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Guillamón, autor del tanto valencianista contra el Barcelona en el partido de la primera vuelta. REUTERS
Siete minutos mágicos para la historia

Siete minutos mágicos para la historia

Montjuic| El Valencia vuelve a un estadio en el que Benítez se libró del despido en 2001 y que significó la explosión de un equipo que terminó campeón

Lunes, 29 de abril 2024, 01:12

Nunca siete minutos tuvieron tanta trascendencia para el devenir de la mayor época dorada del valencianismo. Esta noche toca desafiar al Barcelona pero Montjuic, de 1997 a 2009, ha estado asociado al Espanyol y es inevitable pensar en lo que ocurrió en 2001. Decía el ... jueves Diego López que era demasiado joven para asociar los duelos contra el Barça con el Piojo López. Su recuerdo más reciente, dijo, es la final copera contra el Barça en el Villamarín. Todavía no había nacido Diego López (lo hizo cinco meses después) cuando un 15 de diciembre de ese 2001 el Valencia escribió posiblemente los siete minutos más mágicos de su historia reciente. Y no porque ese día ganara un título o una eliminatoria de Liga de Campeones, sino porque significaron el punto de inflexión que provocó que el Valencia irrumpiera con voz propia en la Liga para acabar llevándose el campeonato y poniendo con ello, además, la directa hacia el galardón de 'mejor equipo del mundo' que se le concedería en 2004. Montjuic siempre será especial para Rafa Benítez porque fue allí donde se salvó de una destitución casi cantada y donde cambió la conciencia de su propio vestuario. El Valencia llegaba al mismo escenario donde esta noche jugará sin haber ganado los cinco últimos partidos. Además, como visitante no se llevaba los tres puntos desde el mes de mayo de la temporada anterior y justamente al descanso, el Espanyol ya le había hecho dos goles (Palencia y Álex Fernández). Con 2-0 en el marcador, Benítez estaba más fuera que dentro. Minuto 58, marca Rufete el 2-1, cuatro después repite Rufete y pasados tres minutos (65'), el que firmaba la remontada era Ilie. En siete minutos, el Valencia le había dado la vuelta al marcador. Baraja puede dar buena fe de cómo se celebró aquella gesta en el vestuario porque entró al campo en el 75' sustituyendo precisamente al goleador (Rufete). Algunas semanas después, el Valencia se alzaría campeón de Liga. De no haberse producido esa remontada, el valencianismo se habría quedado sin los éxitos del «torero» (como así calificó el consejero Marcelo Safont al entrenador).

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