Luto en el Valencia por el fallecimiento de Vicente Peris. LP

Tarde triste de febrero

El túnel del tiempo ·

Muerte de Vicente Peris. El histórico gerente del Valencia fallecía en Mestalla hace cincuenta años al acabar un partido frente al Atlético de Madrid

Paco Lloret

Valencia

Sábado, 12 de febrero 2022, 01:34

La satisfacción por el laborioso triunfo después de la disputa de un partido al máximo de revoluciones desapareció de golpe al conocerse tan trágica noticia. Recuerdo el momento con precisión, pendiente de la crónica radiofónica, como cada domingo a primera hora de la noche, de la crónica del duelo estelar de aquella jornada entre el Valencia y el Atlético de Madrid. A través de las ondas llegaba la voz rota de Jaime Hernández Perpiñá que informaba de la muerte de Vicente Peris en las dependencias de Mestalla, una vez finalizado el encuentro. El relato de las incidencias sobre el terreno de juego quedaba relegado a un segundo término, eclipsado por la magnitud del repentino fallecimiento de Peris, el alma-mater del club, de forma tan inesperada. El triunfo deportivo quedó en segundo plano. Un mazazo para el valencianismo. Sucedió el 13 de febrero de 1972, mañana se cumplen 50 años.

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Aquella tarde se medía la paciencia de Mestalla. El Valencia venía de sufrir la semana anterior una goleada que no entraba en las previsiones: 4-0 en Gijón ante el Sporting, rival al que había batido en los tres duelos ligueros precedentes sin recibir un gol en contra. Una tarde nefasta en la que todo salió mal para un equipo que había perdido su fiabilidad en los desplazamientos. En El Molinón se sufrió un hundimiento pero en las salidas anteriores, a Atocha y Sarrià, las cosas tampoco habían ido bien con el balance de sendas derrotas, por 1-0 en San Sebastián y por 3-1 en el feudo del Espanyol. Los valencianistas que defendían el título liguero alcanzado en el campo de los periquitos en el ejercicio anterior atravesaban por un período de turbulencias.

El Valencia se mantenía segundo en la tabla y el Real Madrid, líder, también había pinchado en ese tramo del campeonato al acumular tres empates consecutivos. La visita del Atlético a Mestalla se interpretaba como un examen final para el conjunto de Di Stéfano. Los aficionados llevaban un año y medio de idilio con su equipo, pero los últimos resultados habían afectado la moral de la grada. Vicente Peris reaccionó con una iniciativa oportuna, consciente de la trascendencia y de la dificultad del partido, arengó a la afición desde el editorial que redactaba para el programa oficial que se distribuía entre los asistentes con el propósito de que se ayudara al equipo. Ese mensaje caló, su solicitud fue atendida. El apoyo de los incondicionales benefició a un equipo que superó por voluntad a su oponente en una tarde tensa, con los nervios a flor de piel en el campo y en la grada.

Poco antes del descanso llegó el lance que decantó el resultado. Penalti por manos dentro del área de un jugador rojiblanco. Claramunt ejecutó la máxima pena con su contrastada destreza; un lanzamiento raso, potente, y ajustado al palo. El único gol de la tarde. El partido no tuvo calidad, el exceso de responsabilidad atenazó el juego de ambos contendientes. Fallos e imprecisiones condicionaron el espectáculo. La intranquilidad creció a medida que pasaba el tiempo. Al Valencia se le complicó el panorama con la lesión de Valdez que, poco antes, había desaprovechado la gran ocasión para sentenciar la contienda. Los locales terminaron defendiendo su ventaja a capa y espada.

El alivio por el marcador favorable cerró una tarde de sufrimiento. Entonces, sobrevino el drama. Vicente Peris murió a consecuencia de un infarto fulminante. Incredulidad, consternación profunda y un impacto emocional insuperable. El Valencia quedó descabezado y las consecuencias de esta desgracia pasaron factura a la entidad durante mucho tiempo. El rumbo deportivo quedó afectado y, aunque hubo una briosa reacción en la recta final del campeonato, no fue suficiente para revalidar el título, en buena parte debido al vergonzoso arbitraje de Sánchez Ibáñez en el partido clave, el día de San José ante el líder, que concluyó con un monumental escándalo. En la Copa se sacó la espina en semifinales ante el Real Madrid con una impresionante presión ambiental en el feudo valencianista como desagravio a lo acontecido en la Liga. Sin embargo, se volvió a escapar la final. El ciclo se cerraba. A partir de ese momento, empezó la decadencia. El presidente Julio de Miguel aguantó un año más en el cargo y decidió presentar la dimisión en la primavera de 1973.

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Vicente Peris desarrolló una labor extraordinaria en el Valencia. Su desaparición llegó en el peor momento y truncó el crecimiento imparable de la entidad. El destino envió un torpedo a la línea de flotación de un club que se hallaba en una fase despegue y que aspiraba a consolidarse como un referente por su notable gestión. Aquel golpe resultó imposible de asimilar. El paso del tiempo ha agigantado la figura de Peris y más todavía si se compara con la deprimente situación actual. Aunque los tiempos han cambiado, hay valores de lealtad y compromiso hacia al Valencia que son sagrados y que hoy en día brillan por su ausencia. La figura de Peris se ha convertido en un referente histórico imprescindible y más en esta época de miseria institucional.

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