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La tarde del 16 de septiembre, Albert Celades se sentó solo en la sala de prensa de Stamford Bridge. Los futbolistas no quisieron acudir a la previa de la Champions contra el Chelsea en una de las medidas escogidas para protestar por el despido a Marcelino y la controvertida situación de Mateo Alemany, fulminado a principios de noviembre. La ley del silencio de la plantilla, que futbolistas importantes como Garay esquivaron mandando mensajes críticos al club por la salida de Marcelino, obligó a Anil Murthy a reunirse con los capitanes para restablecer la calma. Visto lo visto tras el batacazo en San Sebastián, esos encuentros sólo sirvieron para firmar una tregua muy tenue que sobrevivió mientras Albert Celades supo amoldarse a una plantilla hecha a imagen y semejanza de su predecesor. Todo parece haber saltado por los aires en plena crisis deportiva.
El mensaje de Dani Parejo tras perder contra la Real Sociedad fue contundente y apuntaba hacia Peter Lim. Ni más ni menos. «Hay que saber el objetivo y hacia dónde queremos ir, no sólo la plantilla», dijo el capitán, mensaje que culminaría con otro también preocupante: «A día de hoy tienen que cambiar mucho las cosas para que el Valencia quede cuarto». Parejo podría haberse guardado algo, pero no, porque recordó a Meriton las lesiones, «sobre todo, una dura de Garay», y la posibilidad no aprovechada por el club de firmar un central hasta final de temporada. La plantilla pide un fichaje y Celades entiende que debe llegar un refuerzo, pero el Valencia ha deslizado que cuando se recupere Piccini puede actuar como central, solución de emergencia para la ejecutiva pero insuficiente para los futbolistas y el entrenador.
El carrusel de bajas duele (no hay que olvidar todos las polémicas con los servicios médicos que se han producido este curso) y la regularidad del Valencia ha desaparecido. Son cinco partidos consecutivos sin ganar en un corto espacio de tiempo que fulminó la Copa del Rey –eliminado por el Granada–, puso cuesta arriba la Champions –necesita remontar tres goles para eliminar al Atalanta– y ha complicado la pelea por la cuarta posición en LaLiga, objetivo principal de Lim.
El sexto proyecto del empresario en el Valencia se tambalea y va a exigir un paso al frente de todos los estamentos de la entidad. No será fácil para Murthy recobrar en Mestalla su crédito perdido mientras el equipo no funcione. El presidente, en el punto de mira desde los episodios con Marcelino y Alemany, se siente más cómodo a domicilio que en casa. A Murthy tampoco le favoreció el nuevo intento por vender a Rodrigo Moreno en el mercado de invierno pese a que sólo cumple las órdenes de Singapur. El presidente, que un día antes del Atalanta fijó el objetivo en alcanzar «el top europeo en diez años», sabe que la viabilidad económica del club pasa por repetir año tras año en la Champions. Eso, como mínimo, cuando aún está pendiente la resolución de Bruselas (12 de marzo) sobre una sanción que asciende a 24 millones y llegan semanas clave en la operación de venta del actual Mestalla. Perder el hilo en LaLiga y no estar entre los cuatro primeros, supondría para el Valencia tener que planificar más ventas de futbolistas importantes en los próximos proyectos.
Celades, por su parte, tiene demasiado entre manos como para pensar más allá del próximo partido. El técnico ha sufrido con las ausencias de muchos futbolistas y sobrecargado a gente como Parejo, Gayà, Paulista, Ferran o Soler. El trabajo de Celades cogió vuelo con la brillante clasificación para los octavos de la Champions pero la actual racha negativa también le compromete.
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