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«Siéntate que la pregunta que le voy a hacer a Ranieri va a traer cola». El que habla es Luis Furió, redactor de Deportes de LAS PROVINCIAS con un becario del periódico (el arriba firmante). Ciudad Deportiva de Paterna. 17 de octubre de 1997. Había acabado el entrenamiento y el técnico italiano dejaba a Romario fuera de la convocatoria para el choque contra el Celta en Vigo. Tras las consultas deportivas de rigor al técnico, pide la palabra mi compañero. «¿Es verdad que ha dejado a Romario fuera de la convocatoria porque anoche estuvo de fiesta hasta las cuatro de la mañana en la discoteca Havana Club?» Murmullos y gesto de incredulidad del italiano. Y su respuesta es de esas que se cuelan en todos los programas de zapping. Ranieri fija su mirada en Manolo Mas, jefe de prensa del club, que seguía de pie la comparecencia, y le espeta: «¿È vero? ¿alle quattro de la mattina? non è possibile». Manolo Mas le contesta: «Eso lo dice LAS PROVINCIAS», y Luis Furió, raudo, le enmienda: «Sí, claro, y lo confirmo». Terremoto en el Valencia y en el fútbol español. Pero hubo continuidad un día después.
Romario solicitó salir en rueda de prensa antes del entrenamiento tras mantener un enfrentamiento en el vestuario delante de toda la plantilla. El brasileño se plantó ante Ranieri y después afirmó: «Si a los compañeros les molesta, que se jodan. Si no salgo, no marco». Dio la comparecencia mirando fijamente al redactor de LAS PROVINCIAS que el día anterior había realizado la pregunta. Y poco antes de comenzar el entrenamiento, de camino a uno de los campos de Paterna acompañado de su inseparable Luisinho (su agente) y una persona de seguridad, de enorme complexión, dijo en voz alta y de manera jocosa: «Mira, esos dos son de LAS PROVINCIAS, ya sabes lo que tienes que hacer». Pese a que Ranieri le perdonó, tiempo después volvieron los encontronazos hasta que Romario decidió marcharse a Río de Janeiro. Vivencias de un Ranieri que sumó a su largo historial en los banquillos. Ahora ha decidido jubilarse a los 72 años tras conseguir el hito de mantener en la máxima categoría al Cagliari, al que subió a la Serie A la temporada pasada, como había ocurrido 33 años antes. Fue su manera de cerrar el círculo.
El aura mística del romano tocó su cénit cuando logró en 2016 el título de la Premier con el modesto Leicester. El mayor hito de la historia de la competición y uno de los más sorprendentes del mundo del fútbol. Cuando los Foxes ficharon al entrenador, entonces con 64 años, mitos como Lineker no dudaron en exponer sus dudas con su contratación tras una mala etapa en el fútbol griego. Ranieri cogió a un equipo que se había salvado del descenso en la anterior temporada y con un grupo plagado de deportistas sin cartel... hasta que lograron el título. «Somos como Forrest Gump, no podemos dejar de correr», definió Claudio a sus jugadores antes de alzarse con la Premier.
En su historial de milagros, Valencia está en las páginas más doradas. Fue el artífice de rescatar a una afición que había vuelto a perder la ilusión. Paco Roig le presentó como 'general Rinaldi', y consiguió que un equipo con mucha hambre, liderado en el campo por Mendieta y Claudio López, ganara la Copa del Rey en 1999. Aquel título fue tremendo, con el 6-0 en la ida de la semifinales contra el Real Madrid, y un triunfo apabullante en el partido decisivo contra el Atlético. El Valencia, con el italiano al mando, cerró una sequía de dos décadas sin ganar un título nacional (el anterior fue la Copa de Kempes y la camiseta de la Senyera en 1979). Para llegar a ese momento de gloria tuvo que picar piedra. Paco Roig lo fichó en septiembre del 97 tras su fracaso con Valdano. Además de sus problemas con Romario, al 'Burrito' Ortega también le paró los pies. En enero del 98, antes de jugar contra el Mallorca, le marcó el camino de salida: «A Ortega no le gusta entrenarse y eso no es bueno. Desde que llegué al Valencia, ha trabajado 43 horas menos que sus compañeros. Está siempre cansado y cargado. Otros compañeros como Camarasa o Javi Navarro, que están lesionados, tienen una voluntad de hierro». En el verano del 98 logró limpiar el vestuario para cambiar el 'Valencia campeó' de Paco Roig por otro que ganaba de verdad, conquistando la Intertoto y la Copa.
Dicen que segundas etapas no son buenas pero nadie podrá acusar a Ranieri de no haberlo intentado. Tras declarar que volvería a Valencia «nadando», regresó en el verano de 2004 para opositar con hacer olvidar a Rafa Benítez. Con el añorado Jaume Ortí como presidente, ganó la Supercopa de Europa ganando en la final al Oporto, con Di Vaio y Fiore como grandes apuestas, pero acabó saliendo por la puerta de atrás tras caer en la Copa del Rey frente al Lleida y de la UEFA por el Steaua de Bucarest. Pero siempre quedará en la historia del Valencia y del fútbol mundial. Por su sapiencia como entrenador y por sus momentos icónicos.
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