Ver 11 fotos

Rioja, en el partido de Valladolid. EFE
Valladolid 1 - Valencia 0

Baraja, sentenciado

El entrenador agota su crédito al ser incapaz ni de puntuar en Valladolid y el Valencia vuelve a ser colista con merecimiento | Un error infantil de Mosquera propicia el gol local pero el equipo, con mucho tiempo por delante, acaba desesperado

Viernes, 13 de diciembre 2024

Rubén Baraja ha agotado su crédito en el Valencia. Está sentenciado y sólo es cuestión que el señor Lim coja el teléfono, llame a Corona y le diga que eche al entrenador que él mismo le recomendó y renovó hace apenas seis meses. Una leyenda ... que fue partícipe de una de las épocas más brillantes de la historia del club ha puesto al equipo en la peor de las situaciones que uno pueda imaginar. Como él mismo dijo, los números son malos, muy malos, horribles (2 victorias de los últimos 22 partidos), tanto que van a acabar llevándoselo por delante salvo un giro imprevisto de los acontecimientos. El Valencia está en caída libre. Ni contra el que era colista fue capaz de mantenerse firme. Ni tan siquiera un empate. Un mísero punto contra el Valladolid era la única aspiración a la que se podía acoger este grupo, ineficaz y limitado se mire por donde se mire. 'Peter, aquí tienes tu obra'. El fútbol no es ciencia exacta pero a veces la lógica es aplastante. Con estos jugadores, ahora mismo, sólo se podría aspirar a jugar dignamente algún torneo veraniego. Baraja es el primero que sabe dónde está y lo que se juega en cada partido.

Publicidad

El Valencia es el peor equipo de Primera, colista con mayúsculas y sin muestras de que sea capaz de reanimarse por sí mismo. La estadística asusta. Diez puntos en quince partidos. Vergonzoso. Para cualquier valencianista, mirar la clasificación es humillante. Visto lo visto, lo único que se puede hacer después de llorar de impotencia, como hicieron seguramente muchísimos aficionados esta noche, es rezar y esperar a que el de Singapur se dé cuenta de una vez por todas que en enero hay que fichar como sea. El Valencia no merece, ni de lejos, este trato. Baraja trataba anoche de reafirmar su convicción en que es capaz de sacar esto adelante, pero sus palabras suenan más a discurso enlatado que a la realidad que él mismo sabe que hay. El club le defendía hace algunas semanas cuando ya el equipo empezaba a dar muestras de zozobra, pero tras la caída ante el Rayo todo cambió. Los acontecimientos hablan por sí mismos.

El Valencia no puede arrastrarse por más campos como lo hizo ayer, casi a la desesperada y sin un mínimo criterio futbolístico. Ver los últimos minutos a Tárrega de delantero centro, a sus compañeros meter balones al área como fuera, al banquillo asumiendo la debacle que se le venía encima y a Baraja tragando saliva es ciertamente triste y desolador.

Porque, a decir verdad, el Valencia tuvo tiempo de sobra para reaccionar. Pero todo lo le sale mal. Quien venga, si viene porque al cierre de esta edición todavía no se había pronunciado nadie del club al respecto en lo que al banquillo se refiere, tiene trabajo por hacer. Mental, físico y futbolístico. Un gol le habría dado a Baraja más crédito, quizás hasta ver si el miércoles que viene era capaz el equipo de salir airoso en ese duelo atrasado contra el Espanyol. La agonía perdura. ¿Va a tomar el Valencia la decisión pronto o pasará lo de siempre, que Lim se toma las cosas como si estuviera de vacaciones y antes es la siesta y sus negocios que el teléfono rojo?

Publicidad

Si Lim logró sortear el sueño y vio al equipo en directo por televisión se dio cuenta que tiene unos jugadores totalmente vencidos por las circunstancias. Tanto los que se suponía que eran medianamente buenos como de los que no se esperaba gran cosa. Están todos superados. Fueron a la desesperada muchos minutos, en ese arreón final ya con el rival con diez sobre el césped. Pero ni aún así. Hubo tiempo de sobra para hacer las cosas mejor. Claro que sí. Pero hasta un rival tremendamente limitado es capaz de sacar oro de cualquier pifia. La de Mosquera lo fue y gorda. En plena fase inicial y con unos y otros arrastrando más miedos propios que descaros fue cuando llegó la jugada más tonta e infantil del partido, que resultaría trágica. El balón era fácil para que al central, casi en la línea de medios, le diera tiempo para elegir qué opción escoger. El problema es que ni cedió a Dimitrievski ni se lo quitó de encima con la contundencia de un central cargado de curriculum. Control inocente y la presión de Marcos André, con más ganas que tino, le acaba dejando el pasillo de los invitados a Anuar para que enfile directo al corazón del área. Allí corre Tárrega, que hasta llega al cruce con cierta agilidad. Pero ni Mosquera es Ayala ni Tárrega Arias. Ojalá. Con alguno de esos, por citar dos ejemplos de diferentes épocas, ni Anuar se hubiera ido corriendo con el balón controlado ni tampoco hubiera conseguido llevarse el rebote. Impropio de Primera. Sólo tuvo que darle con algo de criterio para superar a Dimitrievski. A los veinte minutos ya había saltado por los aires el Valencia. No se recompuso ya nunca, porque las apariencias es que tuvo muchísima más posesión, que remató muchísimo más y hasta que ejerció una presión casi asfixiante, pero todo fue engañoso. Falsete.

Si uno analiza con algo más de detenimiento, observó tremendas carencias de unos y de otros. Hubo algunos muy señalados a un nivel bajísimo: Jesús Vázquez, Foulquier, Fran Pérez... el resto se fue apagando conforme fueron pasando los minutos. Ni funcionó la defensa de cuatro ni tampoco los cambios que fue introduciendo el técnico tras el descanso, jugando ya a la desesperada. Parecía que era uno de esos partidos de la jornada 38. El señor de Singapur ha convertido al Valencia en una tragicomedia.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad