A dos días del segundo partido de Liga y a 17 de que se acabe el mercado de fichajes, el Valencia sigue dando muestras de una más que inquietante desnutrición, deportivamente hablando.Peter Lim mantiene el puño cerrado desde Singapur y las consecuencias de esa férrea disciplina ahorrativa, que nada tiene que ver con la aureola que se creó cuando vino en 2014, la está soportando como puede aquí Javi Gracia mientras la afición se mueve entre la alegría por los tres puntos ante el Levante y la desesperación al ver como no llegan refuerzos.
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El máximo accionista mantiene firme su apuesta por la sequía para el club que compró con la supuesta intención de hacerlo un grande de Europa y si lo está poniendo difícil para convencer al Watford de traer al veterano Capoue –petición expresa del entrenador–, lo de Jeison Murillo es una prueba más del cambio de rumbo por el que se ha optado. El central colombiano ha pasado de bromear con sus antiguos compañeros valencianistas sobre una probable vuelta a tenerlo cerrado otro año con Celta. El Valencia no quiere oír nada de compromisos futuros que obliguen a pagar traspasos. Cesiones sí, pero si estas incluyen opciones de compra obligadas mejor lo dejamos pasar. Sólo cabría la posibilidad de pensar en contratar a muy bajo coste si de verdad fuera una ganga.
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JUAN CARLOS VALLDECABRES
A Anil Murthy la tensa situación le pilla de alguna forma justo en medio, aunque habla y actúa en boca de Meriton. El cara a cara con el entrenador del martes ha suavizado la tensión después de la protesta pública de Gracia hacia la propiedad. El Valencia no da por cerrado lógicamente el mercado. Ni en lo que a salidas se refiere –ahorro de fichas y amortización, si se pudiera– ni en entradas.
El problema es la creciente sensación generalizada que tiene la afición de estar siendo de alguna forma engañada. Meriton no transmite y cuando lo hace se equivoca. Y aquellos que en su día participaron de manera directa en la llegada de Lim prefieren el silencio. Amadeo Salvo, por ejemplo, esquiva las entrevistas y cuando las concede sólo lo hace si las preguntas giran en torno al Ibiza que preside. Aurelio Martínez, presidente de la Autoridad Portuaria, hizo la semana pasada un eficaz requiebro cuando casi se topa de bruces en la Generalitat con Murthy, cuando éste iba a pedirle tiempo a Ximo Puig.
No se parece este Valencia a aquel que pronosticó en Champions durante diez años consecutivos Meriton en los planes que presentó para convencer a Bankia y a la Fundación. Tres años en Liga de Campeones y tres de travesía por el desierto. Lim coquetea demasiadas veces con el infortunio deportivo sabiendo que eso, más pronto que tarde, pasa factura. Ya procuró el Valencia hace muy poco airear la inyección económica del dueño en el curso pasado cuando se supo el rechazo de los jugadores a los pagarés y tras conocerse que se tuvo que recurrir a una financiera para pagarles lo que faltaba de la ficha pasada.
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Con este panorama, es difícil imaginar la solución más acertada cuando desde otros frentes empiezan a mostrarse cada vez más duros. La vicealcaldesa, Sandra Gómez, empezó a apretarle las clavijas por el estadio y después, a su manera con más o menos tono de voz, se han pronunciado también Ribó y Puig.
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