![Sergio Manzanera: «Los futbolistas deberían tener conciencia social»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202005/28/media/cortadas/sergio-RsVT5p71n2G9TVWG703wSZL-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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CAYETANO ROS
Jueves, 28 de mayo 2020, 14:11
- ¿Qué le parecen las manifestaciones de los 'cayetanos'?
- Muchas de esas manifestaciones se basan en una barbaridad de 'fake news'. Si la gente no tiende espíritu crítico, se deja llevar. Lo mismo pasaría si fueran grupos de extrema izquierda. Todo está muy manipulado, pero al menos que guarden las distancias de seguridad.
- ¿De dónde le viene la conciencia social?
- Me viene un poco de mis padres y eso va en la persona. El ambiente en que te mueves, si lees... hasta que te vas dando cuenta de que hay desigualdades sociales muy grandes. La gente más pobre debe tener una protección, no decirles 'apáñese usted porque nosotros somos liberales'.
-¿Fue un rara avis en su tiempo de futbolista?
- La mayoría de la gente no tenía estudios, pero sí había algunos con conciencia social como Pellicer y Quino. Pellicer se hizo médico y ayudó muchos a los pobres; Quino fue presidente de la AFE... Casi nadie leía y a veces yo iba con el 'Triunfo' al entrene y me decían: '¿Eso qué es?'. Si juegas bien, nadie te dice nada. Pero si sumas tres partidos malos, ya te reprochan que leas o que juegues al ajedrez, que siempre me ha apasionado. He conocido de todo: perfectos canallas y gente estupenda.
- Pellicer es un gran desconocido para muchos.
- Jugó mucho en la Liga del 71, metió un gol en Málaga desde 30 metros. Era un 9 que bajaba mucho. Yo hice Medicina por él porque me animó a estudiar. Se fue al Levante, se rompió el tendón de Aquiles y eso en esa época era el fin. Pellicer y Quino son líderes, tíos que tienen algo. ¿Y qué es ese algo? Carisma.
- ¿Cómo era Quino?
- Quino se declaró en rebeldía cuando estaba en el Betis por estar en contra del derecho de retención. Estuvo un año sin jugar. Lo querían muchos equipos. Al final vino al Valencia. Era un 9 puro. Su padre era poeta de Sevilla, de la generación de Alberti. Y él fundó la AFE sobre el 77. Estuve en Madrid en la primera reunión y votamos a Quino, que tenía una gran personalidad. No como los de ahora.
- ¿Los futbolistas podrían haber dado un paso adelante en esta crisis del coronavirus?
- Sí, claro, pero no solo ahora. Lo que ha hecho Juan Mata, por ejemplo. Los futbolistas de élite, con una gran influencia social, deberían ayudar a educar a la gente. Pienso como Fernando Savater: a la gente se la educa no solo desde la familia y la escuela, sino desde todos los estamentos. Si Messi apoya la Sanidad pública, le daría un empujón tremendo. No solo poner dinero, sino una cuña para que la gente tenga un espíritu crítico. Echo mucho de menos esa conciencia social. Aunque claro, esas cosas las piensas cuando eres más mayor, no a los 24 años.
- ¿Por qué los sanitarios están tan mal pagados?
- No se les valora, a pesar de que la enfermería española tiene mucha cualificación: está muy bien considerada en Inglaterra. A la hora de repartir el dinero desde el Gobierno, debes tener unas preferencias. Ahora nos damos cuenta de su importancia, pero estoy convencido de que no les subirá el sueldo.
- Hay un gesto que marca su vida: el 28 de septiembre de 1975, luce un brazalete negro en un Racing-Elche como protesta contra los últimos cinco fusilamientos de Franco (tres miembros del FRAP, de extrema izquierda, y dos de ETA).
- Han pasado 45 años. Yo tenía 24. Fue mi granito de arena hacia la democracia. Había muchísima presión social, se intuía un cambio pero no se sabía en qué dirección: si se quedarían los herederos de Franco o llegaría la democracia. Yo, además, estaba muy en contra de la pena de muerte porque había leído mucho sobre ella. La pena de muerte nunca ha bajado los índices de violencia.
- ¿Pasó mucho miedo?
- Al hacerlo tan joven, no tienes esa conciencia de peligro.
- ¿Dormía con una escopeta?
- Sí, yo era cazador en esa época. Nos amenazó la extrema derecha, Fuerza Nueva, y había grupos de estos que estaban totalmente incontrolados y bajo las órdenes del Régimen. Se reunió un Consejo Nacional y nos amenazaron de muerte a mí, a Aitor Aguirre (el otro jugador racinguista que llevó el brazalete) y al presidente del Racing, que no tenía nada que ver. Yo vivía en un apartamento en El Sardinero. No me arrepiento. Ni yo ni Aitor Aguirre. A Aguirre lo veo de vez en cuando. Vive en Bilbao, se ha jubilado, tenía un restaurante. Él era mucho más radical que yo. Nos llevamos muy bien. Mi mujer juega al squash, hicimos una ruta por el norte y visité a Arregui en Bilbao y a Pellicer en A Coruña.
- Durante el partido, ¿cómo se dieron cuentan de su protesta?
- Antes de salir a jugar, nos pusimos en el brazo un cordón negro de las botas. Al salir, Zubiria nos preguntó qué era. 'Nada, una cosa nuestra'.
- ¿Y qué pasó en la media parte?
- La policía vino al vestuario y nos dio dos salidas: si seguíamos con el brazalete, nos detenían y nos llevaban a Comisaría; si nos lo quitábamos, iríamos al día siguiente a la Comisaría. Eso nos salvó mucho porque la ley antiterrorista se aplicaban si te detenían en el momento, pero no si te presentabas voluntariamente. Por la tarde fuimos al juzgado y el juez nos dejó libre con una multa grandísima: mucho dinero de aquella época, un 20% de la ficha. Lo pagamos con papel del Estado en el estanco y allí alucinaron al ver que teníamos que pagar tanto. Y llevamos el dinero a Comisaría.
- ¿Cómo fueron los tres años en Santander?
- En el primer año, recién ascendido, ganamos al Barcelona, fue un gran año y yo iba de medio figura por venir del Valencia. Al segundo año, un tal Romero, que después fue entrenador del Barcelona, me rompió la pierna en Burgos, reaparecí cuando faltaban cuatro partidos y necesitábamos siete puntos, a dos por partido, para salvarnos. Lo conseguimos empatando en Madrid y ganando los otros tres. Y al tercer año, ya no me encontraba bien, físicamente regular: la medicina entonces era cero patatero. Si tenías una lesión de menisco, era un 50% de no volver a jugar. Y tampoco se sabía nada de nutrición. Nos decían que no comiéramos pan porque era malo.
- ¿Por qué se va del Valencia CF?
- Ya llevaba cinco años y estaba sin progresar. Yo era luchador, veloz, buen profesional, un extremo que bajaba mucho porque robaba mil balones en el centro del campo. Pero goles, tres o cuatro al año. No era un jugador decisivo.
- ¿Y el famoso gol de córner a Iribar en la Liga del 71?
- En el gol Sur, desde el lado derecho, con la derecha. Le pegué plano, puse el balón en la punta del cuadrante para ganar medio metro, suficiente para que el balón fuera al segundo palo y superara a Iribar. Pero no tenía ninguna intención. No fue ni a pie cambiado.
- ¿El mejor de aquel Valencia?
- Claramunt, comparable a Xavi o Parejo pero con mucha velocidad. Metía goles y corría mucho. Mucha clase y todoterreno.
- ¿Qué supuso Di Stéfano?
- Un crack, lo quise muchísimo. Me ayudó mucho. La mayoría de entrenadores quieren cubrirse la espalda. Si el equipo no va bien, ¿quién lo paga? El niño que acaba de empezar. En primer año, él aguantó mucho hasta que yo me consolidé. Otro entrenador me habría quitado. Competía con Fuertes, Poli... Muchos años después, Ricardo de la Virgen, utillero, delegado y masajista, me contó que, en una tertulia, Di Stéfano dijo: 'Dadme cinco Sergios o cinco Sauras y gano la Liga'. Tenía una personalidad arrolladora. Y los jugadores le hacíamos mucho caso por quien había sido.
- ¿Y su legendaria mala leche?
- Sí, la tenía con determinada gente que no era humilde e iba a él a sacar pecho. A esos les ponía la cruz. Para siempre.
- Tras ganar la Liga, ¿cómo fue el viaje de vuelta de Sarrià?
- Me la perdí porque me había seleccionado la sub 23 de Kubala, el miércoles jugábamos en Vigo contra Portugal. Fui tres veces internacional. Nos fuimos Ricardo de la Virgen y yo.
- A usted se le recuerda por llevar bigote, ¿era la estética de la época?
- Sí, el bigote, las patillas largas, los pantalones acampanados, era la moda, como ahora son los tatuajes. Tonterías de cuando tienes 21 años.
- ¿El mejor rival?
- Cruyff. Aparte del carisma, tenía un tren inferior fortísimo, descomunal, lo mismo que le pasa a Ronaldinho, Messi o Iniesta. Yo era muy rápido y hubo una jugada en la banda en la que me tiro largo el balón pensando que me iba a ir, pero cuando llegué al balón, ya me había sacado tres metros de 12. Me impresionó mucho. Levantaba la cabeza. No tenía nada que ver con la morralla de todos los demás.
- ¿Cómo eran los desplazamientos?
- Mortales. El Oviedo, Gijón, San Sebastián, Bilbao... acabábamos el entrene el viernes por la mañana, comíamos en Motilla del Palancar y por la noche cogíamos el coche cama en Madrid. Llegabas el sábado por la mañana. Jugabas y volvías el domingo por la noche. Una paliza. En Santander no había ni aeropuerto.
- Allí tuvo de entrenador a Maguregui.
- Era un entrenador de segundo nivel comparado con Di Stéfano. Y después tuve Nando Yosu, que había sido jugador del Valencia, tampoco era un gran entrenador, pero me llevaba muy bien con él.
- ¿Cómo empezó a jugar?
- Fui a los infantiles del Levante, quedé campeón regional con los juveniles y a los 17 años me subieron al primer equipo. Jugué dos años en Tercera División. Todavía en Vallejo. Empezaron a construir el Ciutat de València y ese año el Valencia nos dejó el campo y jugamos en Mestalla. Con 19 años, Di Stéfano fue a verme y me fichó. El VCF pagó un millón de pesetas, creo.
- ¿A qué se dedicaban sus padres?
- Mi madre era maestra y mi padre, que era de Cheste, fue un represaliado de la República. Él era oficial de correos, dio unas conferencias y después de la Guerra, lo depuraron, le quitaron la oposición aprobada con 16 años. Y lo echaron de Correos. Como sabía de números, leer y escribir muy bien, se ganó la vida dando clases por ahí. De pequeño, jugué en el Philips, en otro equipo en la calle Garrigues.... el fútbol siempre me ha apasionado. Tanto como el ajedrez. Y sigo jugando al fútbol.
- ¿A los casi 70 años?
- Sí, en un grupo que tenemos en El Saler, los domingos, con gente desde los nueve años hasta los 76, al lado de El Sidi Saler. Me encuentro muy bien. Más de alguna lección les he dado a los de 22. Cada vez menos porque voy perdiendo sobre todo en agilidad. Todavía puede correr mucho, pero me cuesta en desplazamiento corto, en inmediatez de irte y de chutar.
- ¿Qué equipo le ha llenado los ojos?
- El Barça de Cruyff y el de Guardiola. De pequeño era del Barça porque mi padre, cuando era oficial de Correos, se quedó unos años en Barcelona e iba alguna vez a Les Corts en la época de Samitier. Y me aficioné. Al Valencia fui con 14 años. Y ves a Messi o a Xavi y eso es otro mundo, otro deporte. En mi época, Porta, del Granada, fue pichichi con 18 goles. Messi marca cada temporada 40. He disfrutado muchísimo. También soy del Valencia y no me pierdo ningún partido, pero no lo mamé de pequeño.
- ¿Cuándo se sacó la carrera de Medicina?
- Me dejé el fútbol a los 28 años. Hice Medicina, el primer año en Santander, los otros años en Málaga. Ya había estudiado tres años de Químicas: era muy estudioso, poco inteligente, pero me lo tomé como un trabajo. Si el mecánico está ocho horas trabajando, yo ocho estudiando después de la clase. Con ocho horas todos los días, puedes hacerte ingeniero de la NASA. Acabé a los 33 y después hice la especialidad de Medicina del Trabajo. Tenía una visión muy social de la medicina, de hospital, pero entré en Estomatología.
- ¿Cuándo se jubiló?
- He estado 28 años trabajando y ahora mi hijo y mi hija son odontólogos y llevan la clínica. Hace cuatro años me retiré y me dedico a los nietos y al deporte: ajedrez, fútbol, tenis, squash, pádel. De momento, aun le pego. Me encuentro estupendamente y lo que venga, ya vendrá.
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