Bordalás, durante un partido en su etapa en el Alcoyano. álex domínguez

La ruta valenciana de Bordalás

El alicantino bajó al barro de la Segunda Regional y tardó 24 años para entrenar en la máxima categoría

Miércoles, 26 de mayo 2021, 01:48

José Bordalás Jiménez está acostumbrado a jugar en el barro. No como metáfora del fútbol de su Getafe que tantos debates ha encendido las últimas temporadas sino que es la mejor definición de su carrera en los banquillos. Tardó 24 años en entrenar a ... un equipo en Primera y cuando llevaba cuatro aún estaba 'haciendo la mili' en Segunda Regional con el Muchavista de El Campello. Ahí ya soñaba con entrenar a un equipo valenciano en la máxima categoría con lo que no movió ni una ceja, ni le subió la presión arterial, por el suspense que han tenido el Valencia y el Getafe en los últimos días. Lo suyo, además, es una carrera de fondo. Lo sabe perfectamente Ángel Torres, el presidente del Getafe, puesto que el pasado verano estuvo 'a un café' (como la famosa frase de Juan Soler al referirse al intento de fichaje de Cristiano Ronaldo cuando el portugués jugaba en el United), de sentarse en el banquillo local de Mestalla. Javi Gracia le ganó en la foto, precisamente por la famosa cláusula de 1,5 millones que esta vez no será un peaje.

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El Getafe, desde que comenzó la temporada que acaba de bajar la persiana, sabía que la etapa de Bordalás como azulón no es que iba a terminarse en el verano de 2021 sino que ese morro torcido de hace justo un año fue el principio del fin de la campaña del alicantino en el sur de Madrid. Cuando acabe estampando en las próximas horas su firma como nuevo entrenador del Valencia habrá culminado un viaje casi imposible de encontrar en la hemeroteca. Será el décimo equipo de la Comunitat que habrá dirigido. El primero de la provincia de Valencia, tras nueve de Alicante, en su estreno en la máxima categoría con una entidad valenciana. Un sueño cumplido.

El Bordalás futbolista, que creció de joven en el barrio de Rabasa de Alicante y es primo de Juan Ignacio Martínez (JIM), ya se curtió en campos de Tercera y de Regional defendiendo la camiseta, entre otros, del Español de San Vicente, el Altea, el Torrevieja o el Petrelense. Una vez colgadas las botas debutó en los banquillos en la temporada 93-94, con 29 años, al frente del Alicante B al que ascendió desde la Primera Regional a la Regional Preferente. Ahí inició su primera etapa como entrenador del Alicante, quedando décimo en Tercera en la temporada 94-95.

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Bordalás entendió en ese momento que debía marcharse de la comodidad de ser un técnico de la casa y bajar a la mina para curtirse en otros campos. Sin entender de categorías. Igual dirigía a un equipo de Segunda B como el Benidorm para mantener la categoría (temporada 95-96), que bajaba un peldaño para conseguir un octavo puesto con el Eldense en Tercera (96-97) o tres pisos más para lograr ascender con el Muchavista desde la Segunda a la Primera Regional. Una vez terminado con éxito esos años de prácticas regresó a su casa, el Alicante, para ascender al equipo en 1999 desde la Regional Preferente a la Tercera. Un año después, acarició el ascenso a Segunda B tras perder en la promoción con el Mataró y se quitó la espina 2001 quedando campeón del Grupo VI para ascender y completar una primera temporada del Alicante en la categoría de bronce de ensueño, sextos y clasificados para la Copa del Rey del siguiente curso.

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Ese fue el momento en el que decidió hacer la segunda pausa en su etapa azulona, de azul de Alicante se entiende. Tras llegar a un acuerdo con el Cacereño, no le convenció el proyecto y decidió esperar una nueva oportunidad. Llegó cuando en la temporada 02-03 el Novelda destituyó a su entrenador y se hizo cargo del equipo para mantenerlo en Segunda B. Ahí fue donde iba a llegar, en ese momento no lo podía saber, un salto en su carrera. Su tercera etapa, y última en el Alicante, fue un trampolín. En la campaña 04-05 firmó un curso estelar con el equipo para terminar campeón del Grupo III. Aunque no consiguió el ascenso, el Hércules se fijó en él y lo fichó en la siguiente temporada tras despedir a Juan Carlos Mandiá para que lograra la permanencia en Segunda. Lo consiguió. Había tardado casi trece años en conseguir un banquillo en la categoría de plata. Una auténtica carrera de fondo.

Bordalás comenzó la campaña 06-07 como flamante entrenador del Hércules pero fue despedido tras siete partidos. De nuevo hizo las maletas y bajó al barro de la Segunda B para hacerse con las riendas del Alcoyano, en octubre de 2007, tras la destitución de Pepe Soler. Tras un honroso noveno puesto y renovar por dos temporadas con los de El Collao, en el siguiente curso, el 08-09, subió el nivel del equipo hasta meterlo en la promoción de ascenso después de quedar campeón del Grupo III con un presupuesto que no indicaba lo mismo. Aquel Alcoyano no ascendió a Segunda por una jugada desgraciada que aún se recuerda en Alcoi. Con 2-1 y la eliminatoria encaminada a la prórroga (fue el resultado de la ida en Cartagena) un resbalón propició una pérdida para que Juan Pablo marcara en el alargue el gol que subió a los cartageneros. Las dos partes decidieron rescindir el año que les restaba.

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Ese golpe de infortunio no le impidió a Bordalás entrenar en Segunda la siguiente temporada, puesto que en la 09-10 se sentó en el banquillo del Elche, con el que quedó sexto y con opciones de ascenso hasta las dos últimas jornadas. En la siguiente, sí que disputó el playoff al quedar cuarto pero fue apeado por el Granada. No terminaría la tercera, la 11-12, puesto que fue cesado el 7 de abril tras caer por 2-0 ante el Villarreal B y estar cinco partidos sin ganar con el Elche octavo. Ahí cerró su etapa en los banquillos de la Comunitat, un descanso de nueve años que se retomará con las riendas del Valencia.

El gran hito de ese nuevo ciclo, tras su paso por el Alcorcón, llegó con dos ascensos seguidos a Primera, con el Alavés en 2016 y con el Getafe en 2017. Con los madrileños debutó en la temporada 07-08 como entrenador en Primera tras 24 años en los banquillos. Casi dos décadas y media buscando, sin rendirse, un banquillo entre los más grandes. A él se ha cogido desde entonces, con la quinta plaza en 2019 y la clasificación para la Europa League como gran logro, y, no hay que negarlo, con un pique muy subido de tono en todos sus partidos contra el Valencia que tuvieron su cenit en los cuartos de la Copa del 19. Ahora, así es el deporte, le toca cambiar el disfraz de villano por el héroe.

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