En mayo de 2016, una delegación del Valencia CF y cuatro periodistas viajamos a Singapur para conocer in situ el país de Peter Lim, ... máximo accionista del Valencia CF. Una aproximación a otra forma de vida, que nos hizo entender cómo se gobiernan por allí las cosas. Aquella expedición dio sentido a muchas de las decisiones tomadas después por la propiedad, se esté de acuerdo o no con ellas. Allí se ordena y los subordinados obedecen.
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Al llegar, y después de desparramar la maleta en la lujosa habitación del hotel Shangri-la y flipar con las instalaciones, me aventuré a darme una vuelta por las inmediaciones hasta Orchard Road para una primera exploración por la zona.
Lo primero que me llamó la atención es que los fumadores se arremolinaban en un punto fijo de la acera para devorar calada tras calada sus pitillos para el necesario chute de nicotina. Hay zonas exclusivas para fumadores, acotadas, marcadas en el suelo y nadie de los que había allí se podía salir de un rectángulo bajo la marca 'smoke area'. Obviamente, en el suelo no hay ni una sola colilla. Aquel fue el primer aviso de que Singapur no era España.
A la vuelta de aquel paseo y antes de comer, la presidenta del Valencia, Layhoon Chan, que lo era en su primera etapa, nos reunió a todos los expedicionarios para dar detalles, normas y costumbres del país en el que estábamos. En el avión ya habíamos rellenado y firmado un cuestionario en el que declarábamos que no llevábamos droga y que, en caso de llevarla, asumíamos que éramos carne de pena de muerte en el caso de esconder medio kilo de marihuana o 15 gramos de cocaína. Volvimos todos libres y con vida.
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La sorpresa llegó en la charla de bienvenida de Layhoon Chan, cuando nos advirtió de que tirar un chicle al suelo se penaba con hasta 1.000 dólares singapurenses -698 euros al cambio-. En aquel momento me tragué el que mascaba, con el que había dado el paseo inicial por el centro de Singapur haciendo pompas y ajeno al riesgo de lo que significaba mi osadía. La goma de mascar está prohibida en el país de Peter Lim desde los noventa por la suciedad que genera en la calle con las golosinas pegadas en las aceras y por una serie de incidentes que causó en las líneas de alta velocidad de tren. Vender chicles incluso conlleva pena de prisión.
A partir de ahí, no es extraño para los que hemos pasado por allí, que al aficionado del Valencia CF y a su pareja les hayan retirado el pasaporte por posar con una pancarta y poner una pegatina de 'Lim go home' en una de las propiedades del máximo accionista del Valencia CF. Una luna de miel accidentada. Singapur es diferente, una dictablanda, propia de una película como 'El show de Truman'. En la calle no hay mendigos, los pobres viven o son llevados a un extremo del país para que no existan.
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Durante el viaje, una de las colaboradoras de Peter Lim, una de las personas más afables y próximas del clan Meriton, una vez atravesó las capas que conducen a la confianza, dio un titular de portada: «En España la gente es más feliz, se nota porque sonríen más».
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