paco lloret
Viernes, 18 de diciembre 2020, 23:56
Todo empezó con un gol de Terol en el último minuto. El Valencia perdía por la mínima en el Camp Nou cuando llegó el tanto de la igualada que iba a ser definitiva. Con ese empate in extremis, el conjunto dirigido por Mundo prolongaba su racha como invicto en el campeonato liguero de la temporada 67-68 hasta alcanzar las diez jornadas consecutivas. Esa condición se mantuvo durante los siguientes tres compromisos gracias a tres espectaculares triunfos: goleada en casa por 6-2 al Pontevedra, victoria en el Santiago Bernabéu por 0-2 y, a continuación, se remató la serie con un increíble triunfo en Mestalla ante el Málaga por la mínima que acercó a los valencianistas al liderato.
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Con un inquietante empate a cero se llegó a la recta final del encuentro, el conjunto de La Rosaleda se adelantó en el marcador a falta de ocho minutos para la conclusión. Un minuto después llegaba el gol de Jorge Cayuela que equilibraba el resultado hasta que Waldo, en el 85, estableció el 2-1 definitivo. Desenlace apoteósico en una grada eufórica. Una semana después, se quebró la trayectoria al perder en el Sánchez Pizjuán por 2-0 ante un Sevilla que terminó por bajar a segunda. En definitiva, el Valencia permaneció casi cuatro meses sin conocer la derrota.
Aquella igualada con el Barça abrió un ciclo muy propicio para el Valencia en sus siguientes visitas al feudo blaugrana: cuatro empates, una victoria y una sola derrota en seis campañas, desde la 67-68 hasta la 72-73. Terol era un delantero nacido en Llosa de Ranes y fogueado en el Mestalla que había tenido alguna aparición aislada con el primer equipo en la campaña anterior. Su gran momento de gloria tuvo lugar en su debut con el primer equipo como local cuando logró dos de los cinco goles que el Valencia le endosó al Elche, uno de ellos de tacón que provocó la aparición de pañuelos blancos.
Pese a que el equipo estaba en un excelente momento, las perspectivas no eran muy halagüeñas ante la cita del Camp Nou por culpa de las lesiones. Ni Waldo ni Guillot pudieron desplazarse, tampoco lo hizo Sol, convaleciente todavía de su grave lesión en Pasarón, todos ellos titulares indiscutibles. En la convocatoria entraron Nolito, un elegante interior canario, Pesudo como portero suplente y el paraguayo Anastasio Jara.
En Barcelona se temía al Valencia que dos años antes, en la campaña 65-66, se había impuesto por 1-2 con goles de Roberto y Juan Muñoz, y que en ese ejercicio había dado la campanada en Sarría con la célebre remontada: del 4-1 en contra al descanso al 4-5 favorable al final. En la campaña siguiente, la 68-69, se repitió el resultado con gol de Ansola. La única derrota en estos años se produjo la campaña 69-70. El Valencia perdió por 2-1, gol de Poli para los visitantes en la segunda mitad cuando los locales ya habían conseguido los suyos.
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En la siguiente visita se registró un memorable triunfo de los de Mestalla que significó un punto de inflexión en la campaña 70-71. Aquel 0-2 sirvió como la mejor presentación posible de la candidatura al título que se consiguió al final del ejercicio. Los goles de Pep Claramunt y de Valdez, uno en cada tiempo, ambos de una excelente factura, sirvieron para lograr la segunda victoria en el Camp Nou y para decantar el gol particular entre ambos equipos que, a la postre, resultó fundamental para que el Valencia fuera campeón. En la segunda vuelta hubo tablas en el duelo disputado en Mestalla. Aquel encuentro adelantado a la noche del sábado vino a confirmar las aspiraciones del conjunto dirigido por Di Stéfano. Entre los grandes protagonistas de la victoria sobresalió Abelardo. El portero asturiano detuvo un penalti lanzado por Martí Filosia que podía haber representado el empate a uno.
En aquella época los empates en desplazamiento estaban muy valorados, en especial los conseguidos en escenarios complicados como era el feudo del Barça. Una igualada fuera de casa significaba en la clasificación la suma de un punto positivo mientras que al equipo local se le endosaba un negativo. Este curioso sistema de puntuación desapareció desde que la victoria pasó a premiarse con 3 puntos. Al Valencia no le fue mal en sus dos siguientes visitas al feudo barcelonista y en la ciudad condal ya se le temía por su habitual capacidad para sacar tajada. La fama de enemigo complicado estaba más que justificada. En la temporada 71-72 volvió a marcar Valdez, el tanto adelantó a su equipo en el marcador, aunque los locales igualaron la contienda en la segunda mitad. Aquel empate sabía a gloria después de haber caído en casa con el Real Madrid en el accidentado choque en la cumbre del día de San José. En la siguiente visita el Valencia volvió a empatar en el Camp Nou, esta vez sin goles, en un partido muy competido. El Barça pudo sentenciar en el primer acto pero la decoración cambió en el segundo y la victoria estuvo cerca para los valencianistas que no aprovecharon sus buenas ocasiones.
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