Javi Guerra, en el último partido contra Osasuna en Mestalla. IVÁN ARLANDIS

La sostenibilidad del Valencia por necesidad frente a la convicción de Osasuna

El equipo de Vicente Moreno está solo dos puestos por detrás del de Baraja en límite salarial pero tiene seis puntos de ventaja y un modelo deportivo con mayor estabilidad

Martes, 24 de septiembre 2024, 01:53

Sostenibilidad, el término que ha puesto de moda en Valencia Miguel Ángel Corona y que esta noche en Mestalla puede dar que hablar. ¿Qué es ser sostenible? La definición, recogida por la R.A.E. aplicada en ecología y economía, 'que se puede mantener durante ... largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente'. En esa compleja y extraña deriva se ha metido el Valencia que, aplicada con sentido común, acapararía todo tipo de elogios y parabienes pero que, adaptada a la cruda realidad, produce sin embargo bastantes picores. Porque el matiz de 'sin agotar los recursos', curiosamente en lo que al Valencia se refiere da para enfadarse. El Valencia no se agota pero sí se empobrece. Y lo hace a una velocidad bastante apreciable, por desgracia para sus propios aficionados. Por eso, cuando Corona repite sostenibilidad en pleno mercado de fichajes, por Valencia se puede traducir a que 'nos tenemos que conformar con lo que hay y que no vayamos a peor'. Lo curioso es que hoy, en un Mestalla algo menos inquieto por la victoria del sábado contra el Girona, se van a ver las caras dos formas diferentes en lo de interpretar el dichoso término de 'sostenible'.

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Decir que Osasuna y Valencia juegan la misma liga se podría llegar a entender, aunque a algunos les moleste. Pero puede llegar a ser la realidad. Sobre todo porque el resurgir en Pamplona comenzó poco después de que Peter Lim aterrizara en Mestalla. Fue en 2015 cuando Osasuna estuvo a un paso de sufrir una hecatombe de gravísimas consecuencias. Estaba prácticamente ahogándose en la Segunda División, había vendido El Sadar y Tajonar al Gobierno de Navarra para quitarse de encima las deudas y la caída a Segunda B parecía casi inevitable.

Flaño evitó la tragedia

De haber bajado, en el supuesto de que hubiera podido regresar algún día al fútbol profesional, a Osasuna se le habría acabado el 'chollo' de ser club deportivo y se habría visto obligado a ser SAD. Eso que en Valencia tanto se lamentó en su día.

Fue un gol de Javier Flaño frente al Sabadell, en el descuento de la última jornada (2014-15) y con el Valencia de Nuno pensando en la Liga de Campeones, el que evitó la gran ruina para Osasuna. La agónica permanencia en Segunda fue el germen del ascenso a Primera al año siguiente. Se volvió a bajar una temporada después pero aprendieron de todos los errores y regresaron a la élite para hacerlo con la solvencia que hoy en día evidencian.

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«Los cambios hay que hacerlos en el éxito, no en el fracaso. Esa es la mayor dificultad del fútbol. Y en Osasuna funciona mientras mantengas la esencia de cantera, que está reflejada en los estatutos del club. La afición tiene que sentirse identificada por el equipo y la cultura de cantera está muy impregnada en este club». La reflexión sobre la idiosincrasia de Osasuna es de un viejo conocido por Valencia: Braulio Vázquez. El que fuera hombre fuerte del Valencia en los años más inmediatos a Peter Lim (2010-2013) ha sabido conjugar la cultura futbolística pamplonica con una plantilla que en cada partido se juega la vida y el salario (se reduce a la mitad si acaba perdiendo la categoría).

El padre del lateral valencianista Jesús Vázquez puede presumir de haber exprimido al máximo los recursos y la filosofía del club rojillo, dos puestos por detrás del Valencia en el ranking del límite salarial que recientemente se ha dado a conocer. Mientras el Valencia es décmino y lo tiene fijado en 74,6 millones de euros, Osasuna –duodécimo– se frena en 51,9, merced sobre todo al traspaso de David García al Al-Rayyan por 8,7 millones (había vendido en enero a Chimy Ávila y a Adama Boiro).

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Eso sí, el club navarro cumple a rajatabla la regla 1:1. Es decir, tiene su cuenta de ingresos y gastos –esa que tanto dolor de cabeza le da a Lim– equilibrada. Este verano no tuvo ningún problema para inscribir futbolistas ni tampoco se excedió. Compró a Boyomo (central del Valladolid) por 5 millones, a Bretones (lateral el Oviedo) por 2,8 y se trajo por 250.000 euros (más los dos millones y medio que tiene de salario) al que tanto deseaba Baraja: Bryan Zaragoza (Bayern).

Sentido común, acierto en los fichajes y una comunión sincera con la afición. Los principios de Osasuna gustan a la mayoría. Y, encima, a veces tienen como recompensa el colarse en una final de Copa del Rey (2023) o en una competición europea, aunque sea la Conference League (2023-24).

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¿Y de entrenadores? Pues tiene su miga también. A Peter Lim le duran menos que un telediario. Por eso, el máximo de días que ha llegado a estar un técnico en la época meritoniana ha sido Marcelino con 802. En Pamplona también cayeron algunos en estos once años (Urban, José Manuel Mateo, Enrique Martín, Caparrós, Vasiljevic...) pero luego fueron encontrándole el punto con Diego Martínez y sobre todo con Jagoba Arrasate (2.191 días en el cargo).

Lo curioso es que esta noche en Mestalla van a estar sentados uno junto a otro los dos hombres que estuvieron en la fase final para sustituir a Gattuso. El valenciano Vicente Moreno era el candidato ideal por conocimientos y trayectoria pero tenía un problema contractual que resolver y, entre otras cuestiones, al final Corona terminó apostando pro Baraja, sin ninguna trayectoria en un banquillo de Primera pero con más hoja de servicios blanquinegra.

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«Son recuerdos de la etapa de formación. Quería ser futbolista profesional y viví momentos bonitos. Aquella época queda muy lejos ya. A nivel institucional... el Valencia me pilla lejos. Bastante tengo con lo mío y seguro que la gente de Valencia tiene mejor información. No es un tema en el que tenga que opinar. Siempre que juego en Valencia es especial. Es un partido especial a nivel personal, pero eso es anecdótico. Lo importante es que hagamos un buen partido», recordaba ayer Vicente Moreno, que también tuvo pasado valencianista aunque es verdad que a un nivel muy inferior al de Baraja.

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