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Aspecto del Olímpico de Berlín tras su última remodelación. ap

Templos del fútbol en Europa que mutaron su piel

Historia y modernidad. Los clubes que han decidido reformar su casa no han escatimado en el coste y la hipotética reforma de Mestalla costaría 75 millones

Lunes, 25 de septiembre 2023, 01:35

Remodelar una casa no es sinónimo de barato. Aplicado a un estadio de fútbol se multiplica esa sentencia. Los clubes que deciden mutar la piel ... de sus campos en vez de construir uno nuevo en otro emplazamiento no suelen utilizar sólo la variable económica antes de decidirse a ejecutar el proyecto. Motivos de emplazamiento del estadio o románticos (cuando un recinto es centenario) han llevado a grandes entidades europeas, como el Real Madrid, Manchester United, Liverpool o Arsenal, a remodelar sus campos teniendo en cuenta que el millonario coste no podrá ser recuperado con la venta del solar de un campo demolido. El modelo que siguió el Atlético para mudarse del Calderón al Metropolitano. Esa fue la decisión del Valencia cuando comenzó la construcción del nuevo Mestalla... pero la realidad en 2023 es que no ha sido capaz ni de encontrar un comprador para las parcelas de su casa de la Avenida de Suecia ni financiación para terminar la nueva. Remodelar Mestalla, en la última estimación, le costaría al club 75 millones mientras que necesita 125 para terminar las obras paradas desde 2009. Ese es el dilema.

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El último lavado de cara ha sido, a la vez, el más caro. El Real Madrid ha invertido 900 millones no en hacer un nuevo estadio sino en reformar el Santiago Bernabéu. La principal vía de financiación ha llegado con dos créditos que suman 800 millones y que el club blanco pagará hasta 2049. La clave del recinto será su explotación más allá del fútbol, con un impacto de 400 millones previstos por temporada para sacar partido a las mejoras donde la cubierta retráctil, capaz de tapar el techo en 35 minutos, y la grada del Fondo Sur abatible para ganar aforo para espectáculos, son dos de sus grandes bazas.

En la Premier, el dilema para la construcción de nuevos estadios o reformar los añejos siempre ha tenido el debate de preservar la historia. Ahí, los grandes han tenido que hacer malabares para tener contentos a todos sus aficionados. El Manchester United ha invertido 115 millones de euros para remodelar el mítico Old Trafford, construido en 1910, y convertirlo en un estadio con 76.000 asientos. En 2006 se terminó la reforma con la adición de niveles en las gradas Norte, Oeste y Este. En la actualidad está estudiando ampliar el segundo nivel de South Stand para elevar la capacidad a 88.000 espectadores. Las viviendas de Railway Road y las vías del tren, colindantes al estadio, siempre han complicado las expansiones.

El mejor ejemplo de lo que significa el complicado equilibrio entre mantener la esencia y abrir la puerta a las mayores posibilidades de ingresos que supone un estadio moderno es el Arsenal. El mítico Anfield se levantó en 1884 y fue propiedad los primeros años de un empresario de la cerveza. En 2012 se proyectó una gran reforma, con 181 millones de presupuesto, para elevar su aforo a 61.000. Se ha ejecutado en dos fases. La primera comenzó en 2014 y elevó la capacidad a 54.000 espectadores dos años después. El director ejecutivo del Liverpool reconoció, en el mismo acto de inauguración tras las obras, que no fue «el negocio más inteligente» para la entidad. La segunda fase de esa remodelación arrancó en 2022, para terminar la nueva cubierta y sobrepasar el aforo en la dimensión de 60.000. Desde la década de los 90, el club pensó en varios planes para la ampliación de Anfield, comprando casas en las calles colindantes del estadio. Una inversión que nunca se llegó a utilizar y que derivó en un efecto no deseado, con casas deshabitadas que se utilizaron durante varios años para fines ilícitos.

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Con San Siro, la decisión del Milan y el Inter sí que era derribar el estadio para construir uno nuevo pero todo se ha frenado por la reciente resolución del Comisión Regional del Patrimonio Cultural de Lombardía que ha declarado al que también fue conocido como Giussepe Meazza como bien protegido, con lo que la mole de cemento de 80.000 espectadores levantada en 1926 seguirá siendo uno de los símbolos del patrimonio de la ciudad. Para albergar el Mundial de 1990, el estadio fue sometido a su gran remodelación, donde se construyó el tercer anillo y las 11 torres –con los vértices apodados como cuernos de diablo por los aficionados milanistas– que son uno de los símbolos arquitectónicos de San Siro.

El mejor ejemplo de protección de un estadio ocurrió con el Olímpico de Berlín. Todos los intentos de construcción de un nuevo campo se toparon con el simbolismo de un recinto donde Jesse Owens reescribió la historia en los Juegos Olímpicos de 1936, cuando se inauguró el estadio proyectado por Hitler como una proyección del Coliseo Romano. Ese símbolo a la resistencia que Owens dejó para siempre está impregnado en la llamada Puerta Olímpica, las dos torres inmensas de 35 metros de altura flanqueadas por los aros olímpicos. Para el estadio berlinés sí que se aceptaron dos remodelaciones, para los Mundiales de Alemania de 1974 y 2006, que ha dejado su aforo en 76.000 espectadores. El Sevilla y el City son dos de los equipos que, en la actualidad, sopesan restaurar sus campos.

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