrarlo. No fue ni mucho menos un buen partido el del atacante de Foios. Más bien todo lo contrario. Ferran apenas intervino y siempre que lo intentó acabó perdiendo el balón. Primero por la izquierda, cuando lo situó allí Xavi, y buena parte de la segunda mitad por la derecha. Ni pudo con Foulquier ni con Gayà.

Es más, Ferran dio una muestra de estar algo desquiciado por lo que estaba viviendo. Ocurrió ya en los últimos minutos de juego, cuando se empeñó el proteger una y otra vez un balón pegado a la banda ante la insistencia de Diakhaby, que terminó por no hacerle falta ni dejar que le superara como seguramente pretendía el barcelonista. Fue tal la escena que Busquets, que además de hacerlo todo bien con el balón en los pies, se lo recriminó segundos después.

No fue desde luego ni un buen día para Ferran (que tuvo el detalle de animar a Jordi Alba cuando el también ex estaba siendo protestado) ni tampoco para el Valencia. Recibir un 1-4 ante tu propia afición duele. Más aún si lo haces contra uno de esos equipos con los que hasta hace un tiempo estabas capacitado al menos para presentarle batalla a corto plazo.

El problema es que al Valencia le están pesando esos 42 goles que lleva en contra. Bordalás parece que no sabe defender, dicho así a las bravas. El 1-4 es un resultado que esta temporada se ha repetido ya en tres ocasiones, aunque en las otras dos fue menos mal fuera de casa. Betis y Real Madrid fueron quienes castigaron la portería valencianista de esta manera. El Madrid fue de hecho el último equipo que en Mestalla hizo un 1-4. Fue en enero de 2018, la diferencia es que en aquella época el Valencia aspiraba a meterse en Champions. Ahora eso es una quimera.

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